Capitulo uno.
No la quiero cerca.
Y todo comienza con una discusión, una pequeña pero muy importante disputa.
—No. De ninguna manera asistiré a un estúpido colegio solo por tu capricho—golpeo la mesa con ambas manos
—Sabes muy bien que no es una pregunta, es una ¡orden! —alza la voz.
Una risa burlona se escabulle de mis labios haciendo eco en la habitación —Padre ¿acaso creíste que estaba respondiendo a tu "orden"? —hago comillas con los dedos. Paso mi mano entre mi cabello —Ryan Jones, estas equivocado, esa fue mi decisión definitiva— levanto la voz— ¡No voy a ir al colegio y punto!
Mi padre se acerca a mí y sujeta con fuerza el cuello de la camisa tan cara que llevo puesta, está muy molesto, lo cual no me sorprende; tengo el maravilloso don de acabar con su paciencia.
De verdad tengo tantas ganas de golpear a mi padre por querer hacerme prisionero de un colegio.
—Escúchame con mucha atención padre, eh vivido mil guerras y sucesos históricos en carne propia; tengo mucho conocimiento como para tener que ir al colegio a escuchar cosas que ya sé—sujeto con fuerza sus manos y las aparto de mi camisa.
Mi padre está tan molesto que en cualquier momento me dará una bofetada, a los pocos minutos percibo que alguien más nos hará compañía a tan cálida platica.
Dayan, la mujer que respeto sobre todas las cosas, y personas existentes en este mundo, nos hace compañía.
—Hijo por favor, obedece a tu padre, es por tu bien.
Mi madre ha decidido acompañarnos y de verdad prefiero que no intervenga de lo contrario seré preso de un maldito colegio.
—Madre, soy yo el que te pide de favor que no me obligues a ir, no lo necesito.
Con mucho primor posa su mano en mi mejilla y la acaricia —Claro que lo necesitas, aprenderás cosas nuevas e incluso puedes hacer amigos; sabes que en cosas de historia no todo es acertado, pero como has vivido lo suficiente puedes ayudar a que las personas sepan la historia real. Vamos pequeño, hazlo por mí—sonríe.
—Agh, de acuerdo, iré al colegio.
Ese chantaje de "hazlo por mi" es lo que más le funciona a mamá, ya que por ella haría lo que fuera, sin importar que.
Dirijo la mirada hacia mi padre y no disimula su sonrisa de victoria, pues gracias a mamá logró hacerme prisionero de un maldito colegio.
Después de estar una hora en el auto, al fin llego a mi prisión.
Camino por los pasillos de Northside, todo individuo me observa minuciosamente muchos chicos ya me envidian incluso desean mi muerte, algunas son muy ingeniosas, pero otras dejan mucho que desear; las chicas por otro lado me desean en sus camas. Lo sé porque tengo el poder de leer sus mentes, pero en verdad evito hacerlo ya que me trae sin cuidado lo que piensen o digan sobre mí.
Llego al aula y como no quiero que me asfixien uso mis poderes
—A un lado mortales.
Y todos se apartan dejándome pasar, algunos alumnos se quedan boquiabiertos, pero no les doy importancia, me siento hasta el fondo para poder escudriñar a todos sin que lo noten.
A los poco minutos llega la profesora una mujer de cincuenta años, espero realmente tenga conocimientos sobre esta materia que es historia, porque de verdad no me voy a contener y podría hacerle una insignificante grosería.
La clase da inicio y que fastidio, ella habla tan lento y con una voz que me arrulla, su nombre es, ¿qué nombre era? Para ser franco no le puse nada de atención desde el momento en que dijo aquella oración tan ordinaria.
—Jóvenes tenemos un alumno nuevo, —dirige su mirada hacia mí — Nos haces el honor de presentarte.
Me contengo al querer rodar los ojos, ¿el honor de presentarme? Que estupidez, a nadie le importa saber quién soy, nadie quiere saber de mi existencia, menos si se trata de un chico que llaga a mitades de ultimo año.
—Dominic Jones—respondo sin una pizca de importancia.
—Muy bien Dominic, ¿te gustaría compartir con nosotros tu edad? —me lanza una sonrisa coqueta.
¡Puaj! Ya sé a dónde va esta señora; como desearía poder decir "No en realidad no tengo el mínimo interés en decir mi edad ni siquiera tengo el interés de estar en este colegio"
Ruedo los ojos —Tengo 19 años, —es mi primera respuesta al calcular la edad de estos mortales, aunque en realidad tengo 280 años ¿me crees? Sé que piensas que estoy loco o que miento, pero estoy diciendo la verdad. La honestidad es una de mis muchas cualidades — ¿Algo más que quieran saber? —la fulmino con la mirada.
—Qué joven eres, aparentas menos edad— se muerde con discreción el labio—ya puedes tomar asiento.
Si lo que intenta es seducirme, pierde su tiempo.
Después de una hora de escucharla hablar sin parar ya estoy que me lanzo a un abismo del aburrimiento, aún falta una hora más y considero que es tiempo de que acabe esta tortura llamada clase.
<<Guarda silencio >>
Mi mente se concentra en la profesora y se queda quieta por dos segundos y después . . .
Un agradable silencio reina en el aula, todos la observan y yo hago mi mayor esfuerzo porque las carcajadas no se escapen de mi boca.
<<Recoge tus cosas>>
De nuevo doy la orden en mi mente y la profesora, lo hace. Nadie entiende lo que sucede y es lo que más me fascina.
—Jóvenes, la clase se a terminado— comento en voz baja y ella dice exactas mis palabras. Todos acatan la orden y salen si entender que ha pasado.