Almas entrelazadas

Capítulo 7

El cuerpo bajo el de Alex no había reaccionado, "Owl. Owl. Michael, volviste, mi amor", sus mejillas se llenaban de lágrimas cálidas y su corazón había sentido como un peso se liberaba porque, ¿qué importaba que no respondiera al abrazo o a sus palabras, cuando estaba de nuevo aquí? 

¿Quién podría imaginarse que algo había salido mal?

Tal vez Ángel o Cris, debido a la magia tan diferente de cada uno, pero definitivamente no Alejandro –el Atrapador de almas que apenas lo había descubierto– que en ese momento lo único que sentía era un alivio inmenso por recuperar a su alma gemela. Su alma entrelazada. 

Mientras Alejandro yacía sobre Michael, aferrándolo en un abrazo, apenas conteniéndose de llenarlo de besos, de tomarlo de la mano y pedirle a todos irse para poder estar solos, para disculparse, para pedirle no dejar de quererlo porque su corazón no lo resistiría y sus almas eran un "Para siempre"...

Cris lo había sentido, sin siquiera haber mirado a su mentor, sin tener que encontrarse con esa mirada perdida, su magia, la conexión entre ambos, le dijo que algo iba mal. No pudo evitar mirar al ángel y recordar sus palabras –"La muerte existe por una razón. No es algo con lo que jugar y revertir sólo porque sí. Y, en realidad, no hay buenas causas para la necromancia"–, la punzada de culpa que sintió fue tan grande que sólo pudo sostener la mirada de esos ojos azules un momento antes de bajar la suya. 

"Es mi culpa. Si algo salió mal fue mi culpa totalmente. Debí saber que no podía, que no soy capaz de un acto de magia tan grande. Owl, Michael, siempre odió al Gran Mervin por creerse digno de jugar con la vida y la muerte y ahora yo lo he hecho...y fallé." 

Hasta oídos de Cris llegó la maldición de Ángel y el cariñoso "Estoy bien, cariño" de Wolf –era tan extraño ver a un hombre de su tipo, con esa apariencia fría, derretirse totalmente por alguien más y Cris sabía que no era sólo porque fuera un ángel, no era su encanto celestial lo que atrajo a Darren Wolf–, ellos estaban mirándose como si fueran los únicos en la habitación y Cris pensó que al menos no todos estaban mal.

Ángel dejó caer su frente en el hombro del humano y lo abrazó con fuerza, con necesidad, y de nuevo, Cris lo entendía, ver la muerte y el olvido tan cerca debían hacerle pensar en su propia historia, en lo que podría suceder. 

Después hubo un "Ángel, por Dios, muévete" que hizo a Cris sonreír. Él ya no vio cómo el ángel por fin se ponía de pie y dejaba de cubrir el cuerpo de Wolf...

—Michael, no puedo creerlo –las palabras y sollozos de Alejandro regresaron su atención a lo realmente importante–. Perdóname por no creerte, lo siento por no dejarte explicarme, por creer que tú realmente eras el asesino de mis padres. Mi amor, mi alma...

Dios. Cris nunca había amado; sí, tuvo una relación fugaz con Michael pero había sido todo físico, mera atracción que traspasó la admiración que sentía por su mentor y, en el fondo, intuía que Michael lo había hecho sólo porque sabía que necesitaba una coartada, fue sólo útil, eso y que su bondad era infinita y quiso cumplir el sueño de su aprendiz al menos un par de veces; así que no, él no sabía lo que era amar –y porque su mirada se posó en el hombre ojiverde a su lado, no podría saberlo–, pero definitivamente sintió su corazón estrujarse cuando no hubo respuesta por parte de Michael. 

—¿Michael? ¿Michael estás bien? ¿Por qué no dices nada?
No fue capaz de mirar más de unos segundos la mirada confusa y dolida de Alejandro que por fin notaba que algo iba mal.

Y después por fin rompieron incluso su corazón, lo escuchó aun cuando Alejandro sólo lo susurró: —Soy tu niño, ¿recuerdas? 

—¿Qué está pasando? –la pregunta se sucedió a la vez, Wolf preguntando al ángel si ese era el "famoso Michael Owl" y que "Me lo imaginaba diferente, imponente, emanando poder, ¿por qué se ve tan perdido?", y Theo tomando con fuerza del brazo a Cris y queriendo saber lo mismo–. ¿Qué está mal?

—No recuerda –le explicó Cris entre susurros rápidos al detective, acercando sus labios para hablarle al oído e ignorando el estremecimiento del humano–. Algo de él se perdió en el proceso, podría ser temporal o podría no serlo. Podría recordarlo dentro de un instante o nunca recordar lo que fue. Y su magia, al menos de momento, perdida. 

Wolf insistió en preguntar qué pasaba, ya que Ángel no le había respondido, pero Cris se perdió un momento cuando Theo Richards giró su cabeza al terminar de escuchar su explicación, sus ojos muy abiertos, una pequeña arruga en su frente. Pero lo que hizo al corazón de Cris saltar fue la cercanía de sus rostros ante el movimiento del humano, de sus labios. Una de sus manos de movió hasta el hombro de Theo, sólo tocándolo cuando lo que quería era abrazarlo aunque no entendía por qué, tuvo que obligarse a no llevar la otra a su pecho, porque, ¿qué haría si su corazón le decía que le estaba pasando a él también? 




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