Almas entrelazadas

Capítulo 9

«—¿Te quedarías a pasar la noche?»

Después de que Cris y Theo se fueran –Theo refunfuñando porque "No entiendo porque no se va solo, si...", una mirada de Alejandro lo había hecho callar–, Alejandro y Michael se habían quedado mirando un largo rato, Alex todavía de pie.

—¿Por qué creíste que me refería a él? –finalmente preguntó Michael, removiéndose un poco, tal vez inconscientemente, como si le hiciera espacio a Alejandro. Y es que si bien en esta vida no habían compartido este espacio mucho tiempo, sus almas entrelazadas recordaban la vida anterior, cada oportunidad que tuvieron de ser uno, de pasar noches como en aquel poema:

Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos olas
y la noche es océano.
Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos piedras
y la noche desierto.
Dos cuerpos frente a frente
son a veces raíces
en la noche enlazadas.
Dos cuerpos frente a frente
son a veces navajas
y la noche relámpago.
Dos cuerpos frente a frente
son dos astros que caen
en un cielo vacío.

Alex miró hacia la cama, el espacio al lado de Michael, sólo deseando subir y aferrarse a él, sentirlo como una noche atrás, antes de todo este desastre. Suspiró y apartó la mirada, no podía decirle la verdad. Se encogió de hombros: —Lo conoces mucho antes que a mí –y teniendo en cuenta la vida anterior, no era del todo cierto–, simplemente supuse que aunque no recuerdas, habría ecos de esa familiaridad en tu memoria... 

A Michael, por alguna razón que ciertamente no entendía, no le gustaba la mueca triste de Alejandro. Una de sus manos aferró la manta que cubría la cama, porque por alguna razón hormigueaba por ir y trazar ese puchero con sus dedos. Sus propios labios se fruncieron antes de soltarlo casi sin su permiso: —Tus ecos son más fuertes. 

Y lo eran. 

Lo eran. ¿Cómo olvidar del todo al amor de tus vidas, el alma que fue hecha para la tuya por toda la eternidad?

La sonrisa de tiró de los labios de Alex entonces fue tan hermosa, tan tierno el leve rubor que cubrió sus pálidas mejillas que Michael se encontró luchando por recordar, había algo que golpeaba en su memoria, tratando de entrar: 

La primera vez que se vieron, en la escalera de la Central, y Alejandro se estremeció ante la cercanía, su corazón acelerado ante esa mirada que creía que existía sólo en sueños...

Tal vez eso. O cuando Michael se ofreció a demostrarle que la magia existe. El primer beso que removió todo en el interior de Alejandro, que revivió su alma dormida. Y lo hizo desear...más.

O, quizá, el rubor lleno de éxtasis, en su primera vez en esta vida. No sólo cuerpos, almas también entrelazados. Desde la raíz.

Y es que Alex se sintió ruborizar, justo como las primeras veces cuando intentaba retratar a Michael y la mirada de plata de este y sus palabras lo ponían nervioso.
—¿Sería muy extraño... –Michael estaba preguntando cuando Alejandro volvió de sus pensamientos–, si somos amigos, que quiera dormir contigo? –y esta vez fue el brujo quien se ruborizó–. No quiero molestarte o incomodarte, sólo...me siento... Ugh, no sé... 

Las palabras de Michael se enredaron unas con otras porque sí, por supuesto que sí debía ser raro tenerlo pidiendo dormir con otro hombre.

Alejandro se detuvo sólo un momento, recordando que durante las últimas semanas –¿Tan poco tiempo había pasado? ¡Parecieron años!– era él quien a diario se preguntaba si era normal la atracción que sentía por otro hombre, el deseo de un segundo beso y un segundo y un tercero... De trazar su cuerpo con caricias como el lápiz hacía en el papel con su retrato... De pasar cada instante con él y que se sintiera tan correcto, como si no fuera algo nuevo...

Y es que no lo era.

Alex suspiró, ¿cuántos momentos importantes perdió por el miedo? ¿y si no hubiera podido recuperarlo?, él no dudo esta vez, simplemente se acercó, una de sus manos extendidas como para que Michael la tocara o para tranquilizarlo. 

—No del mismo modo, pero hace poco yo también me sentía perdido y tú me ayudaste... Haz o di lo que se sienta correcto, yo estaré para ayudarte todo lo que pueda... Lo prometo... Simplemente no te lo guardes.

Michael se tensó, a pesar de que lo deseaba, cuando Alejandro se arrastró a su lado y se recostó hasta que sus costados se tocaron. 

No se entrelazaron, no podían ser como raíces ahora, pero, cuando Michael se relajó y no se alejó, Alejandro encontró su mano. Y esas sí que encajaron en una sola.

—Gracias.

Michael comenzó a cerrar los ojos. Algo se sentía extraño. Y estaba tan cansado. Su cabeza se inclinó a un lado, su cuerpo pegándose más al de Alex. —¿Por qué?

"Por haberte acercado a mí hace una vida, cuando todos me temían por ser lo que soy: un atrapador de almas".

"Por volver a mí. Por darme la oportunidad de arreglar esto. Juntos".




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.