Almas Gemelas

Capítulo 7: Un Mundo Sin Soledad

Después de un momento de silencio en el que ambos asimilaron el impacto de su encuentro, Alan decidió que era el momento de explicarle a April lo que había sucedido —al menos lo que él creía que había sucedido. Sabía que las palabras podían no ser suficientes, pero tenía que intentarlo.

—Sé que todo esto debe parecerte irreal —comenzó Alan, buscando las palabras adecuadas—. No sé exactamente cómo ocurrió… el dispositivo que encontré, según cuenta la leyenda, tiene la capacidad de cruzar dimensiones y tiempos. Lo activé y, de alguna manera, tú cruzaste hasta mi mundo.

April lo miraba con una mezcla de asombro e incredulidad, intentando procesar cada palabra. En su mundo, todo era mucho más práctico, menos romántico. La idea de un amor predestinado o de un mundo donde cada persona tiene una pareja destinada parecía algo sacado de un cuento.

—¿Entonces estoy en… tu dimensión? —preguntó, intentando darle sentido a la situación.

Alan asintió.

—Así es. Este es mi mundo, o mi dimensión, como quieras llamarlo. Aquí, cada persona tiene un alma gemela registrada. Desde pequeños sabemos que en algún momento conoceremos a esa persona especial. Algunos lo descubren temprano, otros, como yo… —hizo una pausa, sonriendo con ternura—, lo descubrimos un poco más tarde.

April bajó la mirada, pensativa.

—En mi mundo, el amor es muy diferente —le explicó—. No hay una "persona destinada". Es una elección, una que puedes cambiar en cualquier momento si decides que ya no funciona. La conexión es momentánea y, si encuentras a alguien más, puedes cambiar de dirección sin problemas.

Alan la observaba, fascinado y un poco triste al mismo tiempo. La idea de un amor tan temporal y flexible contrastaba con todo lo que él había aprendido y esperado toda su vida.

—Aquí el amor no es algo que se elige de esa manera —respondió con suavidad—. Una vez que encuentras a tu alma gemela, ese vínculo es irrompible. No importa lo que pase, siempre hay una conexión. Es algo que crece y se fortalece con el tiempo. La soledad, en este mundo, no es una opción; las personas están destinadas a estar juntas.

April lo miró, tratando de imaginar lo que significaría vivir en un lugar donde todos encontraran a su pareja perfecta, alguien con quien nunca se sintieran solos.

—Me cuesta imaginarlo —admitió—. En mi mundo, la soledad es respetada, incluso apreciada. La mayoría de las personas elige estar solas, porque les da libertad. Nadie depende de nadie para ser feliz.

Alan asintió, comprendiendo que para ella, el concepto de estar con alguien para toda la vida podía parecer limitante.

—Tal vez verlo con tus propios ojos te ayude a entender —le sugirió él, levantándose y extendiéndole la mano—. ¿Quieres que te muestre mi ciudad?

April aceptó su mano, intrigada por la posibilidad de explorar este nuevo mundo. Alan la llevó a través de las calles de su ciudad, donde April comenzó a notar algo que la impactó profundamente: todas las personas que veía estaban en pareja o en familia. No había nadie solo.

Parejas caminaban de la mano, niños corrían alrededor de sus padres, y había un ambiente de conexión y pertenencia en el aire. Todos parecían estar acompañados, envueltos en una atmósfera de amor y complicidad.

—Es… increíble —murmuró April, casi sin palabras—. Nunca he visto algo así. En mi mundo, la mayoría de las personas va sola, incluso si tienen relaciones. La soledad es una opción, y muchos la eligen para mantener sus opciones abiertas.

Alan la observaba mientras ella miraba a su alrededor, maravillada. En su mundo, la soledad era algo extraño, incluso impensable. El concepto de "mantener las opciones abiertas" le parecía ajeno. Aquí, el compromiso y la conexión con una sola persona era la norma y, para la mayoría, la fuente de felicidad.

—Aquí creemos que la conexión con tu alma gemela es lo que da sentido a la vida —le explicó él—. No es solo estar con alguien, es encontrar a esa persona que te completa y hace que todo lo demás cobre sentido. La idea de estar solo… no es algo que siquiera consideremos.

April asintió, intentando comprender. Había pasado tanto tiempo sola, confiando solo en ella misma, que el concepto de depender emocionalmente de alguien más le resultaba extraño, casi aterrador. Sin embargo, estando junto a Alan, sentía algo diferente. Tal vez este mundo, con su forma tan distinta de ver el amor, tenía algo que enseñarle.

—Tal vez… —murmuró ella—. Tal vez estaba equivocada sobre el amor. Quizás estar con alguien no significa perder la libertad.

Alan le sonrió, y con un apretón suave en su mano, la guió a través de la ciudad, mostrándole más de su mundo. Sabía que sería un desafío para ambos entender las diferencias de sus realidades, pero también sentía que, con ella, podría finalmente compartir esa vida que tanto había soñado.

ambos caminan juntos por la ciudad, unidos por una conexión que empezaba a florecer. Alan y April se adentraban en un viaje de autodescubrimiento, donde no solo aprenderían sobre el mundo del otro, sino también sobre sus propios corazones y lo que realmente significa amar y ser amado.




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