Alma infinita El despertar

Capítulo 4

*Ann*

Han pasado tres días desde que aterrizamos en este nuevo continente. La primera impresión fue fantástica. Mirábamos todo con ojos iluminados por la emoción, como si cada rincón ocultara un secreto fascinante. Pero, a medida que pasaban las horas y los días, la novedad se fue disipando. Las calles estaban igual de abarrotadas, los coches circulaban sin cesar, los edificios parecían competir por alcanzar el cielo, y el bullicio de la ciudad no era tan distinto al que conocíamos en casa. La emoción inicial se fue apagando, y poco a poco empecé a sentir que este viaje no estaba cumpliendo mis expectativas.

El resto de los días los pasábamos visitando museos, monumentos, y caminando por las calles de Massachusetts. Rebeca, como buena estudiante de Historia del Arte, nos arrastraba a todos los sitios turísticos y culturales que encontraba. Cris y Cinthya se encargaban de buscar los mejores lugares para comer y salir por las noches. Robert y yo simplemente nos dejábamos llevar por el entusiasmo de las chicas, mientras que Nicklaus se arrastraba detrás de nosotros con cara de arrepentimiento por haberse apuntado al viaje. A veces me daba la impresión de que estaba en este viaje solo para no dejar sola a Rebeca.

Nuestro recorrido era más bien un itinerario improvisado. Partimos desde el centro de Massachusetts, utilizando trenes y autobuses, siguiendo un camino que finalmente nos llevaría a Salem, mi destino más ansiado. Mientras mis amigos parecían disfrutar cada parada, yo no podía dejar de pensar en lo cerca que estábamos de llegar a esa pequeña ciudad que tanto significaba para mí. Me repetía que estaba siendo injusta, que debía disfrutar de cada experiencia, pero no podía evitar sentirme aburrida. Si hubiera dependido de mí, los quince días de viaje los habría pasado en Salem, recorriendo sus calles y absorbiendo la energía del lugar. Pero sabía que si lo decía en voz alta, arruinaría el humor de todos los demás, así que me mantenía callada, aparentando disfrutar de cada paso del camino.

**

Hoy es el último día de nuestra ruta improvisada. Mañana por fin llegaremos a Salem, y pasaremos allí dos días antes de volver a la realidad. Nos detuvimos en un pequeño motel de carretera para descansar. Estábamos sentados en una mesa en un restaurante de aspecto cutre, pero tenía un encanto particular. Becka, fanática de la serie Supernatural, estaba encantada con el lugar. Cada vez que habíamos hablado sobre el viaje, había insistido en tener "una experiencia Winchester", haciendo referencia a los hermanos cazadores de la serie. Aunque todas nos negamos rotundamente en ese momento, en secreto buscamos un lugar que se pareciera a los escenarios que ella tanto admiraba. Finalmente, encontramos este pequeño motel, perdido en medio de la nada, con un restaurante que parecía sacado directamente de la serie. Además, habíamos hecho coincidir la estancia aquí con el día de su cumpleaños.

—En serio, no me lo puedo creer —decía Becka, con los ojos brillando mientras miraba alrededor—. Es tan bueno que casi espero ver entrar a los hermanos en cualquier momento.

Su entusiasmo era contagioso, pero Cris la miraba como si estuviera loca, luchando por no rodar los ojos. No pude evitar sonreír ante la escena.

—Nos pareció acertado quedarnos aquí hoy —comentó Robert, sonriendo—. Teniendo en cuenta que mañana estaremos en Salem, es como si realmente fuéramos cazadores de seres sobrenaturales.

Lo miré como si le hubiera salido una segunda cabeza. Antes de que pudiera responder, Cris se adelantó, indignada:

—¿Nos? Pero si esto fue algo entre Ann y yo. Ni siquiera Cinthya formaba parte de esto.

—Además —añadí yo, interrumpiéndola antes de que la conversación se descontrolara—, ¿desde cuándo los cazadores van en grupos tan grandes?

No quería que Becka aprovechara la situación para sacar a relucir las tensiones que llevábamos evitando desde el inicio del viaje.

Después de cenar, una de las camareras nos trajo una tarta de queso, y aprovechamos para cantarle el cumpleaños feliz a Becka. La sonrisa en su rostro hizo que todo valiera la pena.

Unas horas más tarde, cuando todos nos retiramos a nuestras habitaciones, me sentía inquieta. Sabía que no iba a poder dormir bien esa noche, no tanto por las pesadillas, que curiosamente habían desaparecido desde que comenzó el viaje, sino por la emoción de saber que al día siguiente, finalmente, estaríamos en Salem.

*Cinthya*

Algo me despierta a mitad de la noche. Al abrir los ojos, observo a Cris, que duerme plácidamente con la cabeza apoyada en mi pecho. Con cuidado, me muevo un poco para abrazarla mejor, sintiendo el calor que emana de su cuerpo desnudo junto al mío. Incluso después de todo este tiempo, sigo sin entender cómo llegué a sentir algo tan fuerte por ella. No es por el hecho de que sea una mujer, eso nunca me ha importado, sino porque en todos mis siglos de vida jamás había experimentado una conexión tan profunda, tan pura.

Los demás miembros del círculo alguna vez hablaron de lo que se siente al encontrar a alguien con quien compartes una afinidad tan perfecta que parece predestinada. Yo nunca había entendido lo que describían, hasta que conocí a Cris. Ella colorea mi mundo de una manera que nunca antes había experimentado. Todo parece más intenso, más vibrante desde que está en mi vida. A veces me pregunto cómo seria si alguna vez tengo que separarme de ella, si llegase el momento en que se vaya o que yo tenga que ocultarme, esperando hasta sentir su llamada de nuevo, para no interferir en su vida hasta que esté lista para mí otra vez.




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