Almas entrelazadas

Capítulo 11

Él nunca podrá amar algo como tú. Te odiará y te resentirá por toda tu eternidad mientras se marchita. Él nació para la justicia y tú naciste para la noche eterna. Tu corrupción se lo comerá. Él no podrá soportarte  mucho tiempo, siendo lo que eres. Lo destruirá, o él te destruirá a ti.

(The red scrolls of magic)

 

 

Robert se había retirado a sus habitaciones privadas. Admiraba demasiado al Gran Mervin, siempre fue como un ídolo, y creía en él, confiaba en su buen juicio... Pero había cosas que le gustaría poder guardar para él. 

Sam.

Su hermosa Sam era uno de esos detalles. La había querido tanto, con sus enormes y expresivos ojos verdes, esos que suplicaron en silencio cuando Robert –un Robert corrompido, un Robert de otro tiempo, un Robert con su don recién descubierto y ansioso por probar su poder– se presentó frente a ella y su esposo. Ambos humanos, ambos débiles, ambos tan frágiles.

“Por favor, por favor, Rob” ella había suplicado, todavía confiando en él. A pesar de que era él mismo quien estaba por acabar con su vida. Y fue quizá eso lo que lo hizo tomar al bebé, al pequeño brujo, antes de asesinarlos.

—No debiste haber hecho eso —Robert saltó ante la voz de Mervin que se había detenido en el umbral de la puerta ahora abierta. 

Por un momento creyó que se refería a haberlo salvado, a no dejar morir a su hijo nonato, haberlo extraído del vientre de su madre antes de asesinarla...

Y Robert no estaba seguro de qué haría si el Gran Mervin, si su héroe, le pedía deshacerse de su hijo y corregir ese error.

Afortunadamente Mervin continuó y aclaró a qué se refería: —No debiste contactarlo así. Ahora ambos saben.

Su ceño de frunció. —Yo no sabía que Mica ya estaba vivo. Usted me dijo que me ayudaría a recuperarlo, maestro, y...

—Aparentemente alguien ya lo hizo por nosotros. Y ahora, por tu imprudencia, saben también que tú estás vivo. Si sólo hubieras esperado...

Mervin estaba molesto, pero Robert no pudo contenerse: —¡No era mi intención! Ni siquiera sé por qué... —se pasó las manos, frustrado, por el rostro; cubriendo sus ojos, esos inconfundibles ojos de plata que su hermano y el pequeño brujo de ojos verdes habían soñado y reconocido—, yo no quería herirlo, no quería herirlos... Yo no...

Mervin lo interrumpió: —Querer, Robert Owl, es tu error. Los poderosos, los invencibles, personas como yo y así como tú quieres ser, no queremos a nadie. Querer te hace débil, Robert. Rompe lazos o siempre habrá cabos sueltos. Tu hijo ha sido tu primer error. El segundo es Michael Owl. Además el Atrapador de almas. Ninguno de ellos puede vivir, Robert. Tu sueño fue sólo el comienzo, sólo un aviso. Un aviso que no deberían haber tenido. Ahora tendremos que acelerar todo. ¿Estás listo para tomar decisiones importantes, Robert Owl? 


Robert tragó y miró a los ojos escarlata de su maestro, la mirada de un demente. ¿Sería él así algún día? ¿Sería capaz de todo para lograrlo?

Y aun así, asintió.



* * *

 

—¡Ay, con más cuidado! —Cris intentó sacudirse la mano de Theo. 

Theo lo miró mal y presionó con más fuerza, sólo para molestarlo, aunque al instante suavizó su toque: por alguna razón el sufrimiento de Cris no era tan satisfactorio como esperaba; no importa cuán irritante fuera, encontró que no le gustaba que Cris Rey sufriera. 

Theo gruñó, molesto consigo mismo.

Cris siseó, sus manos fueron a las caderas de Theo, sus dedos presionaron con fuerza y Theo gimió, mientras intentaba soltarse, lo que sólo provocó que cayera sobre Cris. 

En retrospectiva, no deberían estar haciendo esto en su habitación...

¡Ni siquiera deberían estar en su casa!

Debería haberlo llevado a la Central para curarlo ahí. Pero Cris se miraba tan perdido, tan asustado, sus ojos verdes tan abiertos, y las marcas en su garganta tenían a Theo queriendo matar al culpable. Nunca antes, ni con lo peores delincuentes, se había sentido así.

¿Qué podría él, un simple humano, hacer contra un poderoso brujo que violaba las leyes del tiempo y el espacio? 

Y aun así, sabiendo que era una batalla perdida, supo mientras miraba a Cris que lo haría. Por él lo haría. 

Ridículo.

Y se dijo que era sólo porque, mágico o no, Robert Owl era un delincuente...

Así que lo había traído a su casa, después de un momento de extraña confusión cuando Cris dijo, su voz llena de cariño, “No puedo ir con Michael, él acaba de volver, no recuerda y nada de esto es su culpa. Él ha sido sólo bueno para mí”, y algo molesto y extraño ardió en el estómago de Theo. 7




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