Su miraba estaba fija en mis ojos y esbozó una leve sonrisa torcida que me dejó apreciar la nostalgia. Luego se distrajo por un momento invadido por sus pensamientos y comenzó a caminar hacia el castillo sin decir una palabra. Lo seguí confundida, demasiado absorta en la felicidad que me causaba estar a su lado cómo para pensar en lo que seguía o en lo extraño de la situación en la que me encontraba. Si pudiera apostar diría que Blair estaba interfiriendo en mis sentimientos una vez más.
Al llegar al ala principal observé a Harvey ponerse de pie rápidamente y propinarle una palmada a Connor para que éste hiciera lo mismo. Él muchacho se limitó a reírse de el burlonamente y estiró sus pies sobre la gran mesa. No reconocía a los demás. Supuse que serían ángeles cuando Sam tomó mi mano con fuerza y me indicó que permanezca a su lado.
Nos adentramos en la sala y recorría con la mirada cada rostro, ellos poseían una belleza absoluta, la mayoría me miraban con superioridad y desdén, cómo lo había hecho Anael desde el primer momento. Ángeles, me dije a mi misma, definitivamente eran ángeles. Creería que ellos serían más amables, sin embargo, sentía una extraña familiaridad con los nephilims, los muchas veces marginados y dejados a su suerte de acuerdo con las historias que me habían contado Blair y Harvey. Tal vez porque tenía un espíritu justiciero y no podía concebir que fuesen dejados de lado sólo por la pureza de su procedencia.
—Entonces, Sammy— comenzó a hablar Connor balanceándose en su silla, Sam tensó sus labios— ¿por dónde empezamos?
—¿Piensan participar? —dijo él incrédulo, tal vez ellos no se involucraban en asuntos del cielo y el infierno.
—Por supuesto, Emma es parte de la manada— dijo sonriéndome, Blair lo empujó al pasar a su lado esperando que corrija su frase— familia— escupió él.
—Entonces están dentro, vamos a necesitar los mapas de los antiguos— dijo Sam y antes de terminar su frase Harvey fue en busca de lo que sea que él requería.
—¿Estás seguro Samuel? Unos nephilims pueden meternos en más problemas de los que ya estamos— dijo un hombre.
—Estoy seguro— terminó el rápidamente. El hombre se puso tenso y buscó a su alrededor apoyo, sin dudas no se sentía cómodo con su decisión.
—Quizás lo mejor será reducir el grupo tanto como sea posible—la voz me resultó conocida y me volteé para encontrarme con Marcus que se encontraba junto a la rubia que tanto me detestaba.
—Eso es estúpido si queremos ganar terreno—dijo otro de los hombres que se encontraba en el lugar.
—Son tiempos difíciles para decidir en quién confiar—dijo él.
—¿Qué intentas decir? —contestó con serenidad, aunque en la habitación corría la sensación que todo podría salirse de control rápidamente.
—Ya lograron atravesar los muros una vez, no podemos correr el riesgo.
—Elías se queda, y todos los que están aquí, pero la información que tengan no puede salir del círculo—vociferó Ana. Me miró de costado y pudo ver el movimiento en mi garganta al tragar nerviosamente.
—¿Cuántas llaves debemos encontrar? —preguntó Harvey. Coloqué mi mano en la espalda de Sam intentando demostrarle que estaría a su lado y lo intentaríamos juntos, una extraña sensación recorrió todo mi cuerpo, Sam se volteó para observarme por un momento y regresó a la conversación mientras pude ver a Blair al otro lado de la gran mesa frunciendo el ceño.
—Debemos hallar las seis restantes, pero sólo tenemos siete días para conseguirlo— anunció el y la enorme sala desbordó de murmullos.
—Debemos comenzar la búsqueda cuanto antes— exclamó Marcus. Se notaban sus ansias porque esta guerra no se desate.
—Eso no será posible— habló Gael ingresando junto a Maddie, el ángel se veía en perfectas condiciones, cómo si no hubiese estado al borde de la muerte hace tan sólo unas horas, por si acaso aún necesitaba mas razones para que todo aquello no me pareciera imposible. Me pregunté en ese momento si los ángeles podían morir y tomé la mano de Sam instintivamente.
—¿Qué está sucediendo? —preguntó él.
—Barren las ciudades, caminan junto a los humanos, están buscando y destruyendo todos los lugares donde alguna vez nos refugiamos.
Las palabras de Gael formaron un nudo en mi garganta, todos estaban en peligro por mí. No había pedido esto, estaba condenada.
—¿Qué podemos hacer? —lo interrumpí y muchas miradas se posaron en mí, tomé aire lentamente y seguí— No puedo quedarme aquí mientras todos ahí fuera corren peligro, hay que hacer algo.
—Es demasiado peligroso salir de aquí hoy, no conocen nuestra ubicación, debemos esperar a que estén ocupados y comenzar a dispersarnos— respondió el, lo entendí. Habían elegido bien el destino de esa reunión.
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Editado: 14.07.2019