Capítulo 6: La Conexión Revelada

April abrió los ojos lentamente, parpadeando para ajustar su visión. Sentía un leve mareo, como si acabara de despertar de un sueño profundo. Lo primero que vio fue un techo desconocido, y al girar la cabeza, se encontró con una habitación extraña pero acogedora, iluminada por una suave luz. A su lado, alguien la observaba con una mezcla de preocupación, asombro y ternura.

Alan estaba sentado junto a ella, casi sin atreverse a moverse. Cuando vio que April comenzaba a despertar, su corazón latió con fuerza. No podía creer que ella estuviera allí, en su mundo, en su habitación. Con una mezcla de nervios y emoción, le dedicó una sonrisa suave, intentando no sobresaltarla.

—¿Estás bien? —preguntó en voz baja, como si temiera romper la magia del momento.

April lo miró a los ojos y sintió una extraña sensación de familiaridad. Era él, el chico que había visto tantas veces en sus sueños, el mismo rostro que parecía perseguirla en sus pensamientos y en cada reflejo. Incrédula, tocó suavemente su propio rostro, intentando procesar lo que estaba ocurriendo.

—¿Dónde… dónde estoy? —murmuró, intentando reordenar sus pensamientos.

Alan le tomó la mano, su contacto tan natural que parecía venir de una conexión más allá de las palabras. Se dio cuenta de que tampoco tenía todas las respuestas, pero sí una certeza: estaban destinados a encontrarse.

—Estás en mi mundo —respondió Alan, sin poder ocultar la emoción en su voz—. No sé cómo ocurrió, pero… siento que has cruzado dimensiones para llegar aquí. Tú eres la persona que he estado buscando toda mi vida.

April lo miró, sorprendida. Sus sueños, esa conexión inexplicable que había sentido con él durante tanto tiempo, de repente tenían sentido. Había algo en él que la hacía sentir completa, como si todas las piezas de su vida encajaran de golpe. Recordó las palabras de la mujer que le había hablado de conexiones y destinos y entendió que esto era lo que había estado esperando.

—Yo… he soñado contigo tantas veces —confesó ella en un susurro, casi como si temiera romper el hechizo—. Sabía que existías, pero jamás imaginé que pudiera encontrarte.

Ambos se miraron en silencio, un silencio cargado de comprensión y reconocimiento. Para Alan, era un momento surrealista. Había pasado años esperando, buscando en los registros, enfrentando la desoladora idea de que no existía nadie compatible con él. Pero ahora, allí estaba ella, frente a él, tan real como su propia existencia.

—Nunca he tenido la certeza de que encontraría a mi alma gemela —continuó Alan, acariciando suavemente el dorso de su mano—. Pero ahora que estás aquí… siento que mi vida finalmente tiene sentido.

April sonrió, sintiendo que su corazón se aceleraba. Sin saber exactamente por qué, se sentía como si hubiera encontrado el hogar que siempre había buscado, un refugio en el cual podría confiar.

—Es extraño, ¿no? —murmuró ella, con una pequeña sonrisa—. He pasado toda mi vida esperando a alguien, y ahora que estoy aquí… es como si todo lo que he vivido hasta ahora hubiera sido solo un sueño.

Alan soltó una risa suave, compartiendo su incredulidad.

—A veces, la realidad supera cualquier sueño —dijo él, sosteniendo su mano un poco más fuerte—. No sé cómo será el futuro, ni qué desafíos nos esperan. Pero estoy dispuesto a descubrirlo, si tú también lo estás.

April asintió, con una mirada decidida. Sentía que una fuerza poderosa la impulsaba a quedarse, a conocerlo más profundamente, a descubrir las razones por las cuales estaban destinados a encontrarse. Al sentir el calor de su mano, supo que no estaba sola en esta aventura.

Ambos se quedaron en silencio, disfrutando de la presencia del otro. Sin palabras, comienzan a construir los cimientos de su conexión, sabiendo que juntos enfrentarán cualquier cosa que el destino les depare. Un nuevo capítulo en sus vidas estaba a punto de comenzar, un capítulo donde el amor y el destino se entrelazaban de una manera que ninguno de los dos podría haber imaginado.