EL SOL ESTABA a punto de ocultarse del otro lado del horizonte para cuando llegaron a ver la borrosa ciudad de Dermont.
Sean ordenó a todos que volvieran a la forma humana y se cambiaran con la ropa que Alena llevaba en la mochila. Pronto todos estuvieron de pie atentos a sus decisiones.
Aria emergió del cuerpo del leopardo, automáticamente todos miraron a un punto distante, incluido él.
A pesar de que había un aire calmo entre ellos, Sean no podía dejar de escudriñar su entorno en busca de posibles seguidores. Se sentía como una presa que pronto podría ser acorralada en cualquier momento y eso le disgustaba mucho.
— ¿Cuánto nos queda? —le preguntó a Alena.
La distracción de Aria ocultando su desnudez era demasiado poderosa, debía resistir.
—Trescientos setenta y ocho kilómetros hasta Woodstone City.
Era demasiado y al paso que iban no llegarían a tiempo, el camión tendría que ser recibido por los miembros que se quedaron en la ciudad.
Ni siquiera lograrían llegar antes de la siguiente salida del sol.
—No podremos llegar a tiempo, pero necesitamos movernos más rápido, cada minuto que estamos quietos nos retrasa y expone ante posibles rastreadores.
—Sean —Aria le llamó.
Dio una discreta mirada a la joven Alena y acortó la distancia entre ella y Aria.
— ¿Sucede algo?
—Sí —fue un tenue murmullo acompañado de una media sonrisa—. Tarah me ha enviado un mensaje.
Ella le mostró la pantalla del teléfono satelital:
"Está hecho"
Era todo lo que decía, dos palabras que arrastraban un peso muy enorme lejos de ellos, de sus clanes.
El plan había funcionado.
— ¿Ya está circulando?
—Logró subirlo minutos antes del ataque —elevó su mirada al cielo por un breve momento, y luego regresó a él—. El vídeo está en todas partes del mundo, lo tenemos Sean, lo tenemos.
Había alivio y suavidad en su voz, la brisa del atardecer movía su cabello negro, las finas hebras estaban opacas por el sudor y la tierra, pero aun así se movían con libertad y ligereza enmarcando sus facciones suaves.
—Kreiger está acorralado en Moscú —Alena llegó a ellos—. Emily me ha enviado un mensaje, la policía lo tiene atrapado.
Y esa confirmación bastó para que Sean elevara su mirada al cielo azul que lentamente se oscurecía sobre ellos, inspiró el aire tibio de primavera y sonrió, luego bajó su cabeza hasta encontrarse con la mirada azul de aquella mujer fuerte, valiente y obstinada.
—Ya está hecho.
* * *
—Oficialmente Hans Kreiger está acabado.
Sean se sentó en el asiento junto a Aria, los últimos pasajeros estaban llenando los asientos vacíos del autobús.
—Esas son excelentes noticias —ella miró a las personas que llenaban el vehículo— ¿Ya han subido todos?
—Todos están aquí.
La puerta se cerró y el conductor comenzó a conducir por la ciudad, serían diez largas horas de viaje hasta Woodstone City, pero estaba más que dispuesto a sacrificar su espalda en ese incómodo asiento, el tiempo era todo suyo ahora que las cosas volvían a su lugar.
El peligro estaba lejos y ya habían hecho justicia.
Las pruebas del delito que Kreiger había cometido estaban circulando por internet gracias a las habilidades de Tarah y su hermana.
Ni siquiera el corrupto más grande escapaba de las leyes, mucho menos de los prejuicios y difamaciones que la gente estaría creando en tanto el vídeo y los archivos estuviesen en cada portal de noticias.
La condena pública sería el menor de los problemas para el hombre que había privado de su libertad a tantos inocentes.
—No habrán más problemas a partir de ahora —Aria bostezó—. Puedo prometer eso.
Y de forma inesperada inclinó su cabeza sobre su hombro, sin perder tiempo Sean la acercó rodeándola con su brazo, dejó que ella descansara usando su pecho como almohada.
La paz invadió su cuerpo y el puma quedó reducido a un tenue ronroneo que sólo él podía oír en su mente.
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Editado: 23.02.2019