Almas antiguas

Capítulo 5: Princesa fugaz. Parte 2

— Gracias por traerme, y por todo lo que hiciste por mi—  dije al llegar a mi apartamento.

— Gracias por dejarme cuidarte, a pesar de todo.

— Aunque no quiera tengo que irme.

—Espera, tengo algo— se volteó en busca del asiento trasero— toma, no vas a llegar descalza.

—¡Mis zapatos! ¿los tuviste todo este tiempo? — pregunté fingiendo enojo.

—¿Te habrías quedado conmigo si te los entregaba antes?

—Sabes, eso podría calificarse como secuestro.

—Disculpe señorita, pero lo haría de nuevo— dijo entregándome los zapatos como el príncipe de cenicienta, no pude evitar reírme de su ocurrencia—. ¿Podría secuestrarla mañana? — preguntó.

 Lo vería de nuevo, mi corazón saltaba de felicidad.

—Cuando tú quieras— contesté sonriéndole, era muy pronto para sentir lo que sentía al mirarlo a los ojos, intentaba con todas mis fuerzas decírselo a mi razón. Antes de bajar me acerqué a él para besarlo una vez más, mi corazón recordaría sus dulces besos por siempre.

 

El tiempo ha dejado de correr, me siento como un bote a la deriva en el medio de un inmenso mar, solo que las olas ya no tienen ningún poder sobre mí. Lejos de lo que esperaba no me siento en paz, aún quiero gritar, pero no tengo las fuerzas para hacerlo. Mis sentidos están adormecidos, diviso imágenes a lo lejos que van y vienen, se borran y se aclaran, ya no soy un bote, soy un naufragio. Estoy hundida con la desesperación de una asfixia interminable.

Pero no me he ido por que aún oigo su dulce voz, no como la recuerdo, pero sí quebrada y a lo lejos.

Se que puedo volver a él si lo intento, una vez más, antes de perderme por siempre.

Sam es fuerte, sabe que debe dejarme ir, y sabe lo que debe hacer luego. Yo también lo sabía, pero no logro recordarlo, las memorias son una gloria efímera, se desvanecen poco a poco.[FB1]

 

Era sábado por la mañana, Lola daba vueltas en el apartamento haciendo el mayor ruido posible para despertarme, tendría muchas preguntas y la ansiedad era excusa suficiente para no respetar mi cansancio. Tenía demasiadas cosas para procesar, en las ultimas horas un profesor al que admiré por muchos años había intentado secuestrarme o algo mucho peor, intentaba no pensar mucho al respecto. Sam me había salvado, cuidado. Y luego todo se salió de control, pero se sentía perfectamente en su lugar. ¿Qué podía decirle de todo aquello? Durante todo el día evité lo mas que pude el tema, me limité a los detalles que eran necesarios y preferí el silencio, la adrenalina tal vez había impedido que analice demasiado las cosas antes y mi cabeza estaba a punto de estallar.

—Aún no lo entiendo— murmuró Lola sacándome de mis pensamientos—. El profesor Adams… nunca lo hubiera imaginado—siguió.

—Tampoco lo entiendo, fui una tonta, no debí confiar.

—No te atrevas a culparte a ti misma, la culpa es solo de ese maldito infeliz. Lo han quitado de su cargo y tampoco se sabe de su paradero ¿Sam te dijo algo de él? — indagó.

—Solo que no debía preocuparme, pero no lo recuerdo muy bien, todo sucedió tan de golpe. Yo no sabía que hacer, gritaba y el sonido de la fiesta tapaba mis gritos. Te juro que luché con todas mis fuerzas por que no se me acerquen, pero eran más fuertes que yo.

—El miedo paraliza, es suficiente que lograste golpearlos, yo no sé qué habría hecho. ¡Quiero matarlos en este momento! —exclamó.

—Cuando solo podía rezar en mi mente Sam apareció, no sé que hubiera sido de mí. Me da miedo imaginarlo, no sabes todo lo que me escuchó llorar luego— dije con mis ojos llenos de lágrimas.

—¡Ay Emma no puedo creerlo! —me abrazó—. ¿Sabes qué? Deberíamos tomarnos la tarde libre de estudios, solo veamos películas viejas y pidamos helado, como cuando éramos pequeñas ¿quieres?

—¿”Dirty dancing”?­— pregunté soltando su abrazo.

—Patrick Swayze siempre nos hace sentir mejor— bromeó.

—Puedes elegir la siguiente si no vuelves a elegir “El club de los cinco” — le dije y reímos.

Una tarde de películas con mi mejor amiga era todo lo que necesitaba para sentir que mi vida estaba en orden, permanecimos en piyama hablando y recordando juegos de niñas, viendo las películas y completando los diálogos. Ambas éramos fanáticas de las películas viejas.

El apartamento había perdido el orden con el que acostumbraba a verlo, demandaba una limpieza urgente. Los exámenes se encontraban lejos pero ya teníamos una pila de libros pendientes, en los cuales no podía ni pensar.[FB2] Mi teléfono estaba lleno de llamadas perdidas de mis amigos, y muchos mensajes de Alex de esa mañana preguntándome como me sentía, Lola se había encargado de contarle toda la historia. Había un mensaje de un numero desconocido de hacía unas horas.

“¿Saldrías conmigo esta noche?”




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