Un aroma delicioso flotaba en el aire, envolviendo a Wendy en una sensación cálida y reconfortante. El olor era tan tentador que, por un momento, olvidó su aprensión inicial y sintió cómo su estómago rugía en respuesta. Se dio cuenta de que Mía había preparado guiso de conejo, con trozos de carne tierna sumergidos en un caldo espeso, impregnado de hierbas y especias que no lograba identificar. Observó a Mía, quien con una sonrisa satisfecha revolvía la olla con tranquilidad, como si nada de lo sucedido antes tuviera importancia.
"Huele delicioso, ya quiero probarlo", dijo Wendy, encantada, olvidando por completo que dos tiernos conejos habían sido masacrados frente a ella hacía apenas unos momentos.
"Te dije que era mi especialidad", respondió Mía con una sonrisa. Luego, inclinando ligeramente la cabeza, preguntó:"¿Ya conocías el platillo antes de venir aquí?"
"Sí, en ciudad violeta hay un puesto de comida que sirve guiso de conejo. Antes iba con mi hermano casi todos los días. Era delicioso", respondió Wendy, evocando recuerdos del pasado.
"¿Eres de ciudad violeta?", preguntó Mía, con una expresión pensativa, "Dijiste que te apellidas Life... ¿Tienes alguna relación con el señor de la ciudad, Hargen Life?"
"Jejeje, no se te escapa nada", rió Wendy entre dientes, "Sí, soy su hija"
"Tengo entendido que Hargen Life es uno de los pocos cultivadores que alcanzaron el nivel diez del reino mortal en la región sur. ¡Es impresionante!", Mía asintió, satisfecha, como si el hecho de que el padre de Wendy fuera alguien poderoso la llenara de orgullo.
"Sí, lo es", respondió Wendy, sonriendo con ternura, "Y no solo es fuerte, también es un padre encantador. Nos cuidó a mí y a mi hermano con mucho amor"
"Eso es maravilloso", dijo Mía, juntando sus manos para luego cambiar el tema, "Por cierto, ¿qué haces en este pueblo? Alguien como tú debería estar en un lugar más apropiado"
"Solo estamos de paso. Nos dirigimos a ciudad celeste", respondió Wendy con naturalidad, sin pensar que fuera un secreto.
"¿Ciudad celeste? Si no recuerdo mal, ahí se encuentra la secta hoja caída, ¿Ese es tu objetivo?", preguntó Mía.
Wendy asintió, "Si, quiero entrar a esa secta", su tono un poco serio.
"Ya veo, si es así, aún te falta un largo recorrido"
"Es cierto", admitió Wendy, "Y, a decir verdad, hoy nos hubiéramos ido, pero el tío Danny pospuso la partida un día para que viniera contigo"
Mía mostró una sonrisa de disculpa.
"Lo siento, por mi culpa te atrasarás"
Wendy agitó la mano, restándole importancia.
"No te preocupes por eso. El tío Danny dijo que estamos bien de tiempo, así que no pasa nada", luego señaló la olla, cambiando de tema, "Parece que ya está listo, ¿Empezamos a comer?"
Mía la miró con calidez, 'Es una buena chica' , pensó satisfecha.
Después de recibir su plato, Wendy lo miró por un momento, recordando a los conejos. Y tras un pequeño suspiro de resignación, comenzó a comer. Sus ojos se abrieron de par en par al primer bocado. Era completamente diferente del guiso que había probado el día anterior. El sabor era exquisito, llenando por completo su boca. Sin poder contenerse, siguió comiendo sin parar.
Al ver a Wendy disfrutar cada bocado con una expresión de felicidad pura, Mía no pudo evitar sonreír.
"Estuvo delicioso", dijo Wendy, terminando su plato, "Es completamente diferente del que nos diste ayer"
Mía, que también había terminado, respondió con dicha.
"La comida de ayer es para clientes. Lo que acabaste de comer....solo se lo doy a quienes aprecio mucho"
Wendy bajó la mirada, avergonzada, "¿Puedes darme más?", preguntó en voz baja.
"Claro que sí", Mía asintió de inmediato, feliz de verla deseando más.
El tiempo pasó, y Wendy no podía dejar de repetir: "Quiero más". Cada bocado era una tentación irresistible, y antes de darse cuenta, había terminado toda la comida. Al mirar el plato vacío, una ola de vergüenza la invadió.
"¡Lo siento!", exclamó, cubriéndose la boca con una mano, "Estaba tan delicioso que no pude parar"
Recordó cómo había dicho que, como cultivadora, no necesitaba comer mucho, y que solo un conejo sería suficiente. Pero al final, fue ella quien se excedió. Era muy vergonzoso.
"¿Por qué te disculpas?", dijo con una sonrisa cálida, "Verte disfrutar tanto me hacía muy feliz", sus palabras eran sinceras, y Wendy sintió como su vergüenza disminuia.
"Gra-gracias por la comida"
"Fue un placer"
Wendy suspiró satisfecha, pero antes de que pudiera decir algo más, Mía habló primero, sus ojos mostraron un brillo extraño.
"Mencionaste antes que tienes un hermano, ¿Cómo es él?"
La pregunta la tomó por sorpresa. Pensó un momento antes de responder, no quería decir algo que lo hiciera quedar mal.
"Él es alguien muy bueno", comenzó, su voz suave, cargada de afecto, "Desde pequeños, siempre me cuidó mucho. Íbamos a todos lados juntos, aunque, para ser honesta, era yo la que no quería separarme de él", hizo una pausa, recordando cómo su hermano siempre cargaba con la responsabilidad de protegerla, incluso cuando ella era la que se metía en problemas, "Siempre se culpaba a sí mismo si algo me pasaba, como si fuera su deber verme feliz"
Luego miró a Mía, y vio que esta tenía una expresión pensativa.
"¿Qué pasa?"
Mía reaccionó y negó con la cabeza.
"No es nada. Solo pensaba que tienes un buen hermano. Ahora que estás lejos, debes extrañarlo mucho, ¿verdad?"
Wendy bajó lentamente la cabeza, recordando la situación en la que se encontraba su hermano.
"Sí", respondió en voz baja, casi como un susurro, "Lo extraño mucho"
Mía notó que su estado de ánimo había decaído y preguntó con cuidado:
"¿Pasó algo?"
Wendy respiró hondo y, después de un minuto, se tranquilizó. Entonces le contó lo que había sucedido antes de llegar allí: cómo su hermano había traído consigo una bestia mágica después de regresar del bosque, hablándole de su pollito Lulu, y lo que ocurrió en la sala de entrenamiento. También le contó cómo, al día siguiente, Brian y Lisa lo llevaron al bosque y lo trajeron inconsciente, sin que hubiera despertado desde entonces.
Editado: 21.04.2025