Alma Maldita. Más allá de la muerte 2

Capítulo 21: Nueva realidad

Captulo 21: 

Nueva realidad

Se ha caído la venda

de sus ojos.


Danna

—Señorita no puede irse —no le prestó atención a la enfermera que se encuentra en el pasillo.

Necesito salir de aquí, tomar aire, volver a la realidad, o por lo menos intentarlo por unos minutos.

Cruzo la puerta de emergencias. Afuera la vida sigue con total normalidad. Mientras que la mía se atasca en un mundo tenebroso e inexplicable.

¿Cuántas personas de las que circulan frente a mí, habrán pasado por algo igual o similar a lo que estoy viviendo? y más importante que eso ¿Cómo lograron continuar sus vidas, después de una experiencia tormentosa?

Yo no sé si algún día pueda caminar con tanta tranquilidad, porque esto está grabado en mi cabeza y jamás lo voy a poder olvidar.

—Señorita debe volver, aun no puede irse —la enfermera me toma del brazo. Pero mi añoranza está en ser una de esas personas que camina frente a mí.

—Yo me hare cargo de ella, soy su tío —me giro de inmediato. La enfermera asiente con disgusto. Me libera, gira con resignación y cruza la puerta de emergencias.

— ¿Cómo esta Nick? —le pregunto a Miguel. Que aun cojea un poco de la pierna.

—Estable, pero inconsciente. Se pondrá bien, es fuerte, tengo fe en que saldrá de esta. Ahora lo importante es encontrar a Cristal y tú me vas a ayudar.

De verdad piensa que puedo ser útil, cuando ambos sabemos que su desaparición está ligada… esto es una completa locura.

— ¿Realmente cuentas conmigo para encontrarla? —me dan ganas de reír, que puedo hacer yo a parte de entrar en crisis cada vez que veo un muerto frente a mí.

—Sí —sus ojos muestran sinceridad—. Quien sea esa 
entidad siente curiosidad por ti. Estuviste un tiempo inconsciente y te oí balbucear, la retaste y eso la hizo enloquecer… yo no quería lastimar a mi sobrina…

—Razón por la cual terminaste inconsciente —me cruzo de brazos.

—Exacto, pero antes te oí perfectamente… —estoy tan 
sorprendida jamás pensé que lo habría dicho en voz alta, todo era como una pesadilla—, eres fuerte, cobarde pero tienes tus momentos de valentía, y creo que hay algo más en ti que lo hace retroceder.

—Debo tomar eso último, ¿cómo un cumplido o un insulto?

—Como mejor te parezca —se encoge de hombros.

— ¿Algo más? —inquiero.

—Sí, hay algo en ti que mantiene las cosas malas a cierta distancia…

Interesante, ¿será mi cobardía?

— ¿Cómo lo sabes? —exijo saber.

—Por lo que paso en el pueblo fantasma, lo que ocurrió justo hoy, además estas aquí. Vivita y coleando. No necesito más pruebas, vendrás conmigo.

Ambos no volvemos hacia la entrada de emergencias, la misma enferma viene gritando otra vez, pero esta vez detrás de Alexis.

—He dicho que no puede irse —grita la señora.

—Yo le he dicho que ya me encuentro bien —replica él con recelo.

Mi amigo tiene un pequeño corte por encima de su ceja izquierda, suturada y apenas cubierta por el desorden que ahora es su cabello. Tuvo razón, no eran gran cosa, solo lo alarmante de la sangre.

Miguel, intenta decir algo, pero la enfermera lo interrumpe:

—No me diga, también es su sobrino y se hará cargo de él.

—Eso es correcto, señora —la enfermera se gira en medio de la histeria y cruza la puerta de emergencias.

Definitivamente no ha tenido un buen día, al igual que nosotros.

—Alexis creo que debes quedarte —sugiere Miguel con calma, pero sé que no aceptara. Su cuerpo está tenso, todos lo estamos después de los últimos días y horas.

—No me quedare, voy a ayudar a encontrar a Cristal y no espero tu aprobación. Es mi novia quien está desaparecida.

Miguel gruñe.

—Bien, nos vamos ya —frustrado emprende el camino hacia el auto.

Alexis y yo nos quedamos unos segundos parados en el mismo lugar. Es obvio que no habrá descanso de ahora en adelante, no hasta que todo se resuelva, me giro y observo el hospital, en alguna de las habitaciones esta Nick y Estela. Ni siquiera fui a despedirme. Miguel nos grita que nos movamos de inmediato, así que lo hago.

— ¿A dónde iremos? —pregunto mientras ajusto el cinturón de seguridad. Veo por el espejo a mi amigo, se ha recostado y tiene los ojos cerrados.

—Ir a donde todo comenzó —dice con brusquedad, el motor ruge. Y nos ponemos en marcha.

— ¿Eso nos asegura encontrar a Cristal? —pregunta Alexis.

Miguel suspira pesadamente y me mira de reojo.

—No, pero es lo único que tenemos para comenzar—dice con pesar.

¡Oh! Dios, esto será como caminar a ciegas. Cristal podría estar en cualquier parte. Ni mucho menos que se encuentre bien, está desaparecida, poseída y herida. Dios, sé que nunca te he buscado, pero si tienes algo de tiempo deberías echarme una mano en todo este asunto. Las cosas se están poniendo color de hormiga y no me gusta nada.




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