Alma infinita El despertar

Ecos del pasado

*Cinthya*

Las mariposas siempre me parecieron criaturas asombrosas. Esa transformación a través de la cual pasan de ser simples orugas a convertirse en hermosas mariposas, con sus coloridas alas, siempre me fascinó. Solían despertar en mí una envidia secreta, hasta la primera vez que me convertí en una de ellas y me transporté. Tenía seis años en ese entonces.

Cuando encontré la manera de regresar a casa, todos estaban histéricos. Mamá no paraba de llorar mientras me abrazaba, y papá le gritaba a mi tía que debería haber creado un vínculo más resistente. Nunca conté dónde estuve realmente. Seguí el consejo del hombre que se hacía llamar Gabriel y les dije que me había quedado dormida bajo unos arbustos cerca del campamento. Aunque para mí únicamente habían pasado unos minutos en el limbo, para ellos habían sido horas de angustia sin saber dónde estaba.

Mamá y papá ya me habían hablado de la existencia de personas con cualidades extraordinarias, pero nunca imaginé que yo formaría parte de ese grupo. Más tarde, mi tía Alexia me explicó que esa transformación que podía hacer, se llama "compresión del alma".

Han pasado siglos desde aquel día, pero no fue hasta el segundo juicio de mi familia que comprendí el verdadero riesgo que corrí. Los Ancianos, esos seres de los que siempre me dijeron que huyera, no solo querían encontrarme por curiosidad. Querían que, en mi condición de mestiza, una anomalía creada por ellos al hacerme nacer en la Tierra, actuara como enlace entre la Ciudad Blanca y este plano. A veces pienso que lo planearon todo para que existiera un ser como yo, capaz de transitar entre ambos mundos sin alterar el equilibrio de los planos.

Pero yo solo quería estar con los míos, sin tener que verlos morir una y otra vez. Cada vez que reencarnábamos, me encontraba vagando, sin rumbo fijo, con la esperanza de reunirme con ellos. A veces era sencillo: reaparecían en una tribu cercana. Otras veces, cuando encontraba a uno de ellos, ya estaban en su lecho de muerte o habían muerto. Algunas veces, Gabriel me sugirió que usara la compresión del alma para acelerar la búsqueda del Círculo, pero cada vez que lo hacía, los Ancianos detectaban mi presencia y seguían mis movimientos, por lo que decidí reservar ese poder solo para situaciones extremas.

Con el tiempo, y gracias a la evolución tecnológica, la búsqueda se hizo más fácil. Sin embargo, ya para entonces, siglos después de tanto sufrimiento, había aceptado la propuesta de los Ancianos, creyendo que con ello podría ayudar a mi familia. Pero no fue así.

Mi único consuelo era saber que, donde quiera que estuvieran, mamá y papá me buscaban con la misma desesperación con la que yo los buscaba a ellos. Pero todo cambió en Salem. Ese maldito siglo arruinó todo. La ambición de poder desató una cadena de errores que nos afectó gravemente. Desde entonces, el Círculo no puede existir en el mismo plano de manera completa. Siempre serán seis y seis en cada plano, divididos. Además, durante sus vidas, ninguno recordaría sus encarnaciones anteriores, ni siquiera el hecho de haber vivido antes. La memoria de nuestra existencia pasada fue bloqueada.

La ambición provocó una nueva sentencia de los Ancianos. Si no hubiera sido por eso, el castigo inicial habría sido levantado y habríamos regresado a la Ciudad Blanca. Pero esa sentencia fue impuesta antes de que el Círculo se reuniera en la hoguera, lo que me dio tiempo para llegar justo antes de que el grupo quedara dividido.

Como puedo viajar entre los planos, logré llegar justo cuando la conciencia de George empezaba a desvanecerse. Aproveché ese momento para ocupar su lugar y permitir que él se ocultara de los Ancianos en el vacío, un lugar que creé para mantener reuniones clandestinas. Como consecuencia, en el plano vivo solo pueden estar cinco miembros del Círculo, ya que el sexto lugar lo ocupo yo como totemismos de la esencia de George.

Lo único bueno que salió de Salem fue conocer a mi alma infinita. En mi intento de abrir el portal a la Ciudad Blanca, accidentalmente se abrió uno hacia las Tierras Oscuras. En ese instante, la reina de ese plano envió a seis Mork de alto rango a la Tierra. Hasta ahora, habían evitado interferir con nosotros, pero algo ha cambiado en este ciclo, lo que ha llevado a esos seres a acercarse a Ann.

Después de mi largo monólogo, Javier me mira fijamente. Imagino que ahora debe pensar que estoy completamente loca. Seguramente está considerando internarme en un psiquiátrico.

—De acuerdo. Entonces, según esta historia, yo pertenezco a ese supuesto "Círculo Blanco", también soy un ser de luz que ha estado vagando por la Tierra durante siglos, reencarnando una y otra vez como castigo por algo que hicieron tus padres. Y ahora, tengo que ayudarte a averiguar por qué mi hijastra se suicidó. Según tú, temes que la causa real de su muerte esté relacionada con el Círculo Oscuro, y no con una intervención de los Ancianos —dice Javier, procesando lentamente todo lo que le he contado. Su tono tiene un matiz de sorpresa, pero también de una persona que finalmente empieza a entender el rompecabezas que ha estado tratando de armar durante años.

—Exactamente, así es —respondo, sonriendo, sorprendida por lo rápido que ha comprendido la situación y, más aún, por lo fácil que ha sido para él creerme.

—Eso explica los sueños extraños que he tenido desde la muerte de Ann —continúa Javier, pensativo—. Y también la extraña atracción que sentí al conocer a su familia.

Su tono relajado me toma por sorpresa, pero la calma no dura. Su rostro se endurece y sus ojos se abren desmesuradamente. Parece asustado, incluso horrorizado, mientras una idea se le cruza por la cabeza.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.