Almas Gemelas

Capítulo 14: El Espejo del Alma

Cuando abrieron los ojos, ya no estaban en la cámara de los Fundadores. El aire había cambiado. El cielo era gris, casi sepia. Las calles, vacías. El mundo simulaba ser el de Alan, pero sin vida, sin alma. Ni un niño corriendo, ni una pareja de la mano. Era una ciudad fantasma. El único sonido era el eco de sus pasos y el latido acelerado de sus propios corazones.

Una voz metálica, omnipresente, les habló desde el cielo:

—Simulación iniciada. Escenario uno: Desconexión emocional. La unidad será fragmentada. La distancia revelará la verdadera esencia del vínculo.

De repente, un campo de energía los separó. April fue arrastrada a un callejón solitario, y Alan quedó atrapado en una réplica de su antiguo hogar, sin forma de alcanzarla.

April, sola, comenzó a caminar. Todo parecía reconocerla… pero de una manera inquietante. Pasaba por vitrinas donde se reflejaba no a ella, sino a otras versiones suyas: una April triste, otra enojada, otra completamente sola. Ecos de pensamientos que intentaban manipularla:

“No necesitas a nadie”, “Él no es real”, “Este amor es una fantasía.”

Comenzó a dudar.

Pero entonces recordó el calor de las manos de Alan, su voz en la oscuridad, la forma en que la miraba como si todo en ella importara.

—No —susurró—. Esto no es verdad.

Corrió. Cada paso la acercaba más a un parque, donde el cielo comenzó a tornarse violeta y el aire vibraba con energía emocional.

Alan, en su encierro, fue forzado a revivir todos los intentos fallidos de conexión que había tenido en su vida. Proyecciones de otras "candidatas" asignadas por el sistema aparecían una por una, con diálogos huecos, sonrisas programadas, y una frase repetida: “Podemos ser compatibles.”

La frustración lo abrumó. Golpeó la pared, gritó su nombre.

—¡April!

La habitación tembló.

—Yo no quiero compatibilidad —rugió—. Yo la quiero a ella.

La puerta, antes invisible, se abrió. Corrió sin pensar.

En el centro de la simulación, un puente suspendido sobre un abismo apareció. April llegó primero, jadeando. Alan, segundos después. Frente a ellos, una última figura: un clon de Alan, con una expresión fría.

—Para que su vínculo sea validado —dijo la figura— uno debe dejar ir al otro. Solo uno podrá cruzar. Solo uno podrá salir.

April lo miró. Supo que era la última prueba.

—Yo me quedo —dijo ella sin dudar—. Tú perteneces a este mundo. Eres parte de él.

Alan negó con la cabeza, con lágrimas en los ojos.

—No… yo estaba incompleto hasta que llegaste. Si tú te vas, este mundo vuelve a estar vacío.

Ambos dieron un paso hacia atrás. El sistema esperó. El puente comenzó a desmoronarse… pero algo sucedió.

No se soltaron.

Se abrazaron.

Y el abismo se convirtió en luz.

Simulación completada. Resultado: éxito. Vínculo validado. Nueva ruta de programación activada.

Cuando despertaron, estaban en una sala blanca. Los Fundadores los esperaban en silencio.

—Han sobrevivido al Espejo del Alma —dijo el principal—. Y lo han desafiado. Juntos.

—Entonces… —murmuró April, aún atónita— ¿ya no soy una amenaza?

—Ahora eres parte del sistema —respondieron—. Pero no como un error. Sino como un nuevo código base.

Alan apretó su mano. Ambos sabían que algo había cambiado. No solo sobrevivieron a la prueba. La reescribieron.




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