Alma Salvaje [serie Ice Dagers 6]

Escena Extra 2

 


Los eventos aquí descritos ocurren después de Alma Salvaje, ante la venida del primogénito de dos sumisos, Alexei está desesperado por darles el mejor regalo posible.

 

❋・────━【❆】━────・❋ 

La sorpresa de Alexei

❋・────━【❆】━────・❋ 

 

 

Poco a poco, los pasillos del centro comercial se fueron vaciando, él ya los había recorrido una y otra, y otra vez, buscando algo que llamara su atención, pero no encontró nada,  por cuarta vez se detuvo en el primer escalón de la escalera eléctrica.

—Por favor, Alexei ¿puedes tomar algo y ya? —Detrás de él, Ryan habló con cansancio—. Solo toma un oso de peluche y salgamos de aquí.

—No voy a tomar lo primero que encuentre, quiero algo que sea especial.

Llegaron arriba, un amplio espacio que en el centro tenía un círculo lleno de plantas con bancas en donde sentarse.

—Oh mira —Ryan casi le obligó a voltear su mirada—. Allí hay un enorme panda, a todos les gustan los pandas ¡Listo! Caso resuelto ¿nos vamos?

Alexei suspiró agotado, frotó sus sienes con los dedos y luego miró al sumiso con falsa indignación.

—No voy a regalarle un panda de un metro al cachorro de Riley.

—¿Por qué no?

En ese momento, se arrepintió de tomar al sumiso como su primera opción de acompañante, tendría que haberle dicho a Ashley, pero su compañera estaba atendiendo a Riley junto con Tarah, Kaylee y Liam.

—Porque es Riley, ella merece algo mejor y su hijo también.

Ryan gruñó bajo.

—Apuesto a que si Belle estuviera embarazada no actuarías como un loco.

Un brillo en sus ojos marrones lo delató, Alexei sonrió mostrando sus dientes.

—¿Acaso escuché algo oculto en lo que dijiste?

—No —Ryan estaba rojo—. Allí hay una tienda, hay que verla.

A grandes zancadas alcanzó al sumiso y lo giró.

—¿Te gusta Isabelle? —Fue directo al punto de interés, eso iba a ser divertido.

—Por supuesto que no, no, yo no siento nada.

El nerviosismo de su amigo casi le hizo reír.

—Ryan...

—De acuerdo, sí, maldición, me gusta.

Bingo. Ahora tenía una razón para hacer que Isabelle deje de ser tan molesta.

—¿Por qué no haces algo al respecto?

Ryan arrugó su nariz como si Alexei le hubiera dicho que jugara con un lobo.

—Soy un sumiso —dijo, encogiéndose de hombros.

—¿Y?

—Y ella es la más dominante de las mujeres del clan, no funcionaría ni en un millón de años.

Sus palabras se tiñeron con dolor, Alexei pensó bien su respuesta, aunque el protector leopardo quería calmar a su compañero de clan sumiso.

—Ella te quiere.

—¿Qué dijiste?

Rodó los ojos.

—¿Eres ciego o qué? Todo el clan se da cuenta, es lógico, ella se acerca con notables intenciones y tú te alejas como conejo asustado.

Ryan negó suavemente. 

—No soy bueno para comprender a los dominantes, yo sólo pienso cuándo responder y cuándo agachar la cabeza.

—Entonces estás bien jodido. —Alexei le dio una palmada en la espalda—. Sólo presta un poco más de atención, tal vez las cosas funcionen.

Sonriendo, miró hacia la tienda que Ryan había indicado en su desesperado intento por cambiar de tema. La curiosidad atrapó al gato, y Alexei era uno muy curioso.

—Vamos a ver qué hay en esa tienda.

—Antiguedades y chucherías —Ryan volvió a quejarse—. De todo el centro comercial, ese es el menos indicado para encontrarle el regalo a un recién nacido.

—Deja de llorar, pareces un cachorro.

Ambos entraron, el lugar estaba vacío de gente, pero lleno de cosas de todo tipo, armas antiguas, juegos de vajilla decorados, estatuillas, banderas, ollas, juegos de cubiertos y un sin fin de artículos extraños. En un momento, perdió de vista a Ryan y se vio sólo frente a una caja grande de vidrio que descansaba sobre un portador de madera, en su interior, vio una manta celeste, bordada con figuras de hojas en todos sus bordes, decorada con hilos dorados, y en el centro, la imagen de la cabeza de un leopardo rugiendo.

De pronto, ya no estaba ahí, no, Alexei era más pequeño en el recuerdo, estaba en una cama hecha de harapos, con velas encendidas a su alrededor, mientras una mujer a la que le costaba recordar lo cubría con una manta celeste bordada y cantaba en dialecto ruso.

“Spi, son, moy malen'kiy mal'chik, zavtra budet solntse i luna, kotoryye budut siyat' dlya tebya...”

—Alex, hey, Alexei —Ryan le dio un golpe suave para llamar su atención—. Reacciona.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.