Alma Salvaje [serie Ice Dagers 6]

Capítulo 33

 

 

 

SE CRUZÓ DE brazos mientras veía la grabación reproducirse en una de las pantallas.

El hombre que en ella se encontraba distaba poco de ser el poderoso empresario que días antes fue.

Un escalofrío recorrió su espalda cuando vio la enorme figura de William irrumpir en la sala de interrogaciones en la que Hans Kreiger estaba encerrado. Un golpe mortal de garras y el hombre estaba en el suelo, el sonido del borboteo de la sangre al salir era apenas audible pero los refinados sentidos del felino en su interior lo captaron a la perfección.

— ¿Cómo permitieron eso?

Sonidos de tacones se oyeron detrás, Alena y Emily lo rodearon.

—William interceptó el camión señuelo y obligó a Charlie a bajar diciendo que era mejor que regresara con el clan.

La voz de su hermana sonó áspera, sutil indicio de que le disgustaba lo que sucedía en la pantalla.

—Charlie regresó, luego nos enteramos que William atrajo a la mayor parte de las tropas de seguridad, por eso los demás regresaron ilesos.

Una acción tan inesperada no cabía en el perfil de aquel hombre, sin embargo, Sean mantenía sus dudas.

— ¿Cómo pudo salir con vida?

—Guiando a todos hacia el desfiladero que sigue una ruta desviada —respondió Alena—. Estaba bien preparado, saltó en el último momento y usó un lanzador de bengalas para derribar el helicóptero.

Sean volvió su vista a la pantalla, policías humanos habían entrado a la sala y esposaron al leopardo que seguía sin quitar su vista del cuerpo de Kreiger.

—Sangre por sangre —dijo en un tenue murmullo—. Vida por vida.

— ¿Recuerdas que te dije que William tuvo un clan? — Emily recobró parte de su habitual calidez.

—Sí ¿Qué hay con eso?

—William ha tomado la posición de alfa y reclamó la herencia que Kreiger postuló en un testamento.

— ¿Lo hizo por la fuerza?

Inclinó su cabeza para verla a los ojos.

—No, ellos lo eligieron.

Había cierta aceptación en sus palabras, un brillo de admiración que le molestó.

—Perfecto, entonces creo que todo está resuelto.

Se giró para irse en dirección al ascensor pero una delgada mano en su hombro lo detuvo.

—El lobo fastidioso quiere verte.

—Dile a Derek Miller que mi agenda está llena.

Emily caminó con él.

—Los lobos huelen las mentiras —canturreó Alena detrás.

—Dijo que es importante.

Se detuvo frente al ascensor.

—Puede esperar, tengo otros asuntos que atender.

Los tres subieron, la incomodidad caló sobre su cuerpo al sentir la tensión de Emily, estaba molesta.

Miró su reloj al salir y al ver que tan solo quedaban dos horas se apresuró, ni siquiera se despidió de Tammy.

—Espera ¿A dónde vas con tanta prisa?

El tono de Emily comenzó a ser cada vez más serio.

—Asuntos personales.

Una sonrisa no fue suficiente para calmar la mirada tensa en el rostro de la mujer.

Ella se cruzó de brazos y lo miró fijo.

—Es Aria ¿Verdad? Vas a intentarlo de nuevo.

— ¿Qué tiene de malo?

Ubicó su camioneta prestada y se dirigió hacia ella.

—Sabes mi opinión sobre el tema.

Sean esperó hasta cruzar la calle y darse vuelta para observarla, la quería, aunque no llevaran la misma sangre, pero era momento de apartarla de su objetivo. Emily no podía destruir sus ánimos, no ese día.

—Y yo sé que puedes ocuparte de tus propios asuntos.

Con la pena de haber sido demasiado duro, se subió al vehículo y condujo hasta internarse en los caminos interiores que sólo eran usados por miembros del clan y personal autorizado. Esos caminos ayudaban a conectar las dispersas cabañas y centros de reunión del clan.

Le tomó media hora llegar a una zona segura para dejar la camioneta y continuar a pie. El aire tenía una ligera sensación de tormenta que erizó el vello de su nuca, el mal clima se construía en las nubes oscuras que cubrían el cielo.




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