Almas antiguas

Capítulo 14: Salto de fe.

Apreté fuerte mis puños evitando mostrar mis miedos, aunque sabía muy bien que eso no serviría de mucho. ¿Acaso era quién yo pensaba?

—¿Quién eres? —pregunté dando pasos hacia atrás y alejándome de la cornisa, como si eso fuese de ayuda, cómo si él no pudiera detener mi vida en un instante.

—La verdadera pregunta aquí es quién eres tú querida mía— respondió el hombre cuya voz era cruda y resonaba en mis oídos como si estuviese hablando directamente hacia ellos. El hombre llevaba un traje negro impecable que hacía intensos sus ojos azules, al ver directo hacia ellos temí por mi vida.

—¿Qué quieres? —di un paso más hacia atrás intentando buscar un arma que me había entregado Harvey horas más tarde.

—Eso no servirá de nada— decretó. Maldito pensé, nunca debí dejar mi habitación, destruiría a Sam por un simple impulso.

—Nunca debiste dejar la habitación… nunca debiste dejar el purgatorio, nadie mas que yo se pregunta como tu alma ha escapado, yo mismo te encadené allí— vociferó. Mis ojos se abrieron ante el asombro, quién sea que fuera podía leer mis pensamientos. Y no quería aventurarme a ponerle un nombre—. Alguien me traicionó ¿Sabes?, pero ese no es el punto ahora. Estas aquí y podemos celebrarlo.

—¿Qué quieres? —grité, mi pecho subía y bajaba sin control. En el horizonte comenzó a desatarse una tormenta que avanzaba rápidamente.

—No voy a lastimarte Emma, no es mi estilo. Después de todo somos familia— Sus palabras helaron mi sangre.

—No somos familia, no sé quién eres— exclamé.

—Si lo sabes querida mía.

—¿Qué quieres? —grité, la fuerza con la que el viento soplaba ya casi podía moverme de mi lugar y el cielo se tornó negro.

—Quiero que Sam se una a mis filas, que peleemos codo a codo como en los viejos tiempos. Y tú no tendrías que morir.

—Sam jamás dejaría que desates otra guerra— rugí. Su rostro perfecto se transformó por un segundo, para luego volver a sonreír mostrando molestia.

—Ustedes los humanos son unas criaturas curiosas, pero creo que tienes la inteligencia suficiente para saber de qué lado debes estar.

—No estaré jamás de tu lado— bramé.

—No nos precipitemos, debes pensarlo. No sabes que puede suceder mañana.

Su recomendación me hizo temblar. Me esforzaba en vano por no pensar en Sam o en las personas que amaba, no quería mostrar debilidad.

—Siento lo de la chiquilla amiga tuya, no puedo controlar a mis muchachos. Están un poco furiosos de que una insignificante vida amenace a su rey. Decide rápido querida, no podré mantener el orden por mucho tiempo.

La ira me cegó al punto de no entender a quien tenía ante mis ojos y avancé hacía el con el pequeño puñal que Harvey me había entregado. Antes de que pudiera dar dos pasos hacia adelante mi pecho se comprimió por dentro como si su mano estuviera sosteniendo mi corazón, el dolor era insoportable y no me permitía moverme, aunque él se encontraba aun a unos pocos metros de distancia y sonrió complacido.

—Envíale saludos a mi hermano— mandó antes de desaparecer. Caí de rodillas de inmediato y mis brazos golpearon el frío suelo de piedra. La tormenta se desataba en todo el castillo.

Podría haberme matado si así lo deseaba, pero por alguna razón necesitaba a Sam, eso nos daría algunas cartas con las que jugar. Blair y Harvey aparecieron corriendo y pronto estaba rodeada de todos los que aun se encontraban en el castillo.

—¿Qué ha sucedido?, ¿Por qué has salido de tu habitación? —preguntó Blair furiosa.

—Lo siento— nadie lamentaba más que yo el haber salido.

—No podíamos acceder a la torre, ¿Quién tiene la fuerza para hacer eso? —preguntó Harvey a Anna que me miraba furiosa.

—Espero que eso despeje tus dudas Emma, esto no es un juego—espetó molesta.

—Creí que no podían entrar al castillo— me disculpé.

—No puedes tomarte la libertad de creer cosas cuando todos están allí afuera tratando de encontrar una manera de salvar tu vida.

—¡Ya he dicho que lo siento! ¿Qué más quieres? —gruñí y Harvey intentó interponerse entre nosotras cuando Anna avanzó hacia mí.

—¿Quién era? — insistió Harvey.

—Que ella lo diga—desafió Anna y todos posaron sus ojos en mí.

—El diablo— respondí titubeando sin desear pensarlo demasiado. El infierno estaba buscándome y su rey me había encontrado antes que todos ellos.

—No puedo creerlo— exclamó Blair.

—Debemos irnos en este momento, debemos comunicarnos con Sam. Hay que sacar a Emma de aquí ahora— comenzó a decir Harvey a su alrededor, parecía que la jerarquía en ese momento estaba desordenada.




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