Almas Gemelas

24. Distancia.

Simón.

>>Quítate, no quiero que por tu culpa resulte ser yo el cubierto con un ladrón. 

>>No te me acerques, producto del demonio.

>> Que vergüenza debe ser para tu hermano tenerte como hermano, digo, que lo asocien con el feo de la clase debería avergonzarlo. 

Las lágrimas salen, mi pecho duele y me destruyo con mis propios pensamientos. 

Yo no quería nacer con ese aspecto, no deseaba que mi piel tuviera el aspecto de quemadura o de cuando te caes y te sale costra para proteger tu piel. A los siete años me miraba al espejo y me preguntaba porque mi cara era de esa manera, porque no podía solo dejar ver mi piel —Como la que hoy en día tengo—. Mostrándome la piel entre morena y blanca. Fueron muchos años asistiendo al dermatólogo, el genetista clínico y entre otros médicos trataron mi problema. 

Podría decir que fue fácil, pero fue todo lo contrario. 

Las personas son crueles por su falta de empatía, nadie sabe lo del otro, nadie sabe que tanto ronda por tu cabeza. Tuve quien me sostuviera, pero tanto así que cuando esa persona no estuvo, sentí mi mundo caer.

Se valiente, enfrenta la vida con la frente en alto. 

Mucha gente te anima, pero pocas personas te entienden. 

Todos saben que juzgar es malo, que desearle la muerte a alguien lo es, que todos somos iguales; solo que siguen existiendo personas que no les importas como te sientas, como el día de mañana actúes. 

—Será mejor que hoy nos quedemos acá en la casa —dice Rett desde el marco de mi puerta —. No tengo ganas de aguantarme de partirle la cara a quien sea que sea que mencione lo de ayer. 

—Deja de tratar de protegerme, no lo hagas mientras mamá esté detrás de eso —contesto borde —. Yo no voy a ir, eso quiere decir que no te van a molestar. 

—¡¿Puedes dejar eso de una vez?! —interroga, dando un golpe en la pared. Sus cejas están fruncidas y es evidente su molestia —. No cargues con culpas que no te corresponden. Deja de pensar que las personas nos acercamos y te protegemos por lástima, porque yo nunca lo he hecho por eso —farfulla, molesto. No digo nada, solo quiero que deje de hablarme y se marche —. Voy a irme al instituto, pero solo para dejar unos puntos en claro. Ahora, quiero creer que más tarde vas a ir a tu trabajo y luego vas a volver rápido. Porque de verdad no me quiero cabrear más —puntualiza. 

La habitación queda en un silencio sepulcral y solo puedo mirar hacia el techo, el cual tiene unas pequeñas figuras en púas, y viéndolo me doy cuenta que ni la infraestructura es perfecta, tal vez es porque son los mismos seres humanos quienes lo creamos. 

¿Qué estoy pensando?

Las cosas están saliendo mal, y no es que no esté acostumbrado a que eso pase, pero en realidad siento que no tengo el control sobre lo que hago y lo que digo. Para mí ya es difícil lidiar con mis propias cosas, como para que además de eso haya metido mi corazón en terreno tan peligroso. 

Ya de alguna manera me herí al empezar a sentir algo por Aitana aun sabiendo que ella le gustaba Austin, luego pasa que siento que estamos más cerca y le meto más leña al fuego. Y como en mi vida nada termina bien, esta no iba hacer la excepción.

No es como que no vaya a volver al instituto, solo es que no sé cómo afrontar las cosas. Soy de los que les gusta mantener un perfil bajo en cada cosa que hace, que las personas sepan todo sobre mí, me asusta. Sé que puedo defenderme, lo suelo hacer, como antes no lo hacía. Sin embargo, el punto es que no sé hasta qué punto pueda contenerme, sé que cuando saquen a mi familia para atacarme, muchas cosas malas van a salir. 

Odio que hablen de mi hermano como si lo conocieran, odio escuchar suposiciones que están muy lejos de ser verdad. 

Mi teléfono suena y cierro los ojos, se quien es, lo más seguro es que el mismo Rett le haya dicho lo que pasó. Mi madre se preocupa por mí, yo lo sé, sin embargo, desde pequeño creo que ella es la misma que hace que las personas me tengan de lejos. No sé si es por ellos o por mí, pero que ella misma me aleje de las personas, siempre me ha lastimado. 

Me levanto un poco de la cama para tomarlo de la mesa de noche, en la pantalla el nombre de Violet aparece —La verdad es que tengo una espina con el mamá—. Contesto acostándome de nuevo en la cama, pasando un brazo para recostar mi cabeza. No digo nada, al fin no fui yo quien necesitaba al otro. 

—¿Por qué te gusta hacerme esto? —Es lo primero que dice. Por su tono de frustración, la puedo imaginar en una silla del patio de la casa y con una botella de agua al frente en tremendo sol —. La pasas mal y me dices que estas bien, también me enteró que te expusieron de tal forma con todos y tu solo no hablas. 

—¿Tengo que hablar cuando tu digas? —la interrumpo. Ella se queda callada por unos momentos. 

—Deja el irrespeto que últimamente tienes así a mi —masculla. Violet sabe hacer valer su palabra, no de forma en la que sea dominante, pero si en ocasiones sobrepasando cosas —. Tu no eras así, al parecer el que te haya dado permiso de mi a California lo único que hizo fue volverte más grosero. 

—Siempre he sido así —suelto con desgano —, solo que estabas tan ocupada huyendo de mí que hasta ahora te das cuenta. 

—No digas más eso…

—¿Por qué? ¿Por qué te sientes mal al hacerlo? —contradigo —. No sé por qué llamas si cada vez que lo haces terminamos mal. Te amo mucho, pero no quita el hecho que no estoy acostumbrado a que estés encima de mí siempre. 

—Estoy preocupada por ti. 

—Estoy bien, yo estoy perfecto y si pude una vez Alan muerto defenderme, esta vez también —Solloza a través de la línea y me duele. 

Mi madre es de igual forma un pilar, sin embargo, no es tiempo para que ambos lleguemos a un punto de acuerdo. Ella me quiere de regreso por razones que no aceptó y son que se dio cuenta que al final soy el único hijo que le queda. No la culpo, ambos perdimos a Alan, pero tampoco justificó su lejanía y su tan repentino interés en mí, porqué ya me levanté sin ella. 




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