Había sentido aquella sensación antes, alguna vez en mi vida, o al menos la había sentido en una vida. No estaba completamente segura de aquello. Y a decir verdad no había forma de tener certeza de ningún acontecimiento que sucediera en mi vida por aquel entonces. Sin embargo, sabía que debía reaccionar, no podía dejarme llevar por la corriente. Abrí mis ojos bajo el agua y logré a ver las siluetas sumergidas. Una de ellas tiraba de mi cuerpo con fuerza. Solté su mano y nadé hasta la superficie con rapidez cuando mi cuerpo reaccionó.
—¿Estás bien? —preguntó Harvey ni bien mi cabeza salió del agua. El claro color de esta me hizo notar que habíamos logrado escapar.
—Eso...—tosí liberando el agua que sentía cómo si hubiese llegado a mis pulmones.
—¡Lo siento! —se disculpó él ante la mirada furiosa de Connor.
—¡Eso fue lo más loco que hice en toda mi vida! —exclamé y comencé a reír a carcajadas cómo no lo había hecho en mucho tiempo, sintiéndome presa de un ataque de risa.
—¿Blair? —indagó Harvey, culpando a la muchacha.
—¡Juro que yo no tengo nada que ver con esto! —se defendió—Es la adrenalina.
Se contagiaron y comenzaron a reír por un momento, Blair salpicó a Harvey ofendida por su acusación.
—¿Qué les parece si continuamos con la discusión en tierra firme? —Sugirió Connor dirigiéndose a Harvey.
—Claro—dijo él.
Nadamos hasta la orilla cargada de piedras y vegetación, donde me senté y apoyé la cabeza sobre mis rodillas por unos minutos. Blair y Harvey se pararon a mi alrededor, se veían impacientes, Connor se recostó a mi lado cómo si disfrutaría de un día de playa.
—¿Dónde estamos? —pregunté, el paisaje del lago y la construcción a mis espaldas me quitaban la respiración.
—Mi bella Italia—dijo Connor observando a su alrededor.
—Estamos en la isla de Loreto, nosotros no podemos comunicarnos con Sam, pero Marcus me dijo que lo encontraríamos aquí—explicó Harvey. Mi corazón palpitó rápidamente.
—¡¿Sam está aquí?! —me puse de pie de inmediato— Entremos—pedí.
—Tranquila Emma, está lleno de turistas también, debemos atravesar el castillo sin llamar demasiado la atención.
Estrujé mis ropas con rapidez y até la chaqueta de cuero a mi cintura, al hacerlo sentí la libreta en el bolsillo y lamenté que se haya arruinado.
Los seguí escalones arriba maravillándome con el paisaje, cómo todos los presentes. Aunque en los rostros de Blair y Harvey podía percibir la preocupación.
—Y... ¿Qué tienen los ángeles con los castillos? —pregunté por lo bajo a ella.
—¿Quién crees que mandó a construirlos? —contestó sonriendo.
—Es increíble—murmuré.
—¿Puedes verlo? — indagó Harvey señalando el lago cuando estuvimos detrás de la torre del castillo.
—¿De qué hablas? —pregunté y pude ver a Connor haciéndoles una mueca de decepción.
—Hombres—bufó Blair— La idea es que los humanos no puedan verlo jamás, no entiendo por qué se desilusionan de que cumpla con su objetivo.
—¿Ver qué cosa? —pedí. Connor carcajeó y los demás me ignoraron. Me aproximé hacía el borde de la orilla de piedra intentando alcanzar con mi vista lo que él señalaba.
—Emma— advirtió Harvey.
—Da un paso hacia adelante—pidió Connor con una sonrisa traviesa.
—¿Qué me arroje al agua otra vez? Ni loca— exclamé y el comenzó a reír, Blair por primera vez se unió a él.
—¿No confías en mí? —preguntó muy seguro de sí mismo.
—¡Claro que no! — repliqué— ¡Te conozco hace un día!
Casi podía observar el fondo del lago al mirar hacia abajo.
—¿Podría empujarla? —bromeó con Harvey.
—Vamos—llamó Blair tomando mi mano y por un momento creí que caería y nos bañaría a todos. Pero no lo hizo, ella simplemente desapareció frente a mis ojos y jaló mi brazo para llevarme con ella.
Un inmenso castillo se alzaba frente a nosotras, duplicaba en tamaño al que se encontraba detrás nuestro.
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Editado: 14.07.2019