WAR
Al llegar a la aldea al pie de la montaña tomo el primer caballo que encuentro, uno que soporte el viaje y el peso de ambos a su espalda, cuando pensé en no confiar en nadie incluí a mi Rey, y pese a las miradas temerosas de Hikari no diría una palabra hasta llegar al castillo, sería un viaje de varios días. A medio camino consigo una sensación de calma que hacía tiempo no tenía, incluso mis más salvajes instintos se aplacan, por un momento creo que es la simple compañía lo que me calma, si lo pienso, desde que lo conozco nunca hemos estado realmente solos los dos.
_ ¡Ya está bien! –Comienza con tono molesto y salta del caballo- ¡No daré un paso más hasta que no me explique qué sucede!
Me lo quedo viendo con una media sonrisa sardónica, técnicamente no dimos ningún paso, solo el animal lo hiso.
_ ¡Ya me entiendes! –Agrega sonrojándose-
Con un suspiro desmonto dando unos pasos para que pueda pastar y volteo a ver a mi acompañante.
_ Encontramos al que invadió la montaña. – ¿Cómo decirle lo que creo que sucede sin decirlo realmente? No sabía quién podría estarnos escuchando, aunque estoy bastante seguro de que nadie nos sigue- Y sus motivos fueron muy oscuros, de momento no puedo decirlo.
Se me queda viendo cuestionadoramente pero no dice nada más y yo espero que lo comprenda.
_ ¿Crees que podríamos caminar un poco? –Agrega después de un momento de silencio con un gesto de dolor mientras jala un poco sus ropas de entre las piernas-
En una actitud completamente impropia en mi dejo salir una carcajada mientras lo abrazo fuerte, había olvidado por completo su falta de costumbre a montar y simplemente continúe. Durante lo que resta del día caminamos en un cómodo silencio, esta vez presto más atención a sus gestos en busca de cualquier malestar y cuando da su primer bostezó decido que ya fue suficiente por hoy, con una pequeña fogata nos acomodamos en el suelo luego de una cena de carne seca, mañana iniciaríamos la marcha al amanecer, aun nos restan tres días.
CEYLAN
Las cosas en el palacio parecían que en cualquier momento estallaban, mientras Gallen se esfuerza por aprender nuestra historia las visitas no se detienen, todas ellas en una sucesión de exigencias y pretensiones de cortejo que rallan lo inmoral, lo único que consiguen es ponerme de pésimo humor y para colmo esto.
_ Capitán. –Comienza el Rey con su tono altivo- Se me ha informado que no está otorgando el tiempo de cortejo indicado.
_ Mi Rey. –Intento mantener mi descontento bajo control- El príncipe se encuentra muy ocupado con sus estudios para recibir a nadie en estos momentos, me ha ordenado informarles cuando esté listo.
_ Es su deber permanecer accesible. –Reconozco una orden cuando la oigo-
_ Pero majestad, si responde a todos los que usted envía no tendrá tiempo para prepararse. –Mi tono es entre reproche y acusación-
_ Yo no fui quien inicio esto, fue él quien dio a entender que todos tendrían el mismo derecho, ahora debe hacer valer sus palabras como futuro Rey que es.
Aprieto mis dientes con fuerza tragándome mis quejas, tiene razón en lo que dice pero al mismo tiempo parece que intenta sabotear sus intentos por aprender, la prueba de conocimiento será en dos días y Gallen no está preparado por más que diga que no me preocupe o insista en que tiene todo bajo control, muchas cosas podrían salir mal.
Cuando finalmente termina mi turno esa noche siento un poco de alivio mientras ruego poder descansar, pero parece que nadie me escucha, un mensajero real me alcanza en los jardines de camino a las dependencias de los soldados carta en mano.
_ Se me dio la orden de entregar un mensaje a manos del capitán Ceylán y solamente a él. –Informa mientras intenta recuperar el aliento y extiende la mano-
La recibo curioso y con algo de nerviosismo al ver el cello del Reino Cristal intacto, él mensajero permanece de pie frente a mí, obviamente a la espera de una respuesta por lo que lo leo sin rodeos.
_ Estaré allí al amanecer. –Informo y me pongo en marcha sin prestar atención al mensajero, este haría el trabajo que se le encomendó sin retraso-
Esta vez mi paso es apresurado con energías renovadas, mi presencia es solicitada con urgencia ante el príncipe y aunque esto me remueve sensaciones que no quiero analizar ahora, me pregunto qué es tan importante como para guardar todo tan celosamente, lo sé porque de otro modo abrían esperado a la mañana, sin mencionar que no abrían enviado a un mensajero real.
Con una bolsa preparada decido avisar al príncipe antes de partir.
_ Voy contigo –Se pone de pie y lo detengo-
_ No puedes, la prueba será pronto. –Sonríe tranquilizadoramente y yo suspiro-
_ ¿No te he dicho que no te preocupes?
_ Compláceme.
Y por una vez lo hace, con resignación regresa a su asiento con infinidad de libros y pergaminos frente a él, los que contempla con angustia.
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Editado: 08.04.2020