Ecos del pasado

*Gabriel*

Estaban a punto de huir juntos cuando los atraparon. Esos dos casi causan un caos absoluto en la Ciudad Blanca con su locura. Aún no entiendo qué les pasaba por la cabeza al intentar escapar. ¿Es que no comprendían las consecuencias?

Por su culpa, el simposio tiene que reunirse por primera vez en milenios, y ahora, lo que parecía impensable, se ha convertido en realidad. Nunca había visto la sala tan abarrotada. A pesar de su inmensidad, se siente asfixiante debido al murmullo incesante y las miradas tensas de todos los presentes. Estos dos han cruzado todos los límites.

El bullicio cesa de inmediato cuando entra el Grench. Todos los presentes se quedan inmóviles. Su apariencia juvenil siempre ha sido engañosa; de todos los presentes, es el más antiguo y el más poderoso. Sus ojos violetas y su cabello blanco son el símbolo de la pureza absoluta, y aunque parece frágil y enfermo, todos sabemos que es más fuerte que cualquiera de nosotros. Cuando lo observo, me surgen sentimientos contradictorios. Su aspecto me invita a querer protegerlo de cualquier mal en el universo, pero la dureza en su mirada y su posición en el trono más elevado de la sala me recuerdan que él podría destruirme con una sola palabra.

No recuerdo en qué momento exacto comenzó el juicio. Desde mi asiento en la mesa principal, estoy completamente abstraído del lugar, incapaz de concentrarme en nada más que en el temor que me consume. Mi mayor miedo es que descubran la verdad... mi verdad: que he estado involucrado en ayudar a organizar sus encuentros. Si se enteran, mi destino estará sellado.

Ellos deberían haber sido más cuidadosos. Ahora somos muchos los que podríamos caer con ellos. ¿Qué pensaban? ¿Realmente creían que podrían ejecutar su plan sin ser descubiertos? Y lo más importante, ¿no consideraron el riesgo que conllevaría para los demás?

La reunión sigue, pero me resulta imposible calcular cuánto tiempo ha pasado desde que comenzó. Mi mente está tan inmersa en el miedo que me cuesta seguir el ritmo de lo que se discute.

—Veredicto conforme. Se levanta la sesión.

De repente, vuelvo a la realidad por el movimiento de todos los presentes que se levantan de sus asientos. El Grench me lanza una mirada de desaprobación al notar que no me he movido, pero no dice nada. La votación ha sido clara, la sentencia está aprobada. El único problema es que no tengo ni idea de cuál es la sentencia.

Me acerco al hermano que está a mi lado y le susurro:

—¿Cuál ha sido la sentencia?

Su respuesta casi me hace caer de la silla.

—Formarán un círculo con los implicados y serán enviados a la Tierra.

—¡¿Qué?! —Casi grito, pero rápidamente bajo la voz. Las miradas de la sala, incluida la del Grench, vuelven a centrarse en mí. Mi corazón se paraliza por un segundo.

—¿Tienes algo que objetar, Gabriel? —Su voz profunda resuena en la sala, totalmente en desacuerdo con su apariencia delicada. Ese tono logra que me encoja por dentro, mi mente en un frenesí buscando una respuesta que no me delate.

No puedo decir nada. No puedo permitirme que descubran mi implicación. Así que trago saliva y sacudo la cabeza.

—Nada, señor.

El Grench mantiene su mirada sobre mí por un segundo más, evaluándome. Después de un silencio pesado, asiente brevemente y se dirige a la sala entera.

—Bien. La sentencia está dictaminada. Gabriel, lleva a los acusados a la Sala Blanca. Permíteles al menos despedirse. No estamos en Hlum.

Mis piernas tiemblan al ponerme de pie. Apenas puedo creer lo que acaba de suceder. ¿Los enviarán a la Tierra? Eso es... una condena, un castigo peor que la destrucción. ¿Por qué lo están haciendo? Nada de esto tiene sentido. No pueden estar planeando simplemente exiliarlos. La Tierra... No, debe haber algo más.

Con una mirada cargada de angustia y la mente aún buscando respuestas, me dispongo a cumplir con la orden. Debo llevarlos a la Sala Blanca. Las despedidas pueden ser cortas, pero serán las más duras que hayan conocido.

Mientras camino hacia los pasillos que llevan a los acusados, siento que todo se desmorona.