Almas Gemelas

9. No esta bien.

Aitana.

—¿Cómo les fue? —pregunta Layla a través de la pantalla. 

Frunzo el ceño, al notar sus notables ojeras, sus ojos hinchados y su intento por ocultarlo —Que le sale mal —. Su cara se nota mucho más demacrada, cosa que me hace sentir preocupada. Desde que se fue, la hemos visto más delgada y sin esa chispa que ella tiene. Siempre le preguntamos si come bien, y dice que a comparación de otros sí. Cosa que me hace preguntarme en qué condiciones vive.

—Fue igual que siempre. La verdad la abuela se puso tan mal, que se desmayó y la tuvieron que llevar a un lugar a que se tranquilizara. Lo de siempre, todos sufrimos por lo que pasó. 

—Son fechas muy difíciles para los abuelos y para los demás —Empieza a mirar otra cosa, menos la cámara.

—¿Y tú? ¿Cómo estás? 

—Supongo que bien.

—Habla sinceramente.

—Recibí una carta que me tiene de mal genio y encima estas fechas me tiene algo susceptible —confiesa. 

—¿Qué te pudo dejar de esa manera?

—Te voy a decir, pero con la condición que no se lo cuentes a nadie y que tampoco te vas a involucrar en algo de este tema —me advierte, me hago la idea de que debe ser algo delicado —. Ava escribió una carta.

—¿Qué? —pregunto sin poder creérmelo.

Nuestra tía se supone que debe estar en la cárcel, sin contacto alguno con el exterior y que la carta haya llegado hasta donde esta Layla, me preocupa los alcances que pueda tener.

—No decía algo malo, del todo —bufa —. Solo que escribió cosas que me tienen demasiado molesta y cansada mentalmente.

—Todo va a estar bien. Ella ya nos puede hacer nada.

No contesta, y decido cambiar el tema. Contándole un poco de mi semana, que lo mucho que me río con Simón y Rett, cosa que ella no desaprovecha para molestarme, pero yo también aprovecho para hacerlo con ella. 

Cuando terminamos, decido acostarme a dormir, pero no sin antes ir a visitar a papá. Él cual está muy pendiente acerca de la investigación para dar con Edward, pero no por eso, dejo pasar el día en el que vamos todos al cementerio a visitar a mamá y hasta hace un año a Ward.

—Papá —toco la puerta, pero no recibo respuesta. 

La abro con cuidado de no encontrarme con una escena para quedarme con traumas el resto de mi vida. Pero vuelvo a llamar y no recibo respuesta, dentro a su cuarto y su cama sigue tendida. Lo que me sorprendo de ver, es como en el suelo de su habitación, se encuentra la botella de vodka medio vacía y al lado de este el álbum familiar.

Sintiendo muchas cosas, me siento justo donde se encuentran estas dos cosas y donde me recuesto con la parte de debajo de la cama. La abro y las fotos de la boda de mamá y papá me iluminan.

Mamá en su vestido de novia se veía preciosa, con un vestido estilo sirena, su cabello recogido y su cara perfectamente maquillada. Una lágrima se desliza por mi mejilla. Mamá fue feliz ese día y lo fue hasta el día que se murió. Hace siete años. Dio todo por nosotros, nos enseñó muchas cosas y era la mejor madre. Suena demasiado irreal, pero tenía tantas cosas buenas. Que todavía no entiendo como Ava pudo quitarle la vida a su hermana.

—Aitana… —giro a ver a papá en el marco de la puerta. 

Quien se nota, que esta tan roto como nosotros. Han pasado siete años, ¿Cuánto más va a doler? ¿No se supone que las cosas se superan? ¿No se supone que el dolor no dura para siempre? Pero todos nosotros estamos en el recuerdo intacto. Todos.

—Ven acá, pequeña —Me levanto rápido, para correr a esos brazos que me ofrece. 

Me siento como una niña pequeña, como esa niña de ocho años a la que solían molestar y tanto él, como mamá defendían. Me siento como cuando me dijeron que ella no iba a estar más. Me siento como cuando me di cuenta en el monstruo que me había vuelto.

—Todo va a estar bien. El día pasara y mañana vamos a volver a estar bien —me acaricia el cabello, mientras me las leves palmadas en la espalda —. Ella las protege desde el cielo.

—Te amo, papi.

—Yo también, hija. 

¨¨¨¨¨¨

A la mañana siguiente decidimos ir con los chicos, a un concierto que va a haber. No es algo realmente grande, solo es un lugar donde hacen batallas de bandas. Donde casualmente, se inscribió Pablo y los demás. Por lo que con Guzt, Pelto, Aina y yo, emprendemos viaje hasta allá. Mi hermana se ve emocionada por esto.

—De verdad no te imaginas todo lo que ha practicado, lo emocionado que esta. Que están los chicos —sonrió. 

En Aina no es algo muy habitual el que este tan entusiasmada —A menos que sea algún concurso de cocina—. Por lo que me hace saber que las cosas con Pablo, siguen el rumbo que deben. 

—¿Al fin fuiste a verlo? —le pregunto, sin poder evitar ponerme de cotilla.

Ella se incomoda, pero lo trata de disimular. 

—Si —musita. 

Bufo, la verdad no entiendo todavía por qué fue a verlo. Gustavo le hizo mucho daño, la trato como una muñeca de trapo a la cual manejo a su antojo, la trato en su sitio de escape, sin quererla como era debido. Eso me molesta de Aina, lo estúpida en cuanto a esa cuestión que puede ser. 

—No debiste —Le reprocho —. Aina, él ya se demostró tal y como es, ¿por qué te sigue preocupando? 

—Aitana, no es fácil sabiendo que se todo lo que se vive en esa casa. Casi lo mata a golpes —Empieza a subir su tono de voz, haciendo que en asiento trasero del auto de Pelto, empecemos a discutir —Para ti esta situación es fácil de juzgar, pero es porque no sabes nada de ellos. Y lo que haga yo, no debería alterarte de tal manera.

—¿Volvemos a lo mismo? —inquiero.

—Chicas… —habla Guzt, pero lo ignoramos.

—Yo te he dicho que no es bueno que le ruegues a Austin, pero de igual forma lo vas haciendo. Entonces. ¿volvemos a lo mismo?

—Definitivamente que nunca vas a cambiar y serás la misma mojigata de siempre —Le digo con tanto veneno, que trato de tranquilizarme, no puedo seguir diciendo cosas asustar.




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