Van mis penas blancas
en la frigida alba del sur,
por un simple varón de tafur
y corazón de potranca.
De su mano de semillas secas
con migajas de mazapán,
¿acaso sus mentiras me flipan?
Yo creí en sus manos de muñecas.
Mis lágrimas caen sobre el percal,
seca lla brisa mi rostro mojado.
Mi corazón, ya se ha mejorado
resignado está de sufrir, es pura cal.