No dejaba de pensar en cómo estarían mis padres en ese momento, en que información tendrían sobre mí, pero caía siempre en la conclusión de que lo mejor que podía ofrecerles en medio de la posible guerra era distancia. Sam prometió que los protegerían y confiaba en él con mi vida.
Durante aquella tarde no se despegó de mi lado ni por un momento, añoraba tenerlo cerca, extrañaba ver su dulce sonrisa para que toda la angustia que sentía se desvaneciera. Simplemente no podía ofrecerme eso, tal vez porque estaba demasiado asustado de volver a perder a su amor.
Me preguntaba cuanto tiempo había disfrutado Harriet al lado de Sam sabiendo toda la verdad, cómo habría reaccionado ella al saber que deseaban matarla, y cómo debía reaccionar yo.
La comparación entre nosotras era inevitable para todos los que la habían conocido, tal vez era más bonita, tal vez era más valiente, tal vez el amor que Sam tenía por ella si valía el esfuerzo de mantenerla con vida.
La tarde había pasado entre estrategias, discusiones, y reuniones con muchos rostros desconocidos y curiosos que deseaban unirse. Eran pocos los momentos en los que Sam podía voltear hacia mí y ofrecerme una dulce sonrisa, pero cuando lo hacía el mundo era un lugar mejor. No había oscuridad en él, su padre había cometido un error al quitarle sus alas. Aún sin saber la verdad, sin siquiera imaginarla, Sam desde el primer momento había sido un ángel para mí que llevó amor a mi vida. Tal vez aquella noche de tormenta mi alma lo haya recordado y me permitió descubrir el amor en sus ojos.
Cada uno de los salones del castillo era inmenso, los nephilims se había apoderado de un piso completo y Connor se sentía muy orgulloso de aquello. Apuesto que esa habría sido su idea. A decir verdad era el único piso en el que me sentía como en casa o al menos no estaba fuera de lugar entre tantos seres divinos que emanaban poder y sabiduría. La sala estaba repleta de tecnología, lo cual se agradecía observar después de tanto tiempo. Un grupo de ellos se agrupaba frente a un inmenso televisor, otros hacían uso de las computadoras. Madison también se encontraba allí caminando de un lado a otro visiblemente molesta. Durante el resto del día se había mostrado enfadada y algo me hacía sentir que no soportaba el tenerme cerca. Tenía que descubrir cuál era su historia con Sam, aunque presentía que no quería saberlo, simplemente no podía competir con ella.
Los nephilims acudían a ella en busca de nuevas órdenes lo que me hizo pensar que tal vez era uno de ellos.
Harvey caminó hacia mí con un objeto en sus manos, le sonreí instintivamente.
—Intenté recuperar tu teléfono, pero no fue posible, lo siento Emma— dijo desilusionado.
—No te preocupes Harvey, quizás sea mejor de esa manera.
—Blair insistió, sabe que los extrañas.
—No puedo evitarlo, pero lo mejor es no poner a nadie más en peligro—me lamenté.
—Si bueno, eso es algo que—Harvey no logró continuar, Blair lo interrumpió abruptamente.
—Eso es algo que no discutiremos en este momento, estás con esas ropas desde hace unos días necesitamos conseguirte prendas nuevas.
—No es necesario chicos, de verdad, estoy segura de que tenemos cosas más importantes que hacer.
—Vamos Emma, acompáñame, creo que en la habitación podemos conseguir algo— insistió.
Blair no parecía la clase de chica a la que le preocupase encontrar el atuendo ideal antes de una batalla cómo la que se aproximaría, algo estaba sucediendo, podía notarlo. Caminé junto a ella lentamente mientras me invitaba a avanzar con su mano en mi espalda.
—¡Está sucediendo! —gritó un chico enfrente de la pantalla y todos corrieron a ver.
Blair me invitó a avanzar pretendiendo no haberlo oído.
—¿Qué está sucediendo? —pregunté a todos. Su atención estaba en la televisión.
Corrí hacía el final de la sala para averiguarlo y me detuve en seco cuando mis ojos se encontraron con la respuesta. No podía poner en palabras lo que sentía en aquel momento, la guerra se había anunciado, ya no era una posibilidad, los países estaban divididos y la amenaza era una realidad. El diablo había puesto en marcha su plan, conseguiría tantas almas como fuese posible antes de que intenten cerrar las puertas del infierno.
Blair se abalanzó sobre el control remoto para cambiar de canal.
—No es bueno que lo veas— advirtió.
—Necesito saberlo— contesté extendiendo mi mano para que me lo entregue. Lo hizo lentamente, lamentándose y buscando la mirada de Harvey.
Temblorosa, cambié uno a los canales, amenazas de guerra, atentados, masacres, contaminaciones. Todos a mi alrededor estaban en silencio, como si intentasen imaginar lo que pasaba por mi cabeza. Yo podía detenerlo. Podía entregarme, cerrar las puertas del infierno y nada de esto ocurriría.
—Emma— La voz quebrada de Sam desvió mi vista de la gran pantalla para encontrarlo junto a ella, su figura era borrosa por las lagrimas que empañaban mi visión.
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Editado: 14.07.2019