Alma infinita El despertar

Capítulo 14

*Thomas*

El atardecer siempre ha sido mi momento favorito del día. Los colores del crepúsculo me hipnotizan, me traen una calma que pocas cosas logran darme. En esos breves instantes, el ruido de mis pensamientos parece disminuir, dándome un respiro de la tormenta constante que llevo dentro. Pero hoy, esa paz se siente lejana, casi inalcanzable.

La carta que me escribí a mí mismo, ese mensaje que dejé para el Thomas de este momento, contradice todo lo que he creído durante siglos. Si los Mork no son realmente nuestros enemigos, entonces… ¿qué significa eso? ¿Podemos confiar en ellos como aliados? ¿Es posible que esta guerra, esta lucha que ha marcado cada una de nuestras vidas, haya sido fundamentada en una mentira, o al menos en una verdad a medias?

Por más que intento, no logro encontrar respuestas por mi cuenta. Ahora mismo, la única que podría aclarar este enigma es Alexia, pero hablar con ella no es tan sencillo. No puedo comunicarme con ella sin correr el riesgo de que sus padres me descubran. Desde que Ann manipuló los hilos, ha podido hablar con Alexia a través de su vínculo, pero pedirle que lo haga en mi lugar significa confesarle lo del recuerdo bloqueado. Y si Ann sabe que tengo un recuerdo bloqueado, inevitablemente tratará de liberarlo… de encontrar esa pieza que falta.

Aunque Ann es más fuerte que nunca, no estoy seguro de que esté lista para enfrentarse a esos recuerdos que ni yo mismo quise afrontar en su momento. Algunas verdades son más peligrosas que cualquier enemigo, y en este caso, temo que lo que se oculta en mi mente pueda ponerla en peligro.

La única alternativa que me queda es Cris. Si el amor que siente por Cinthya es lo suficientemente profundo, tal vez pueda convencerla de ayudarme a llegar a Alexia. Pero hay un problema: no tengo idea de cómo acercarme a ella sin levantar sospechas. Cris siempre ha sido un enigma, y buscarla sin una excusa sólida solo hará que los demás desconfíen.

Miro hacia el horizonte, donde el sol se hunde lentamente, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y púrpuras. El tiempo se agota. Nuestras opciones también.

Cierro los ojos y trato de encontrar su energía, de localizar su presencia en la vasta red de hilos vitales que nos conectan. No es tan fácil para mí como lo era para Ann. Para ella, alcanzar a alguien a través de los hilos era tan natural como respirar. Yo, en cambio, tengo que concentrarme, luchar contra la resistencia del tejido mismo de la realidad.

Respiro hondo y lo intento una vez más.

Nada.

Aprieto los dientes y me esfuerzo, mi mente extendiéndose más allá de mi cuerpo, buscando esa hebra específica entre el caos.

Entonces, finalmente, la encuentro.

La conexión se forma, tenue pero estable.

«Cris, soy Thomas. Creo que es hora de conocernos. ¿Estás dispuesta a un encuentro?»

Espero.

No sé cómo reaccionará a esta intromisión mental, pero la realidad es que no tengo otra forma de comunicarme con ella. No puedo permitirme el lujo de esperar demasiado.

Los segundos se estiran, pesados, interminables. Imagino que está tomándose su tiempo para recobrar la compostura o decidiendo si siquiera responderme. Justo cuando empiezo a dudar, su voz resuena en mi mente, firme pero cautelosa:

«¿Dónde nos podemos encontrar?»

Exhalo, liberando una tensión que no había notado que estaba conteniendo.

Sin perder tiempo, sigo el hilo que nos conecta y me presento en su casa.

*Cristina*

El aire se congeló a mi alrededor. Sentía su mirada fija en mí, esperando mi reacción. No me sorprendía que me hubiera encontrado; Cinthya me contó que Thomas, es capaz de localizar energías y manipular estado, cuando ha estado en contacto con ellas antes, y conoce la mía por todas las veces que me ha visto con Cinthya.

—¿Cómo entraste aquí? —le pregunto, inquieta. La idea de que puedan entrar en mi casa sin más me pone nerviosa—. ¿No necesitáis permiso o algo así?

Él me observa con curiosidad.

—¿Es que vosotros lo necesitáis?

Me doy cuenta de que saben tan poco de nosotros como nosotros de ellos.

—Antes me hablaste en la mente. ¿Tratabas de localizarme?

Thomas se mira las manos, tocando el lugar donde antes llevaba un anillo. Es curioso cómo, después de siglos muerto, conserva ese pequeño hábito.

—No, en realidad no. Solo quería que me respondieras. Así sabría que estabas dispuesta a hablar.

Miro por la ventana. La altura de este apartamento es ideal para observar las copas de los árboles, ahora casi desnudas, despojadas de su verde por el frío que anuncia el invierno. Me encanta esta época; después de soportar los calores de Hlum, lo último que quiero es otro verano abrasador.

Suspiro, intentando ahuyentar esos recuerdos de nuestro planeta natal. No quiero pensar en ese lugar más de lo necesario, y espero no tener que crear nuevos recuerdos allí. Dirijo de nuevo mi mirada a Thomas, que parece más tenso a cada segundo. Intuyo que esto tiene que ver con Alexia. Solo ella podría ponerlo así de nervioso. Si fuera por Ann, él simplemente exigiría ayuda, como hacía en el pasado, cuando estaba vivo y no sabía quiénes éramos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.