—¡Hey! ¡Ya has dormido suficiente! —la voz resonó en mi cabeza y alguien arrojó algo pesado cerca de mis pies. Abrí mis ojos lentamente y la luz los dañó. La gran cama se ocupaba vacía como el resto de la habitación, ignorando al nephilim que me esperaba impaciente al otro lado de esta.
—¿Qué sucede? —pregunté casi para mis adentros y tapé mi rostro de la luz solar.
—Ah nada, si ignoramos el hecho de que se aproxima el fin del mundo—vociferó Connor.
—¡Ya déjala en paz! —retó Harvey ingresando en la habitación.
—Tráiganla ahora—gritó Blair caminando por el pasillo a un paso acelerado.
—¿Qué está pasando? —exigí una respuesta, Connor se veía alegre, casi entusiasmado por lo que sucedía.
—Han venido lo demonios—habló Harvey—pero debo advertirte… han traído compañía—comenzó a explicar el con cautela, siempre intentando cuidar mis emociones, algo que los años junto a Blair le habrían enseñado.
—Tengo que ver esto—comenzó a reír Connor.
Me vestí tan rápido como pude en cuanto supe que no saldrían de la habitación para que lo haga, realmente no estaban acostumbrados a estar con humanos. Agradecí el esfuerzo de Blair por conseguirme ropa aunque muchas eran de talles completamente al azar lo que me hacía pensar que habían asaltado el closet de una familia.
Caminé por el pasillo junto a los dos, Connor no se veía intimidado por la presencia de los demonios en el castillo, estaba ¿entusiasmado?
—Emma, adelante— habló Marcus con su inconfundible voz serena.
Sam se encontraba a su lado hablando con una mujer mientras trazaban líneas en un mapa de la ciudad.
—Ellos son Johari, Nathan y Caleb— dijo él nuevamente, la mujer poseía unos intensos ojos negros que te hacían creer que podría ver en lo mas profundo de tu alma, los tres dueños de una envidiable belleza, aunque por lo que me habían dicho eso sólo era en el exterior.
—Ya nos conocemos muy bien— dijo el demonio al que llamaban Caleb y logré recordar pequeños extractos de esa noche que parecía haber sucedido hacía una vida, de repente mis mejillas ardían de la vergüenza. Era el muchacho con el que Sam había peleado aquella noche.
—Contrólalo o lo haré yo— dijo Sam dirigiéndose solo a la mujer. El demonio solo me sonrió guiñándome un ojo. Connor era el único que no se veía incomodo con la situación.
—¿Esto significa que ya podemos salir? —pregunté.
—Pueden, haremos lo posible para sembrar pistas falsas y desviar su camino, pero no pondré en peligro a los míos, en cuanto Lucifer se entrometa estamos fuera—avisó la mujer.
—Me parece justo Johari, sabes que apreciamos tu ayuda en este momento—contestó Sam tomando mi mano.
—Lo que sea por un hermano—respondió. Me sorprendía la lealtad que inspiraba Sam en otros sin importar el bando al que pertenecían. Su lucha había sido justa desde el comienzo.
—Ya no se encuentran vigilando la zona y no notarán su traslado, por lo que el castillo será seguro para volver, de lo contrario Nathan se los hará saber.
Miré al demonio llamado Nathan y asentí en agradecimiento.
—Harvey nos llevará hasta el destino, los cuatro entraremos y borraremos los símbolos tan rápido como podamos, entonces Blair les dará la señal y saldremos de la escena—expliqué.
—Gael y yo entraremos, Maddie los esperará en el punto de encuentro, si algo sale mal iremos allí con o sin llave—continuó Sam.
—Nadie se salga del plan, nadie haga idioteces—pidió Blair.
—No sean héroes, faltan cuatro llaves, ya tendrán tiempo para eso—dictaminó Gael.
—Y recuerden, no siempre sabrán que están delante de una trampa, es el diablo quien está del otro lado— dijo Johari.
—Vamos—dijo Harvey dirigiéndose a una esquina de la sala, Blair lo siguió rápidamente y Connor tomó dos frutas y las colocó en su chaqueta antes de seguirlos. Le dirigí una mirada acusante.
—¿Qué? Son para el camino—se excusó.
—¿Ya sabes que estaremos allí en un segundo, no? —ironizó Harvey.
—La ultima vez que te seguí a través de esos portales tuyos casi morimos en un acantilado, necesito mi ultima cena— dramatizó y sonreí.
—Te veré al regresar—afirmé a Sam mirando directo a sus ojos, aunque no podía evitar dedicar un segundo de mi mirada a sus dulces labios.
—¿Lo prometes? —rogó tomándome entre sus brazos con fuerza.
—Te amo Sam—mis ojos se empañaron al pronunciar aquellas palabras.
—Eres mi vida—contestó. Durante un momento nos abrazamos con fuerza y el resto del mundo desapareció para mí, pero debía regresar, debíamos encontrar a aquella llave antes de que los seguidores del infierno lo hicieran.
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Editado: 14.07.2019