ARIA ESTACIONÓ EN la zona de aparcamiento, en el perímetro externo del territorio, los vehículos comunes sólo podían llegar hasta esa zona, el resto del camino debía hacerse a pie.
Seguía sin poder quitarse la visión de William observándola desde esa acera, quería creer con cada parte de su cerebro que sólo era un espejismo, una imagen falsa causada por todos los problemas que tenía.
Sí, pensó, no tenía razón para preocuparse por una mala jugada de sus nervios.
Antes de salir de su auto, cambió sus zapatos de taco negros por unas zapatillas de deporte, sus pantalones formales por unos informales y cubrió su camisa blanca con un buzo azul.
Corrió el tramo que separaba la zona de aparcamiento de su cabaña, el aire tibio estaba cargado con nuevos olores dulces provenientes de las flores que estaban surgiendo de los arbustos, la temperatura oscilaba como cada primavera. Frío en la mañana, calor en la tarde, para un cambiante como ella, era difícil adaptarse a los cambios.
Al llegar a su hogar, se dirigió directamente al refrigerador para tomar una bebida energética, regresó a la sala de estar y agarró su celular de la mesa de café.
— ¿Aria? —la voz de Liam se escuchó ahogada.
— ¿Es un mal momento?
Risas se escucharon de fondo, ella reconoció a Shelly susurrando algo que prefirió ignorar.
—No, ¿Qué sucede?
—Nada alarmante, no te preocupes, quiero hablar contigo.
—De acuerdo ¿Puede ser en media hora?
Más susurros, escuchó la risa sofocada de Liam.
—Sí, no tengo nada más que hacer.
—Excelente.
La llamada se cortó y quedó en silencio, una sonrisa en su rostro y un rubor en sus mejillas. Ella se alegraba por la nueva vida de su amigo, aunque era incómoda la sensación de soledad que la invadía.
Casi todos los miembros de su clan, a excepción de Tyler y Hailey estaban en parejas. Pronto todo su clan quedaría emparejado, eso era el sueño de todo alfa.
Debería alegrarse por eso, sin embargo se sentía incómoda al ver como todos encontraban su pareja. Algo realmente desconcertante debido a que ella misma tiempo atrás había afirmado que no quería ningún tipo de relación sentimental.
¿Había cambiado de opinión? ¿O las recientes relaciones la estaban volviendo sentimental?
Aria se inclinaba por lo segundo.
Para dejar de pensar, dedicó su tiempo libre a leer los archivos que Tarah le había enviado la noche anterior. La mujer guepardo era una maestra de la informática, lo que encontró fue oro puro.
Hans Kreiger tenía un punto débil.
Un clan al que contribuía generosamente, un grupo bastante mixto, humanos y cambiantes lo conformaban llegando al asombroso número de cuatrocientos setenta miembros. Era más grande que los clanes Moon Fighters y White Claws juntos.
¿Cómo nunca había oído sobre los Black Souls? ¿Por qué Hans figuraba como dueño y no como alfa de ese clan?
Kreiger debía tener una importante razón para mantener a su clan y su relación con su propia persona en un perfil bajo, incluso el clan de Aria era conocido dentro de la base de datos de la ACC. Era extraño que ningún archivo provenga de esa base, se suponía que la Asociación de Clanes Cambiantes controlaba la creación, desintegración y el crecimiento de todos los clanes en el mundo.
Era extraño.
Un par de golpes sonaron en su puerta para cuando leyó los archivos por séptima vez, quería estar segura de no pasar ningún pedazo de información.
Abrió con su computadora portátil aún en mano.
—Hola Liam, pasa por favor.
El hombre avanzó al interior y se dejó caer en uno de sus sillones negros.
— ¿Algún dato importante? —preguntó mirando con atención su computadora.
—Sí, Tarah encontró algo que tal vez nos sea de utilidad.
Le entregó el aparato y lo vio leer en silencio, su cabello marrón oscuro estaba revuelto, sus ojos verdes brillantes con atención reflejaban la pantalla.
—Definitivamente es interesante —dijo, cuando terminó de leer—. Pero estoy seguro de que no me llamaste por esto.
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Editado: 23.02.2019