Alma oscura

Capitulo 32

Hugo 

La situación con Seher estaba siendo complicada, mi familia influia mucho para que el caso no sea dejado, Sergey también hizo trabajo por su parte, imagino que por eso la prensa estuvo al tanto de todos los detalles sobre el tema. 

Los días pasaban y mis sentimientos tomaban otro rumbo, apesar de que Emiliana no aceptaba aún tener algo conmigo yo me empeñe en que así fuera. Mentiría y Dios me castigaría si niego tener en mi cabeza a Seher, hice lo que pude para mantener nuestro amor pero el destino hizo de las suyas y volteo a otro lado. 

La tenía en mi cabeza, me preocupaba pensar como estaría en su estado eso era lo que más me angustiaba, teníamos el sueño de tener un bebé pero ya que ella lo tiene pero no conmigo su condición era de preocupación... 

Los meses pasaban y mi familia me apoyaba respecto a seguir presionando a mi tío para que no desistiera. 

Emiliana empezó  una carrera de modelo pero solo quería trabajar para la marca de esa empresa no quería ser figura para otras apesar de que le mandaban propuestas ella se negaba, le daba un poco de pena que otras personas le vieran, ya estaba acostumbrada a los gritos locos de el diseñador estrella. Tuve uno que otro encuentro con el hijo del dueño, pero yo debía marcar terreno aunque ella no me halla dado el sí, la besaba frente a ellos sin importar las bofetadas que me daba cuando llegabamos al auto. 

Mi vida debía ser normal, así que había empezado a estudiar en la universidad, cuatros meses después Emiliana acepto ser mi novia y eso pasó porque me enfermé, el estrés a causa de mi preocupación por Seher, mis estudios, el compromiso con ayudar en el restaurante, la línea de marca que mis padres desarrollaban, explotó de tal manera que no di para levantarme esa mañana. 

Mi celular sonó, al ver la pantalla era mi madre 

– Hijo, ¿no has salido de casa?

– No mamá, me siento mal 

– ¿Te enfermaste?, No salgas de casa, pediré que te hagan una sopa y te den medicinas. 

– No, mamá no es. Ni siquiera dejo que hablara corto la llamada. 

No tenía fuerzas, sentía mi cuerpo caliente pero no sé que tanto. No pasó mucho tiempo cuando tocaron la puerta. 

– Adelante. 

Emiliana entro con mala cara 

– Ni siquiera quería venir hasta aquí. Gruñó

– Está bien déjalo ahí, le dije al ver que traía el desayuno. 

Ella me miró con cara de sorpresa, estaba acostumbrada a escucharme hablar y acortejarla cada vez que la veía. 

Frunció el ceño 

– Desea algo más? 

– No, ya deja eso ahí. Dije tratando de ponerme en pie 

Ella corrió al ver que perdía el equilibrio y se acercó a mí, al tener contacto con mi piel se quejó.

– ¡Estás ardiendo en fiebre! ¿Osea que si no me acercó no me dices Hugo?, Bufó

– Da igual ¿No?, Respondí 

– Tienes que bañarte, pesas demasiado así que ayúdame a llegar al baño. 

Al entrar abrió la ducha y al sentir esa agua helada parecía que sentía hielo en mi cuerpo, perdí la firmeza en mis piernas y la traje sobre mí al caerme.

Sus ojos se encontraron con los míos, la tome de la nuca y la besé. Conté con suerte porque me correspondió. 

Me cuido hasta que estuve mejor, después de ese día la hice oficial frente a mi familia. 

Mis hermanas alegaron con que no debía seguir trabajando limpiando la casa ya que estaba en una relación conmigo, podrían darle otro tipo de empleo pero ella se negó, asi que  deje que tomara su propia decisión, ella estaba cómoda, hacia los quehaceres en casa y cuando tenía trabajo como modelo la llevaba eso si no se lo dejaría a otra persona. Era una buena estudiante, dormía hasta tarde preparándose para sus exámenes, la ayudaba cuando no entendía algo, aveces dormía en mi habitación, no me dejaba dar otro paso y yo respetaba su decisión. 

Cómo hombre deseaba su cuerpo pero eso sería cuando ella estuviera lista para ese día. 

5 meses después la convencí de que aceptara la propuesta de mi padre, manejar una de las tiendas de ropa urbana. Ella era inteligente haría un buen trabajo y no quería verla limpiando pisos ni baño, era mi novia, la chica que estaba empezando amar me robaba el corazón poco a poco. 

Con el paso de los días les demostró a mis padres y a mis hermanas que si era capaz de tener una buena administración, la tienda tenía un alto nivel en ventas y eso me hacía sentir orgulloso de ella. 

Una mañana llegamos al almacén, como era costumbre se debía hacer una revisión... 

– Eres genial. Le dijo mi hermana mayor – Yo opino que hace un excelente trabajo papá. 

– Pues eres de admirar Emiliana, todo está en orden tanto en las prendas, como en las cuentas, felicidades, yo sabía que eras capaz. Le dijo papá 

La tome de la mano y le sonreí

– Sabía que lo harías. Le susurre

Le di un beso y ella correspondió

– Pueden cerrar temprano, ordenó mí padre. 

Las dos asesoras de ventas que trabajaban ahí con Emiliana aplaudieron

– ¡Si, felicidades se ganaron el bono este mes chicas!. Dijo mi hermana

Emiliana sonrió

– Paso por tí a las tres cariño. Le susurre

– Está bien, me dijo. Se inclinó y me besó. 

Salimos de la tienda y las escuchamos gritar y aplaudir 

– Wuuu, hacia tiempo que no me ganaba un bono por venta que emoción!, Escuchamos a una de las chicas gritar. 

Reímos y subimos al auto. Pasado la tarde llegué por mi chica, la ayude a cerrar. 

– ¿A dónde iremos? Me preguntó

– A dar un paseo. 

La lleve a un restaurante y no de mi familia, fui fotografiado por un par de personas de la prensa al salir con ella tomados de las manos nos cayeron.

– ¡Hugo! ¿Podemos hacerle un par de preguntas!, Me acechó un periodista

– No cariño, no puedo contestar ahora. Dije 

– ¡Emiliana! ¿Cuánto llevas de relación con el hijo de los Delgado?, La acecharon a ella 

Caminamos hasta el auto, uno de los de la seguridad de ese restaurante nos ayudó con la prensa que había aparecido derrepente. 




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