Almas Gemelas

30. Gracias por enseñarme.

Aitana.

Los nervios no disminuyen y la verdad están lejos de hacerlo. Camino por el mismo pasto que me lleva camino a la tumba de mi madre, esa misma que años atrás partía cada parte de mi corazón. Hoy en día su recuerdo no es tan amargo, duele, no lo voy a negar. Sin embargo, puedo verla sonriendo y diciéndome que todo mejorará. 

Por el contrario, jamás había caminado hacía la tumba de Maro, era uno de esos lugares que me prohibí visitar porque al hacerlo todo se volvía más real. Han pasado unos años desde ese día y la culpa sigue, pero esta vez es un sentimiento diferente. Siento que si puedo perdonarme a mí misma y también que habrá días que, aunque yo misma me juzgue, es un proceso para alcanzar la paz que necesito. 

Las cosas no son fáciles, ni mucho menos cuando eres la mala de la historia. Sigo equivocándome al pensar muy adentro de mí las falencias que puedan tener las personas, trabajo en ello y lo seguiré haciendo.

Llego a una lápida gris, la cual tiene su nombre y por las palabras que tiene deduzco que fue Armando. 

“Partiste pronto, sin mostrarle al mundo que tanto podrías ofrecer, pero desde donde estás eres nuestra luz”

Me siento en el suelo y tomo una bocanada de aire, antes de empezar hablar.

—Me tardé bastante —rasco mi brazo —. Lo siento, lo siento y lo siento. Sé que venir a un lugar como este donde solo hablo con una lápida y donde se que tu cuerpo está guardado bajo tierra no es suficiente. 

>> Nos hicimos daño mutuamente, esa era una buena excusa años atrás. Ahora es solo un castigo, recordar esas palabras y que nunca pude despedirme de ti. 

>> Eras el más inteligente de la clase, fue tu cualidad más envidiada; eras bueno en el deporte de natación; eras bueno en la pintura. Creo que lo único que no eras bueno era con las chicas —suelto una pequeña risa —. Una vez Kanti se te declaro y tu no podías con la vergüenza, en ese entonces todavía no estabas vuelto un manojo de misterios. Solo eras el chico que hacía mis días complicados. 

>> A veces me pregunto qué tanto guardabas en ti, que tanto amaste a Teodoro, el por qué tenías esa foto de mi familia en la habitación cuando entramos en ese lugar o porque tu diario mostraba parte tan felices y que opacaban las tristes —digo al recordar el diario que guardo en lo más profundo de mi cama —. Eres un misterio, porqué ese tipo de cosas no van a tener respuesta, solo quiero creer que no era nada malo.

>> No voy a dejar ir tu recuerdo, porque en él voy a ver mi enseñanza, mi error y eso que no debo volver hacer nunca más en la vida. No fuiste el único que lastimé, pero si fuiste el que llegó más lejos para cerrar los ojos.

>>Gracias, Maro, gracias por darme la jodida lesión más importante de mi vida. 

Me levanto sintiendo que todo debe mejorar, pero esta vez sintiéndome un poco en paz. Sabiendo que al final del día no va a desaparecer lo que hice, pero haré lo que sea para sonreír y demostrar que esos recuerdos no me destruyen, solo me hacen saber que debo hacer y que no. Podía ser algo de críos, de niños como lo llaman los adultos, pero va mucho más allá de eso; lo entiendo y ya pasaron muchos años para que lo entendiera.  

Dejarlo en el pasado no es la opción, llevarlo como una gran enseñanza debe ser lo que me ayude día a día. 

///

—¡Te ves hermosa! —exclama Aina, llegando a mi habitación. 

Hoy luce más radiante y su sonrisa hace que yo también sonría. Es agradable ver como ha crecido a lo largo de estos meses. Lo de nuestra familia no ha destruyó, al contrario, la hizo más fuerte. Y aunque siga cerca de Gustavo al estar pendiente de todo lo que sucede con su familia, se que lo hace con la bondad que ha ella la caracteriza. 

—Tu también —le guiño el ojo. 

Hoy es el cumpleaños de Santiago y todas fuimos invitadas, la verdad es que la invitación la hizo Mar quien al parecer va con toda para conquistarlo, o de eso escuché quejarse a Sofía. Por una parte, no queríamos ir porque ver a Mar siendo imprudente no parece un buen plan, pero viendo que los chicos van a estar allí, decidimos asistir. 

—¿Invitaste a Aran? —me pregunta subiendo y bajando las cejas. 

Siempre me he preguntado como es que Aina si puede subir una mientras baja la otra y yo por mi parte no. Se supone que somos gemelas ¡por lo que exijo un reembolso!

—Si, llegara con Rett al rato cuando termine su turno en la cafetería. 

—Tienes una sonrisa que no te veía desde hace meses —Y apenas soy consciente de eso —. Me alegra que hayas podido hablar con Austin, que hayan quedado en buenos términos y que no todo es malo. 

—Lo sé, aunque esté algo cansada con la labor social y las consultas con el psicólogo, me siento mejor. 

—Es mientras te acostumbras —le resta importancia. 

—Hablas con quien su habitación es un desastre y quien además no hace oficio en su casa, pero en estos meses va a estar recogiendo la basura que personas “decentes” tiraron —gruño —. Hasta el excremento de sus mascotas dejan tirado.

—Es tu castigo, hermanita —alza los hombros —. Te quiero contar algo —me toma de las manos y me sienta en la cama. Mira hacia la puerta para ver que nadie pase —. Escuché esta mañana a Sofía hablar con el detective quien ayudaba a Layla antes. Al parecer Edward está más cerca de lo que pensamos, una fuente cercana lo vio cerca de la Bahía.

Abro los ojos, ¿qué tan cerca estaremos de verlo de nuevo?

—Volverá pronto —agrego. 

—Lalo estará con nosotros y esta vez todo mejorará —concluye ella con una sonrisa. 

 

Salimos de la casa un rato más tarde junto a Bie quien es la encargada de manejar. En todos estos meses ha aprendido bastante y ya no es peligroso subirse junto a ella. Hasta quedamos en que pronto nos podría enseñar. 




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