Alma Sattvica

#4. El pasadizo

Al final, por obligación, algo normal en Juan, fuimos a comprar unas cuantas cosas para decorar mi casa y volvimos.

Él me iba a dejar tranquila para que mire y lea bien los libros y si encontraba algo raro que le avise.

Dejé la nota con el número del vendedor en la heladera aferrada con un imán y comencé con el libro pequeño, que supongo que sería el resumido.

El libro pequeño, era de una tapa dura de color beige y se lo notaba desgastado, claro, porque era antiguo. Para mí sorpresa, al abrirlo, estaba muy bien conservada cada página. En ellos contenían planos, la fecha de construcción, quiénes eran los dueños, que modificaciones hubo, entre otras cosas.

En el libro grande el cuál no era de tapa dura, tenía un color gris y algunas manchas negras, este contenía más información de la que pueden creer, también tenía la información del libro pequeño, pero más detallado y entre eso decía que había un pasadizo secreto en el living.

Rápidamente fui a buscar el papel en la heladera, registré el número en mi celular, se llamaba Leonardo y le mandé un mensaje.

Hola, soy Becca. La chica de los libros de la casa en la cuál vivo.

Leonardo Hola. Ah, sí, la chica de carácter fuerte. Sin ofender.

No hay problema. ¿Tienes algún libro o algo sobre pasadizos secretos en casas antiguas?

Leonardo ¿Por qué? ¿Tu casa tiene uno?

Creo que sí, acabo de descubrirlo, pero no entiendo nada.

Leonardo Tranquila :) Para mañana voy a tratar de conseguir algo.

Gracias.

Después de hablar con él, decidí llamar a Juan.

— Hola, Juan — le dije casi en un grito. — ¿Encontraste algo? — se le notaba la emoción a través del celular. — Siii, un pasadizo secreto que aparentemente termina en la casa de un vecino o vecina. — Ya voy — cortó la llamada.

Creo que no pasaron ni dos segundos y ya me estaba por romper el timbre.

— Tranquilo, tranquilo — dije al abrirle la puerta.

Lo único que hizo fue empujarme para ir en dirección al patio.

«Que estúpido se ponía con estos temas» pensaba.

Fui para donde estaba él y me decía

— La casa que da a tu patio, es de Mía, seguro le va a encantar todo esto, ya vuelvo — dijo y literalmente se fue corriendo.

Y de nuevo comenzó a tocar el timbre y al borde de romperlo.

Ya estoy pensando en regalarle una copia de la llave de mi casa para su cumpleaños, lo estoy pensando seriamente, era muy intenso este chico.

Abrí la puerta y estaba Juan, supongo que Mía y una chica más.

— Bueno, las presento — habló él — . Ella es Becca, mi mejor amiga y ellas son mis amigas Mía y Alicia.

Saludé a cada una, Mía era bajita de cabello negro y Alicia de su misma altura, pero de cabello castaño. Lo gracioso de estas dos hermanas eran que se llevaban seis años de diferencias y eran la misma altura. Parecían muy buenas personas y se notaba que nos íbamos a llevar muy bien las tres.

— Perdón, tengo que cargar con la garrapata — se refirió a su hermana, Alicia. — Che, ¿qué te pasa? — respondió ella ofendida.

Todos comenzamos a reírnos, ya me caían muy bien con esa simple pelea, luego de un rato de risas, hablé

— Bueno, te cuento resumido. Me encontré una biblioteca en la cuál el vendedor... — interrumpe Juan — . Te gustó. — Silencio — lo golpeé suavemente en el hombro y proseguí — . En el cuál el vendedor me dio dos libros, uno de ellos habla de un pasadizo secreto que aparentemente empieza aquí — , señalo el living — , y termina en tu casa. — Woow — dijeron al unísono las hermanas. — Bueno, hay que buscar las cosas para mañana porque ya es tarde. Nos levantemos temprano, a eso de las 09:00, más tardar 09:30 y vamos a buscar los elementos necesarios para comenzar la excavación — propuso Juan.

Todas estuvimos de acuerdo con su plan.

Nos despedimos, comí algo ligero y me di un relajante baño.

Mañana iba a ser un rarísimo día, tal vez, lo invite a Leonardo a que se una a esta pequeña aventura en forma de agradecimiento por los libros que me dio.

Salí de bañarme y me cambié para irme a dormir.




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