Las nubes presurosas se movilizan
hacia algún punto del universo,
son pesadas con multiformes
dibujos que me invitan a soñar.
Sus ropajes grises dan cuenta
del cambio de estación invernal.
Levanto mis ojos al cielo
para contemplar aquel glorioso
misterio inquieto y violento
donde convergen los intangibles
deseos del soberano
rey y señor del universo.
Mi religión ha reprimido mis alas
atrayendome a ser la mujer "de".
La praxis del ritual natural y
hasta cotidiano del flexible
ondonear del universo se
manifiesta en mi ritmo cardíaco,
siendo parte del mismo.
Una inesquiva pregunta
nace de mi mente:
¿ estoy conforme con mi destino?
el sombrío laberinto me detiene
prisionera del Torbellino hogareño
y pienso en aquellos tiempos
de golondrina libre. ¡Oh si!
Cuando abracé las nubes con
Mis alas al viento, otra vez
Arremetió en mi otra pregunta:
¿Eres íntegra?
¿Te satisface hacer las mismas
cosas Todos los días?
Quizás sí, quizás no.
Esquivo a mi subconsciente
y miro a mi perro odioso
echado a mi costado.