Almas antiguas

Capítulo 18: ¿Y tus zapatos de cristal? Parte 2

—Tengo miedo Sam—confesé luego mientras caminábamos a la sala.

—La encontraremos antes que ellos—prometió.

—Incluso si lo hacemos, tengo miedo.

—Temes arruinar su vida con la verdad—afirmó.

Asentí con la cabeza. Supe que el habría pasado por lo mismo ya que no tenía palabras para calmar ese temor.

—Estaré a tu lado, siempre—dijo por lo bajo y tomó mi mano cuando nos adentramos en la sala.

Ya todos los que sabían que Lola era la siguiente llave se encontraban allí, aunque me informaron que Ela no vendría con nosotros y supe que esa la mejor decisión, no debíamos correr peligro todos. Madison fue la primera en retirarse, luego lo hicieron Blair, Connor y Harvey. Cerré mis ojos con fuerza y sentí el dulce abrazo de Sam. 

La luz se había ido por completo y extendí mi mano para encontrar el cuerpo de Sam a mi lado.

—¿Dónde estamos? —pregunté.

—Estaba por algún lado.

—Oye no me empujes—oí la voz de Blair al quejarse.

—Aquí—dijo Sam encendiendo las luces y reconocí el aula en la que nos habíamos encontrado aquella primera vez.

—Pensé que seria seguro que nos reunamos aquí primero, cuando lleguen al edificio mézclense, pero no se separen, no sabemos si ya están allí—ordenó Sam.

—¿Y si lo están? —indagó Harvey.

—Buscamos a Lola lo mas rápido posible y nos vamos, no puede haber heridos—pedí.

Aquello hubiera sido mas fácil si Sam o alguno de los ángeles hubiese logrado localizarla, sabía que Lola habría cambiado de apartamento a uno fuera del campus, pero solo podíamos confiarle a Gael aquella tarea y se encontraba aún en la búsqueda de una de las llaves.

No podía dejar de pensar que el resto de los ángeles ya tenían a tres de nosotras, y me aterraba imaginar que puedan encontrar a Lola.

—Tranquila, la encontraremos pronto—aseguró Blair antes de retirarse.

Los nervios me invadieron por completo dando paso a todos los miedos que venía ocultando. A quien quería engañar, no podría manejar la presión de tomar las decisiones correctas.

Sam parecía entender todo lo que pasaba por mi mente en aquel momento por lo que se limitó a colocar su mano en mi cintura mientras nos dirigíamos al edificio principal donde la fiesta de fin de curso se llevaba a cabo. Tienes que estar allí Lola. Pensé. Debía estarlo.

Las miradas curiosas de tantos jóvenes sobre mi eran un peso que no extrañaba llevar, “Sólo están mirando a Sam” intenté calmar mi pensamiento. Como no lo harían si el hombre que caminaba a mi lado con un simple traje parecía un dios bajado a la tierra.

Algunos me reconocían y murmuraban, por supuesto, era la chica que desapareció luego de la muerte de Jess y ahora aparecía en el baile junto al profesor mas hermoso que alguna vez haya pisado el campus.

Nos adentramos rápidamente al centro de la improvisada pista de baile formada por estudiantes ante la atenta mirada de muchos, y podía ver como la belleza de Sam le robaba el aliento a todas tal y como lo había hecho conmigo.

—Es a ti a quien miran.

Susurró dulcemente a mi oído.

—Quién posaría sus ojos en mí cuando eres tú quien camina a mi lado—contesté sonriendo.

—¿Alguna vez te has visto Emma? —tomó mi mano—Eres la muchacha más bonita que jamás haya visto.

—Es solo este vestido—objeté avergonzada.

—Sería un privilegio para mí ser quien te lo quite—susurró apenas cerca de mí y posó un beso en mi mejilla a donde la sangre rápidamente había llegado.

—¡Sam! Debemos encontrar a Lola, no te distraigas—pedí.

—Está allí—dirigió su mirada hacia un grupo de gente en donde una muchacha de cabello colorada bailaba al compás de la música sin importarle que aún nadie lo esté haciendo.

¿Por qué debía ser yo quien destruya su pequeña burbuja de felicidad? ¿Acaso este era mi castigo por mezclarme con seres que deberían estar tan lejos de mi alcance? No podía avanzar hacia ella.

—¡Emma! —exclamó Alex corriendo hacia mí y envolviéndome en sus grandes brazos deportistas, me dio unas cuantas vueltas sin que mis pies toquen el suelo hasta provocarme un mareo, como solía hacerlo.

—No puedo creerlo, ¡no sabes cuanto te hemos buscado por todos lados!

—¡¿Emma?! —gritó Lola abriéndose paso hasta fundirnos en un abrazo.

Solo podía pensar en las miles de maneras que tenía de disculparme por comenzar a destruir su mundo y arrastrarla hasta el mío.

—¡Oh dios mío Emma! —toco mi pelo y mi vestido verificando que todo estuviera en su lugar—¿Dónde has estado? ¿Entiendes lo que has sido para mí que me hayas abandonado? No te lo estoy reprochando, solo digo, ¿No has pensado en que tu mejor amiga querría saber que estabas viva?




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