Almas de Media Noche

Capítulo 5

La luz del xirqit se desvaneció, pero su presencia seguía palpitando en la sala, como si respirara junto con nosotros. Las sombras parecían más largas, los sonidos más intensos.

Odvier cruzó los brazos con una mirada pensativa y divertida sin embargo diversión era lo que menos sentía. Dijo:

—Esto parece que es solo el principio.

Genial, tío. Encantada de ser tu circo ambulante.

Midas estaba rígido, los puños apretados, como si contener su creciente enojo fuese lo único que lo mantenía en pie. Maeve murmuraba entre dientes, moviendo las manos con impaciencia. Muna miraba al piso con demasiada intensidad como si el suelo se pudiera comunicar con ella. Extraño.

Yo trataba de respirar, pero el corazón me martillaba tan fuerte que sentía el eco en los oídos.

—Merath —continuó Odvier, con la mirada fija en mí—. Tienes sangre de tres mundos…

Un escalofrío me recorrió. Tres mundos. Genial. Ni siquiera sé manejar mi propio humor y resulta que tengo un cóctel genético épico.

Odvier se acercó al xirqit como si el aparato fuera un viejo amigo. Luego señaló a Midas.

—Es tu turno.

—¿Mi turno? —repitió mi hermano, tragando saliva.

La sala entera se tensó cuando colocó su dedo en el centro. La luz azulada surgió al instante, envolviendo su mano como un lazo vivo.

—Interesante… —murmuró Odvier, arqueando las cejas.

—¿Interesante cómo? —pregunté, temiendo la respuesta.

—Tu sangre no es élfica, es más tiene patrones que pareciera élficas, pero a la vez no —dijo, casi fascinado—. Hay algo más, sellado. Diferente a lo de Merath

Maeve estalló. — ¡Deja de hablar así y explícate ya!

—¡Maeve! —rugió Midas, sin apartar los ojos del aparato—. ¡Cállate un segundo!

Ella murmuro irritada, pero se calló, yo apenas podía respirar. El aire vibraba con esa energía azul, como si resonara dentro de mí también.

Odvier respondió, su voz grave llenando la sala. —Merath tiene una sangre que se aferra a ella, que no se integra. Tú, Midas, llevas otra parte de ese linaje, pero sellada. Dos piezas de un mismo rompecabezas.

Un nudo se me formó en el estómago. ¿Piezas? ¿De qué juego macabro somos piezas?

De pronto, el xirqit proyectó un reflejo etéreo: símbolos entrelazados, un diseño vivo que parecía respirar. El aire se volvió más denso, pesado.

—Lo que ven —dijo Odvier— es el vínculo. Merath, tu sangre busca algo. O alguien. Y Midas... tu sangre necesita una llave para abrir el sello.

Sentí frío en todo el cuerpo. Una presión invisible me doblaba, como si el mundo entero esperara algo de mí.

Maeve murmuró con incredulidad. — ¿Llave? ¿Un vínculo? Esto suena a profecía barata.

—No tan barata como crees —replicó Odvier —. Cualquiera de sus decisiones puede alterar el equilibrio de más de un mundo. Todavía no sabemos cual es la sangre que se aferra a Merath ni lo que está sellado en Midas.

Me quedé paralizada. Mis pensamientos eran un torbellino:

¿Equilibrio? ¿Caos? ¿Buscar a alguien? ¿Y si mamá desapareció por esto? ¿Y si lo que llevo dentro no me pertenece? ¿Y si nunca fui solo… yo?

La luz del xirqit se apagó poco a poco, dejando un silencio sofocante. El corazón me latía tan fuerte que sentía que me iba a romper el pecho.

Odvier nos miró con calma teatral, como quien ya conoce el final de la obra y disfruta viendo a los actores confundidos.

—Parece que esto apenas comienza —dijo, con esa voz que oscilaba entre advertencia y diversión.

—¿Crees que es divertido? —replique molesta de repente— se supone que no tenemos nada que ver con ese mundo y ahora esto?

—Es cierto lo que dice Merath —Comentó Midas con el ceño fruncido mirando a Odvier— Madre siempre nos dijo que probablemente nunca tendríamos que relacionarnos con el mundo de los elfos, ¿por qué ahora?

Maeve que estaba callada de repente miró a Odvier.

—¿Por qué apareces años después de la desaparición de nuestra madre? ¿No me digas —se levantó del sillón— no me digas que ustedes le hicieron algo?

— ¿Qué? ¡Claro que no! —espeto con incredulidad Odvier mientras miraba a Maeve levantando las manos dando un paso atrás— ya les dije que me he estado comunicando con su madre hasta hace un tiempo que dejo de hablar conmigo y vine a ver que acontecía, no sabía que había desaparecido hace seis años.

—¡¿Madre se comunicaba contigo?! —literalmente chillo Maeve.

Vi como Midas se estremecía, esa información no había salido todavía de nosotros.

—¿No se lo dijeron? —pregunto Odvier viéndonos primeramente a Midas y luego posando su mirada en mi— pensé qué…

—¿Ustedes lo sabían? —Maeve lo interrumpió mientras nos miraba entre sorprendida e incrédula— sabían que mamá se comunicaba con Odvier —su voz cambio a total enojo— cómo es posible esto —se paso la mano derecha por las hebras de su cabello suelto respirando profundo—




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