Almas antiguas

Capítulo 18: ¿Y tus zapatos de cristal?

¿Qué harás cuando descubras que todo tu mundo no es mas que una ostentosa puesta en escena que solo puedes vislumbrar tras ese cristal?

¿Qué harás cuando ese cristal se rompa y descubras que no estaba allí para protegerte?

Estaba allí para proteger al mundo de ti.

Sólo siete almas perdidas pueden sentir el peso que cae en sus hombros, de pronto no soy la victima en esta historia la cual despojaron de su hogar para convertir en heroína. De pronto, y tristemente, me convenzo de que hubo victimas que no tuvieron elección ni protección. Muy dentro de mí sé que yo elegí mi destino, pero ¿acaso no merecían todas lo mismo?

Esa noche mi mejor amiga sería arrancada de su perfecta orquestada puesta en escena para compartir junto a mi el peso del mundo en sus hombros. ¿Estaba aliviada de que eso fuera así o preferiría cargarlo sola?

En el momento indicado sabré las respuestas.

Blair aún enviaba oleadas de calma hacia mí, convencida de que no lo notaría jamás, de que esta claridad en mi mente era propia del momento.  Me llevó hasta su habitación en el castillo, en todo ese tiempo no había imaginado que tendría una, y rebuscó en su armario hasta colocar frente a mí una pila de vestidos.

 —Realmente no creo que esto sea necesario Blair—comenté con uno de ellos en mi mano que parecía sacado de una pintura antigua—Y tú también lo crees—decreté. Rodó los ojos como respuesta y se volteó.

—Ya lo dijo Sam, Lola estará en el baile de fin de curso en poco tiempo—explicó nuevamente.

—Lo sé pero no veo cómo encontrar un vestido adecuado es importante en este momento, deberíamos partir ya mismo.

—Gael y Sam aún no pueden encontrarla, pero sabes que estará allí, dijiste que estabas segura—señaló.

—Es Lola, jamás se perdería un baile—comenté sintiéndome nostálgica de repente, no me había detenido a pensar en cuanto la extrañaba, estaría junto a Alex eso me tranquilizaba, pero no podía evitar sentir ansiedad y emoción por volver a verlos. Aunque a quienes más deseaba encontrar es a mi familia, aunque entendía los riesgos de mi deseo.

Mi mente divagaba y mis ojos inspeccionaban toda la habitación, a decir verdad, no daba la sensación de que estuviera habitada. Una sombra de vislumbro por debajo de la puerta, la persona al otro lado se paró allí por unos segundos, como si fuese a cambiar de opinión.

Luego tocó dos veces la puerta, acto reflejo Blair y yo nos miramos sorprendidas. Eso no era algo común en aquel lugar, de hecho, no recordaba lo que era la privacidad desde que había conocido a ese grupo de nephilims y no era un concepto que los ángeles quisieran entender.

—¿Emma? —habló Madison adentrándose en la habitación.

—Adelante—Canturreó Blair emocionada.

—¿Qué sucede? —pregunté. Madison comenzó a caminar tímidamente y recuperó su confianza a los pocos minutos cambiando su postura y colocando su frente en alto.

—Te traje algo, me pareció que deberías tenerlo—expresó y colocó un paquete sobre la cama, Blair fijó su mirada en el piso y sonrió cuando me acerqué a descubrir de que se trataba.

—No deberías haberte molestado—me apenó recibir algo de su parte.

—Por favor, es tuyo—admitió y nos miramos a los ojos por un breve momento—supongo—agregó dando un paso atrás y desviando su mirada.

Aquello si era algo que no esperaba que suceda esa noche, Maddie jamás se acercaba tanto a mí. Como si fuera necesario Blair me animó a abrirlo, estaba cubierto de una envoltura de un viejo papel para evitar que la humedad afecte su interior, no quise romperlo, me tomé mi tiempo para retirar las capas hasta que pude ver una fina seda azul reluciente.

Mi mirada confusa se posó en Maddie, ella me insistió a continuar y liberé de sus envolturas a un majestuoso vestido azul con bordados de una antigua época en su corsé.

—Es el vestido mas hermoso que he visto en mi vida—agradecí maravillada—no puedo aceptarlo, no es mío—admití.

—En cierta parte si lo es, fue de Harriet, sé que Sam estará feliz de que lo tengas.

Un nudo se formó en mi garganta.

—No puedo usar algo que le pertenecía, no quiero ocupar su lugar.

—Ocupar tú lugar querrás decir—me interrumpió Blair—Emma entiendo que no lo veas, pero todos los demás sentimos que te conocimos hace cientos de años, eres ella, podemos verlo en tu alma.

—No puedo hacerlo, no quiero lastimar a Sam recordándole lo que perdió—me lamenté.

—Sam te recuperó, todos lo vemos, deberías empezar a verlo tú—declaró Madison dejando la habitación.

—Maddie—llamé—Gracias.

—No es nada—respondió con una sonrisa torcida. Esa sonrisa que me era tan familiar.

—¿Por qué lo tenías tú? —pregunté rápidamente y me arrepentí en cuanto vi su rostro.




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