—¿Qué sucedió? — preguntó mientras nos alejábamos del campus, agradecí poder cubrir mi rostro con su espalda para ocultar mis lágrimas.
—No es nada.
—No creo que tu llores por nada, eres demasiado fuerte para eso.
—Supongo que lo era, ahora ya no lo sé.
—¿Te molesta si hacemos una parada en mi apartamento primero? —preguntó tímidamente, como pocas veces lo hacía.
—Para nada, soy yo la que no debía subir a tu moto en primer lugar.
No contestó hasta que llegamos a su piso. Entre observando las distintas habitaciones, los chicos ni siquiera se molestaban en cerrar sus puertas y la mayoría era un desastre. Observé fotos de Eric con un niño pequeño.
—¿y él? —pregunté.
—Es Matt, mi sobrino.
—Es muy lindo—comenté.
—Si, todos dicen que nos parecemos— sonrió.
—Espero que no sea un tonto— dije riendo.
—Emma, ¿puedo preguntar?
—No, pero lo harás de todos modos—me senté mientras el revisaba un cajón.
—Ese era Samuel Dagger—dijo en un tono extraño.
—Esa no es una pregunta—evadí el tema.
—¿Siempre fue por él?
—No quiero hablar de eso, no estamos juntos.
—Está bien, no voy a mencionar más el tema.
—Gracias, eres un buen amigo— dije, e inmediatamente me arrepentí de mi elección de palabras porque sabía cuanto le dolerían, pero no podía retirarlas ni hacerlo sentir de otra forma— Debería irme a comprar decoraciones para esta noche—agregué.
—Prometí acompañarte, iremos, ¿falta algo más?
—Ya todo está preparado, debo comprar la torta y algunas decoraciones para el bar, Jess y las demás se encargarán de las ultimas cosas.
—¿Cree que se lo imagina? —preguntó preparándose para salir.
—No podría, lo esperaría mañana en la noche, por eso decidimos hacerlo hoy a partir de las 12 y que no arruine su sorpresa.
—Podrías decirle que tenemos entradas para el cine esta noche.
—¡Es una buena idea, eres un buen mentiroso!
—¿Debería alegrarme? —preguntó riendo.
Las distracciones del día no fueron suficientes para olvidar lo que sentí al ver sus ojos otra vez después de tanto tiempo, o cómo se derritió mi corazón al escuchar su voz, pero no podía romperme una vez más, no cuando la fiesta dependía de mí. Eric me dejó en nuestro apartamento y se encargó de entregarle las decoraciones a Jess para terminar las preparaciones, hasta me envió un mensaje esa misma noche invitándonos falsamente al cine para que mentirle a Lola no dependa de mí. Supongo que todos sabía que podría arruinar la sorpresa.
Agradecí que Lola no sea la clase de chica a la cual debía pedirle que se maquille o se vista demasiado bien para ir a ver una película, lo que sonaría sospechoso. En general debía recordarle que era solo una película. Mas tarde cuando Alex pasó a buscarnos en su auto junto a Eric noté que no había dejado de mirar mi celular en todo el día, es que si Sam quería hablar conmigo como había dicho ¿Por qué no simplemente me enviaba un mensaje o me llamaba?, o ¿acaso había dicho aquello porque no se le ocurrió nada mejor?
—¿Alex podrías frenar en el bar? Debo pedirle a un amigo una cosa—preguntó Eric como habían planeado.
—¿Tienes un amigo que trabaja aquí? —siguió Alex.
—Tengo amigos en todos lados— dijo riendo.
—¿Estamos a tiempo para la película? —preguntó Lola
—Sí, solo serán unos minutos—respondió.
—Si no vuelves en cinco minutos nos vamos— comenté riendo.
—¡Vengan! Quiero presentárselos—sugirió.
El lugar parecía completamente vacío desde afuera, solo se lograba oír una leve música, tenía que admitir que habían hecho un gran trabajo todos en mantener el secreto. Cuando abrimos las puertas todo se descontroló.
—¡Sorpresa! —gritó la multitud que de alguna manera había logrado caber en ese lugar, parecía que todos con los que alguna vez hablamos estaban ahí.
—¡¿Qué es esto?! —Lola se llevó las manos a su rostro, pero aun así dejaba notar su felicidad—¡Están locos! —gritó pegando saltitos.
—¡Queremos que despidas tus veinte años como lo mereces! —dije abrazándola. Algunas lagrimas de emoción invadieron su rostro.
—¡Y que recibas los veintiún años con un dolor de cabeza del que jamás te olvides! —gritó Alex uniéndose al abrazo.
De a poco todos nos fuimos saludando, a decir verdad, Lola se tomó el trabajo de saludar a la mayoría, yo noté que había muchas caras que no me eran familiares y supe que alguien se excedió con las invitaciones. Pero eso no era demasiado importante, todos los de nuestro año estaban ahí y ella se veía realmente sorprendida. Me dediqué a tomar fotos para enviarle a su padre que no podía estar aquí ni volvería al país durante todo el mes, pensé que le gustaría saber que su hija disfrutó la sorpresa.
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Editado: 14.07.2019