Marcus
Mi sospecha empezó a ser obvia, me di cuenta que estás dos mujeres habían descubierto algo y lo noté en cuanto Analía subió a la habitación, sentí a Samara algo tensa.
– ¿Tienes cerveza?, Le pregunté
– Claro, te paso una. Dijo acercándose a la nevera.
Al darme la botella mire su mano y ella temblaba.
"Maldita sea" pensé dentro de mí
– Te ayudaré con la comida. Dije levantándome del asiento.
Sonrió con la mirada espesa.
Trague en seco y me acerque a ella
– Te noto extraña. ¿Está todo bien?
Ella negó
– Estoy, bien, perfecta. Me pasas el cuchillo. Dijo al ver que estaba estorbando su paso al extender su mano para alcanzar el cuchillo.
Lo tome y lo clave en la tabla de madera que estaba cerca su mano izquierda.
Ella me miró horrorizada.
Me acerque a su rostro y sonreí
– Crees que soy idiota. Le dije
Samara frunció el ceño y negó
– ¿Porque lo pensaría? ¿Acaso pasa algo?
– Dímelo tú. Dije mirándola a los ojos
Miró el cuchillo, intento tomarlo pero no lo hizo, carraspeó su garganta y su respiración empezó a ser más rápida y pesada.
Dió la espalda y corrió, me di la vuelta del otro lado y la tome del cabello.
Ella gritó
– ¡Analía sal de aquí!.
La arrastre del cabello hasta una silla, mientras ella intentaba soltarse, gritaba y pataleaba, no quería llegar a estos extremos pero ella me obligó. La tome del cuello y la levanté del piso para sentarla. Había encontrado una soga en una de las gavetas del mueble del baño.
– Clase número 1. No debes querer hacerte amigo de un desconocido. Le dije mientras ataba sus piernas, empezó a lloriquear – Clase número 2. Debes desconfiar porque no todos son buenos. Sabías que a nosotros los Estados Unidenses nos tratan de locos, ¡No entiendo porqué! Nosotros somos hombres de buen corazón. ¡Que aveces! ¡Aveces! Las mujeres nos sacan de nuestros cavales y toca hacer otras cositas.
– Estás loco. Dijo
Yo me acerque a su rostro, besé su boca y sonreí
– Es una lastima ¿Sabés?, Una cosa me llevo a otra y otra y otra y ahora estoy aquí.
– Entonces es verdad, ¿Tienes a una mujer escondida?
– Algo así, pero no así. Me senté en sus piernas – Pasa que esa chica me gusta un montón, pero nunca me prestó atención. Entonces se hizo novia de un tipo que me caí como una patada en la barriga, eso me lleno de odio y tocó hacerla mía
– ¿La violaste?, Preguntó horrorizada
– Tocó, ella tiene un gran parecido a una mujer que amé, ¡¿Y que crees!? Luego se casa con otro. Es que ustedes las mujeres hacen unas cosas, luego se quejan de uno, ¡Quien las entiende!.
– Estás enfermo.
La tome de las mejillas y la sacudí
– No mucho, ahora voy a ver a tu hija. Le dije haciendo que ella me mirara con miedo.
Tape su boca y subí al segundo piso...
Sorpresa la que me lleve, está niña se había escapado por la ventana y eso me hizo enfurecer. Grite fuerte
– ¡Analía!. ¡Maldita sea!
A esta hora ya tuvo a haber ayudado a escapar a Seher.
Corrí hacia Samara y ella me miró con mucho más miedo del que ya me veía.
La ira que empezaba a sentir empecé a escupirla.
– ¡Tú, tú pagarás por haberte involucrado con tu estúpida hija!. Grite lleno de ira.
Ella me miraba con horror y empezó a brincar en el asiento, la tome del cuello y le dí una bofetada.
Ella lloraba y gritaba
– ¡Gritaa, grita todo lo que quieras porque nadien te escuchará!, Aquí solo estamos tú y yo, despues de tí, iré por tu hija. Ella abrió los ojos sorprendida – Voy darte una lección, ¡Voy a darte una puta lección!. Grité.
Seguido de eso sentí un fuerte golpe en mi cabeza...
Recordé en el hospital. Me tenían esposado, pero lo que más llamo mi atención fue a la persona que ví en el asiento del frente.
– ¡¿Que haces aquí!?, ¿Cómo encontraste a tu esposa?. Le dije a Sergey en tono denigrante.
Su postura relajada me hizo pensar que disfrutaba mi situación.
– Está bien, respondió – ¡Por cierto!, Llegamos a tiempo, el suficiente para ver a mi hija nacer. Se acomodo en el asiento y sonrió
Sentí un terrible amargo
– ¿Que quieres? Le pregunté
Paso su mano por su cabello y achino su mirada
– Debes algo hijo de puta, y sabes que pagarás por ello. Arrastraste a tus pasos a Maura.
Frunci el ceño al escuchar el nombre de ella
– ¿Donde está Maura?
Echo la mitad de su cuerpo hacia delante en el mismo asiento. Me miró con molestia
– ¿Te importa? ¿Quieres saber de Maura?, Está inconsciente en un hospital, se cortó las venas y por poco muere, eso, es gracias a tí.
No sé, pero por su modo de hablar entendí que le interesaba el bienestar de Maura, pero no era el único, soy culpable de haberla envuelto conmigo sin importar que ella también estuvo de acuerdo, la cárcel no era un lugar para una chica como ella.
– ¿Está bien?, Terminé por preguntar
Sergey asintió en respuesta.
– Por lo menos no murió. Dijo
Exhale el aire que contenía.
– ¿Vienes por ella?, Él asintió nuevamente – ¿Que quieres?, Pregunté
Se levantó y camino hacia la ventana, abrió la cortina al tiempo que la ventana.
– Como bien sabes Maura no se adaptará a un lugar como esos, no sobrevivirá ni una semana.
Lo sabía, sabía que estaba aquí por algo, estábamos en el mismo circuito.
– Habla claro Sergey. Le dije
– Tendrás juicio en dos días, debes culparte de todo, a ella la acusaran de ser tu cómplice, debes ayudarla. Dió pasos hacia mí – Si Maura se queda presa en esa cárcel va morir, tampoco quiero eso para ella. Tú eres lo suficientemente fuerte para soportar y eres capaz de defenderte, pero bien sabes que ella no.
Era verdad, todo lo que él decía sobre ella era cierto.
– ¿Porque tienes ese interés en ella? ¿Acaso la quieres como amante?. Necesitaba saber que quería de ella
Editado: 12.08.2023