Almas Gemelas

3. No tan bien

Austin. 

— ¿Puedes hacerme el favor de decirme por qué no cantas? —inquiero a Aaron, un compañero de banda de Pablo — Todos deberían hacerlo, ¿no?

—No, estúpido —me espeta, con molestia. Y en realidad no le molesta, solo está fastidiado con mi presencia. Y no es para menos, todo el día he estado con ellos y me encanta molestar a Aaron. Él siendo igual que yo, en lo bromista. Es divertido ver, como yo le gano y lo estreso —Todavía me pregunto por qué Pablo te trae con él. No aportas.

—Me amas —digo divertido — ¿Por qué no cantas? —vuelvo a insistir.

—Te odio, tenlo por seguro —replica — Y por que acá los cantantes son Julis y Pablo. Ni Enge, ni yo cantamos —Me bajo de la silla en la que estaba. 

—Tu sabes cantar.

— Y tu sabes fastidiar. 

Estamos en el café donde toca la banda de mi hermano. Son cuatro, los integrantes que forman el grupo, están: Aaron, Julis, Enge y Pablo. Llevan diez meses con la banda, y van de poco a poco. Aunque bueno, surgió cierto enredo con dos integrantes, que terminó formando otro integrante, que todavía no se digna a nacer. Si, un pequeño Enge o una pequeña Julis. 

—Austin —me volteo a mirar a Julis —, tu hermano se va a ir con Aina, te manda a decir que te puedes ir con nosotros si gustas —me ofrece. 

Y como últimamente, soy abandonado por mi hermano. 

Desde que anda —no oficialmente —con la Jones menor, el tiempo que pasa conmigo es cero. Y si, me molesta. Porque a ver, Pablo y yo somos un combo, un equipo, todo lo hacemos juntos y ahora el tiempo es más reducido. Se que el día que él tuviera novia iba a llegar, pero no estaba preparado, para que me dejara de segundas. 

Y si, estoy celoso de esa relación. 

—No te preocupes. Voy a caminar —le digo. Y salgo de la cafetería. 

Para estas fechas el verano se está marchando y de a poco está llegando el otoño. Ya han pasado una semana desde que volvimos a clase y la verdad todo sigue el rumbo que quiero. Me inscribí al equipo de fútbol —Si, este año si hice lo que debía hacer el año pasado—, y tenemos un buen equipo. Aunque estoy con Hongi, Guzt y Pelto, los amigos de la "desconocida". Y no estamos en los mejores términos. Con respecto a clases, este año es más difícil por ser el último, pero he aprendido hacer un poco más responsable —No tanto, tanto, pero algo —. 

Mi teléfono suena y lo saco de mi pantaloneta. En la pantalla el nombre de Kanti ilumina, y contesto. 

—Hola, Kan —saludo, mientras camino por la calle y decido cruzar la calle, para irme caminando cerca de la playa — ¿Qué haces?

—Hola, bebé. Estoy teniendo una pijamada con las chicas, y quería llamarte para saber como estabas —Escucho los gritos de sus amigas detrás de la línea.

—Me alegra. Yo estaba en la cafetería con los chicos, hoy tuvieron un gran día. Hasta ya tienen un club de fans, se sabían las cuatro canciones que tienen —Sonrío, por el recuerdo. Estaban listos para empezar, cuando entraron un grupo de niñas, con carteles de sus nombres. Fue muy cute. 

— ¿Estaba Aina?

—Si, es obvio. No se pierde ningún ensayo de los chicos. 

— ¿Y estás bien por eso? —pregunta, medio preocupada, medio molesta. Y es acá cuando no me gusta su manera de ser, y hace sacar el patán que soy. 

—Si, Kanti. Ahora no hagas preguntas absurdas, como siempre. No me afecta verla a ella, se distinguirlas. Aunque no lo creas, tengo sentido común, no me trates como un niño pequeño —hablo molesto. De solo pensar que la está mencionando, me molesto.

Odio que pronuncien su nombre. 

Odio cuando me la insinúan.

Y odio que me la recuerden. 

—Siempre te pones de mal humor al escuchar su nombre, o algo parecido a eso.

—Si. Se que lo sabes, pero no entiendo porque lo haces, si sabes que me molesta.

—Por qué quiero que sigas de esa manera. Quiero que entiendas que ella fue la que te falló, no tu. Y que lo único que puedes es olvidarla. —Me reprocha. No digo nada más, y cambiamos de tema. 

Al terminar la llamada, el maldito rostro de la "desconocida" se me viene a la mente. Y es que es imposible no hacerlo. Han pasado siete, ocho meses desde que nos dejamos de hablar, desde que terminamos la falsa relación que tuvimos. Y sigo con el sabor amargo, de saber que fui solo una apuesta. 

No voy a decir que yo no sabía que la manera tan repentina en la que se acercó, en la que empezó a involucrarse conmigo, no hizo que sospechara. Pero cuando fueron pasando los días y los meses, se empezó a sentir real. Y yo, como muy idiota, me la creí. Lo que duele es mi ego, mi hombría. Alguien sencillamente llegó y me hizo dudar de la vida sin compromisos que llevaba. Y me hizo querer involucrarme con algo más que sexo. 

Lo sentí cuando la hice mía por primera, lo sentí al empezar a ser novios y lo sentí los momentos antes de quitarme la venda. 

Últimamente soy muy alzado con las personas, y con mi familia. Pero de alguna u otra manera, quiero desquitarme con los sentimientos de estos meses. Desde mi padre en la cárcel, como desde lo de las Jones y lo de ella...

Siento que estoy dejando de ser el Austin de hace meses. 

¿Bueno o malo? No se como sentirme al respecto. 

***

— ¡Voy a salir! —grito exasperado. Tengo rabia con todos, me molesta que me juzguen.  

— ¡Cállate, Austin! —me brama mi madre — ¿Cómo es qué ya tuviste tu primera pelea? ¿Desde cuándo eres agresivo? ¡¿Qué está pasando contigo?! —Tiene las manos empuñadas, y esta enojada. Su cara está roja, y con los gritos que esta pegando, de seguro ya todo el vecindario se enteró. 

—¡Para todo hay una primera vez! ¡Y no me cuestiones, cuando eres la única mentirosa! —Mis hermanos bajan las escaleras, lo noto de reojo. Pero ambos seguimos al frente de la puerta, sin dar el brazo a torcer —. Cuéntales, diles por qué razón estos días has llegado tarde. ¡Diles!




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