Wendy yacía boca arriba en el carruaje, su mirada perdida en el techo mientras exhalaba un largo suspiro.
A su lado, Yia le picaba la mejilla con su dedo, insistente.
"¿Te duele la barriga?", preguntó con inocencia.
Wendy negó con la cabeza.
"Estaba pensando… todo ha pasado muy rápido. Poco después de salir de casa, mi método de cultivo cambió, hice una gran amiga y…", miró la marca en su mano.
'Ahora que lo pienso, no le he contado a nadie sobre esto'
Volvió a suspirar, esta vez con más peso en el pecho.
"Y ahora que he recuperado mi camino en el cultivo... me siento más nerviosa que nunca. Todo lo que he experimentado ha sido completamente nuevo para mí"
Tras desahogarse un poco, miró a Yia, quien la observaba atentamente, aunque sin comprender del todo.
"¿Puedo ver tu rostro?", preguntó de pronto, movida por la curiosidad ahora que estaban a solas.
"Mi mami dijo que no se lo mostrara a nadie", respondió Yia, negando con la cabeza de forma enérgica.
"¿Ni un poquito?"
"¡No!", exclamó firme, decidida a obedecer.
"Buuu…", Wendy hizo un puchero.
"Por cierto…", recordó algo, "¿cuál era esa sorpresa de parte de tu mamá?"
"Es una sorpresa para ti", respondió Yia, intentando sonar misteriosa.
Justo cuando Wendy iba a preguntar de nuevo, la tierra tembló levemente bajo el carruaje.
"¿Un temblor?", pensó sin darle demasiada importancia, hasta que las voces en el exterior captaron su atención.
"¡Tres bestias demoníacas a la vista!"
"Sí, pero… ¿no es extraño?"
"¿Vieron lo mismo que yo? ¡Esas cosas salieron de la tierra!"
Wendy se incorporó rápidamente y asomó la cabeza por la ventanilla. Frente al carruaje, tres jóvenes toros se plantaban con ferocidad. Sus ojos ardían con un rojo antinatural, y los cuernos, gruesos como el brazo de un adulto, parecían capaces de atravesar rocas. Pero lo más inquietante eran sus escamas: verdes, oscuras, con un brillo aceitoso que reflejaba la luz de forma siniestra.
Wendy los reconoció al instante. Su padre le había enseñado sobre ellos en uno de sus libros: toros escamados, bestias demoníacas.
Sin embargo…
"¿Salieron de la tierra? Hasta donde sé, los toros escamados no tienen habilidades para excavar", miró en todas direcciones, pero no vio ningún agujero visible.
"Aunque no lo creas", dijo Danny, que notó su expresión mientras ella observaba, "esas bestias salieron de unos agujeros que ya se cerraron. Y por cómo se ven, confundidos y asustados, lo más probable es que alguien los haya atrapado antes....pero por alguna razón, los a liberado"
Wendy frunció el ceño, intrigada.
"¿Pero por qué tomarse esa molestia si no piensa cazarlos?"
"¡Te lo dije!", interrumpió Yia, saliendo de detrás de ella, "¡Es la sorpresa de mi mami!"
"¿Esa es la sorpresa que decías que era para mí?", preguntó Wendy, escéptica.
"Ya veo…" Danny asintió, como si acabara de entender algo.
"¿Qué entendiste tú?", Wendy lo miró, queriendo una respuesta clara.
Danny la observó un momento. En su corazón, agradeció silenciosamente a la señora por esa “sorpresa”. Era el momento adecuado.
"Wendy, lucha contra ellos. Deberías sentirlo… están al mismo nivel que tú: nivel tres del Reino Inferior"
Wendy puso los ojos en blanco.
Nunca había luchado en serio contra alguien… ¡y ahora querían que se enfrentara a tres bestias demoníacas!
¡Tres!
¿No era un poco demasiado?
Pero entonces, recordó las palabras de Mía: Conviértete en el depredador.
Su padre le había dicho antes que el mundo estaba lleno de distintos tipos de personas. Que la cuestión no era solo vivir, sino sobrevivir.
Antes se había tomado esas palabras a la ligera, pero después de su charla con Mía, empezó a comprender su peso… aunque fuera un poco.
Con eso en mente, respiró hondo.
Después de todo, estaba rodeada de sus guardias, su tío Danny… incluso Yia. Debería estar bien, ¿verdad?
¿Verdad?
Con determinación renovada, declaró:
"Bien, lo haré"
Danny se sorprendió un poco, pensó que se negaría. Pero se alegró de haberse equivocado.
Wendy salió del carruaje y se colocó frente a los tres toros. Su expresión decidida dejó sin palabras a sus acompañantes.
"¿La joven maestra va a luchar sola?", Poyun frunció el ceño, preocupado.
"No lo olviden", advirtió Nen, "si la vemos en peligro, intervenimos"
"Será fácil como mover un dedo", murmuró Yuta, apretando los puños con entusiasmo, ansioso por desquitarse con algo tras su humillación por parte de Yia.
Al escucharlos, Wendy se sintió aún más segura. Suspiró aliviada en secreto y sonrió.
Los toros, por su parte, estaban desorientados. Recordaban haber dormido junto a su manada… y luego estar atrapados en un lugar oscuro. Al salir, estaban solos. Rodeados por humanos.
Y ver a esa humana frente a ellos, con una sonrisa confiada, los irritó. Estaban al mismo nivel, ¿quién se creía ella?
Uno de ellos cargó sin pensarlo, decidido a aplastarla.
Wendy esperó a que se acercara. Pensaba esquivarlo y atacar por el costado. Pero justo entonces, escuchó la voz de Danny:
"¡Nadie tiene permitido involucrarse!", ordenó Danny, su voz tan afilada como una hoja, "Si alguien lo intenta... lo detendré personalmente"
"¡¿…?!"
Wendy se sobresaltó, por lo que su concentración se quebró.
El toro estaba por alcanzarla.
Olvidó su plan por completo. Saltó hacia un lado a último segundo, apenas esquivando la embestida.
'¡Estuvo cerca!', sintió sudor frío recorriéndole la espalda. Y con las palabras de Danny se dio cuenta de algo.
Hablaba en serio.
Tragó saliva. Apenas podía con uno, ¿cómo iba a enfrentar a tres?
Nen, Poyun y Yuta observaban con preocupación. Entendían que esto podía templarla para el futuro, pero quizás era mejor empezar con algo menos peligroso.
Editado: 25.06.2025