La noche había caído como un manto espeso cuando Alan y April llegaron al límite del sector conocido. Delante de ellos, un valle silencioso cubierto por una niebla brillante marcaba la frontera entre el mundo de las almas registradas y el dominio de los creadores: un lugar al que muy pocos se atrevían a acercarse, y del que ninguno había regresado.
Alan ajustó los sensores en su muñeca y revisó el mapa proyectado en su visor. Un punto parpadeaba con una luz azul tenue: el centro de operaciones de los Fundadores, los responsables del diseño del mundo en el que él había vivido toda su vida... y los que ahora querían borrar a April.
—¿Estás segura de esto? —preguntó Alan, deteniéndose frente a una puerta de piedra cubierta de símbolos antiguos. Su voz era suave, pero cargada de preocupación.
—Estoy contigo —dijo April, tomando su mano—. Y no voy a irme sin saber la verdad.
La puerta se abrió sin esfuerzo, como si los estuviera esperando.
El pasillo era amplio, iluminado por una luz blanca que parecía venir del suelo mismo. En el aire flotaban partículas brillantes, y el silencio era tan absoluto que podían escuchar el latido de sus propios corazones. Caminaron durante lo que pareció una eternidad, hasta que llegaron a una cámara circular.
En el centro, una figura humana los esperaba. Vestía ropas translúcidas y tenía el cabello blanco, aunque sus rasgos eran jóvenes. A su lado, cinco siluetas más emergieron de las sombras, cada una con una presencia imponente. Eran los creadores.
—Alan Parker —dijo el principal—. Y April. El elemento no registrado. No pensábamos conocerla... al menos no aún.
—¿Por qué la quieren borrar? —preguntó Alan, con la voz firme, aunque sus músculos estaban tensos.
—Porque su existencia representa el colapso de la estructura. Nuestro mundo fue diseñado para erradicar las fallas humanas, no para integrarlas —respondió otro de los Fundadores, con voz metálica—. Amor, soledad, pérdida... todo eso nos llevó a la autodestrucción. Nuestro sistema nació para evitarlo.
—Pero yo no soy una falla —interrumpió April—. No estoy aquí por accidente. Si lo estuviera, no existiría esta conexión.
—La conexión entre ustedes no estaba programada —dijo otra figura—. Sin embargo... está generando una nueva forma de energía emocional que no habíamos previsto.
Alan dio un paso adelante, con los puños apretados.
—Tal vez eso es lo que les da miedo. Que algo fuera de su control esté funcionando mejor que lo que ustedes planearon.
Los Fundadores se miraron entre sí. Un breve silencio se apoderó de la sala, hasta que uno de ellos habló, con voz más suave.
—No podemos negar lo evidente. Su vínculo está afectando nuestras métricas. Pero no hemos decidido aún si es una amenaza... o una evolución.
April y Alan se miraron. La esperanza empezó a filtrarse entre sus pensamientos.
—¿Qué están diciendo? —preguntó ella.
—Que tendrán una oportunidad. Una prueba. Si su conexión logra mantenerse estable durante las próximas cuarenta y ocho horas en un entorno simulado de máximo estrés emocional y físico... reescribiremos el código base. Y su historia será la base del nuevo sistema.
—¿Y si fallamos? —susurró Alan.
—Entonces todo será borrado. Ustedes... y la anomalía que representan.
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Editado: 08.05.2025