Alma Maldita. Más allá de la muerte 2

Capítulo 18: Encarcelada

Capítulo 18:
Encarcela 
 

Existen lazos,  que ni la
muerte puede romper.

Siempre seremos hermanas.
 


Danna

Ya no estoy segura de cuál ha sido mi peor pesadilla, tener una gemela muerta, que ella haya poseído mi cuerpo o estar entre rejas de por vida. La han traído por una simple sospecha, pero si revisan el cuerpo de Robert encontraran mis huellas por todas partes.

De alguna manera ser un fantasma me ha ayudado, en esta condición no soy tan cobarde. Pero que ocurrirá cuando vuelva a mi cuerpo, quizás olvide todo por lo que he pasado siendo un fantasma, además que me espera una celda fría y rodeada de barrotes, donde ahora se encuentra Danny en mi cuerpo.

Ella camina de un lado al otro, con impotencia, privada de libertad. Todo esto debe ser como un juego para ella, hacerse la niña grande cuando su muerte fue tan temprana. Por primera vez la veo acorralada, asustada, es posible sentir sufrimiento por alguien que ni siquiera recuerdas y que aparte ha hecho tu vida una odisea. Porque verla así me hace sentir algo dentro, desearía que ella pudiera irse en paz, que dejara todo este rencor sin sentida a un lado. Que dejara de ser un alma maldita.

Danny, será que todavía hay algo de ti que pueda ser salvable. De corazón espero que sí. A la final, ella no es responsable de sus actos, es solo una niña.

No puedo seguir postergando mi regreso, aunque lo que me espera dentro de esa celda seguramente será un calvario, no puedo evitar lo que me espera. Atravieso los gruesos barrotes, y la presencia de Danny hace lo propio conmigo, creo que siendo un fantasma lo único que realmente ha logrado aterrarme como si lo sintiera en carne propia, es ella, mi gemela.

—Creo que es hora de que te vayas —digo en un susurro.

Ella se detiene, y me mira con una ceja elevada y una sonrisa macabra. Es escalofriante ver mi propio rostro con semejante expresión.

— ¿Realmente crees que voy a acceder a devolver tu cuerpo? —dice con una calma apacigüe.

—Creí que podríamos dialogar —digo, recordando la conversación que mantuve con Estela. Y no creo que vaya a funcionar, es que como se me ocurre si quiera meditarlo, y como si fuera poco llevarlo a cabo. Dialogar con Danny es imposible.

— ¿Dialogar? —. Me mira extrañada, casi en medio de un ataque de risa —eso quiere decir, tener una especie de conversación entre gemelas.

—Eso creo —y cada vez la idea de dialogar me parece la peor que se me pudo haber ocurrido, ¿qué tanto puedo lograr hablando con mi gemela psicópata?

—De que quieres hablar, hermana —dice muy sutilmente.

—Quiero saber, ¿por qué? —su expresión cambia ante mi pregunta, ya no sonríe, su rostro se ha vuelto tenso. Creo que me he metido en terreno cenagoso, permanece callada. Por primera vez la veo perdida, indecisa, hasta me atrevo a decir que dolida, atemorizada.

—No puedo... no... —ruega.

— ¿Te obligan a hacerlo? —Su mirada es dura— te obligaron a matar a Elena, a papá, a... ¿Danny dime que ocurre?

—Vasta, para de una maldita vez —me quedo atónita al ver saltar unas lágrimas de mis ojos marrones, está llorando, le duele, está consciente de lo que hizo, en un cuerpo de carne y hueso, con un corazón latente y sangre corriendo por las venas, la hace sentir. —No vuelvas a decirlo, no vuelvas a decirlo —grita desesperada.

La culpa la está matando.

Supongo que ya todo el cuerpo policial debe haber escuchado sus gritos. Me acerco, ella parece estar tan dolida, solo es una niña encerrada en mi cuerpo.

—Baja la voz Danny —cesan los gritos. Alza el rostro, estamos frente a frente.

—La enfrentaste. Ella te teme. Eso es bueno, pero no te confíes Danna. Los demonios tienen muchos disfraces —dice regresando a ser la misma que hace días se sentó conmigo en el sofá y me hablo de "Ella"

—Creo saber quién es "Ella".

—Muy bien. Haz hecho la tarea Danna —dice con sarcasmos. Es impresionante como Danny cambia de un segundo a otro, un momento llora, al otro se ríe y al siguiente es sarcástica. —Ahora tienes que romper las cadenas.

— ¿Ahora si me dirás todo? —inquiero.

Ella niega.

—Ve al pueblo. Encuentra la casa abandonada, es el comienzo... Tiene que ser rápido, tu amiga Cristal no tiene tiempo. Luego recordaras... me encontraras.

— ¿Me vas a entregar mi cuerpo?

—Promete que me liberarás —me quedo estupefacta, su voz es dulce y tranquila— promételo —insiste al no escuchar respuesta.

—Lo prometo. Aunque no creo poder recordar esta promesa —admito.

Cada vez con la oscuridad más cerca de mis ojos.

—Me encargare de que lo recuerdes —su voz es un suave susurro que se pierde en la oscuridad.

👻👻👻

Abro los ojos desorientada.

¿Acaso me he desmayado?

Las luces me siegan por momentos, tengo leves puntadas en la cabeza, me siento mareada, es una sensación desagradable.

Pestañeo un par de veces hasta que mis ojos se adaptan, recorro el lugar con la vista y me encuentro en una celda.




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