Almas Gemelas

Parte 1

Isabel era una joven que tuvo una vida desafortunada desde niña, muchos lo achacaron a que cuando iba a nacer su padre estaba con una mujer que manejaba las fuerzas oscuras, a la que dejó por la ilusión que su futuro bebé fuera varón, por eso decían la amante de su progenitor la habían maldecido.

Apenas la pequeña tuvo 5 años, le detectaron miopía y empezó a usar lentes, con la excusa que su hija no era perfecta su padre las abandonó, ya que su mujer no podía tener más descendencia, por eso el hombre decidió buscar a quien le diera un varón.

Luego de ese abandonó madre e hija se unieron más. Con los años, cuando la pequeña ya tenía 9, su progenitora se enamoró de un hombre muy amable y de dinero que se casó con ella y adoptó a la niña, a pesar de que no era necesario la mujer decidió seguir trabajando. Al principio el hombre era muy amable con la niña, pero cuando Isabel cumplió 10 años, la forma en que el esposo de su madre la trataba cambio.

— Quiero enseñarte un juego especial.

— ¿Cuál es? — preguntó inocente la pequeña.

— Uno que te gustará, pero tienes que mantenerlo en secreto, será algo entre tú y yo solamente.

A Isabel no le gustaba cumplir las reglas del nuevo juego que le enseñó el "tío", así le decía a su padrastro, por eso comenzó a tener terrores nocturnos, y miedo a los hombres. Incluso la niña no quería quedarse con su Roberto cuando su madre salía a trabajar, pero la madre pensó que era solo por malcriada y no le hizo caso al cambio de actitud de su hija.

Cómo la pequeña no quería participar "del juego" por su voluntad, su padrastro se molestaba que la pequeña que gritaba y se defendía, así que tuvo que empezar a amenazarla con dejar a su madre.

— Ella me ama, niña tonta ¿Quieres ser la responsable que tu madre vuelva a estar triste como cuando la conocí? Eres mala, no piensas en la felicidad de ella, nadie te va a querer nunca por egoísta.

Pero cuando la niña empezó a orinarse de noche, la madre de Isabel por fin empezó a preocuparse por ella. Una tarde que estaban solas, logró que su hija le dijera que pasaba, al principio no le creyó, no la cabía en la cabeza que un hombre como Roberto, tan bueno y decente, podría hacer algo como lo que su hija le dijo, pero al ver la forma en que la ella la miraba al contarle, le hizo pensar en comprobar sus palabras.

Al otro día, como era el día libre de Roberto, éste quedó de cuidar a la niña, la madre se escondió en el ropero de su dormitorio, si era verdad lo que le dijo Isabel, tenía el remedio preciso entre sus manos.

No tuvo que esperar mucho, el hombre llevaba a la niña a la fuerza, ésta lloraba y se negaba a entrar ya que sabía que le iba a pasar.

— Eres una idiota, una tonta... una basura... no luches más... deberías estar contenta que porque "juegas conmigo" sigo con tu madre, si no fuera por ti, ya me hubiera ido de aquí hace tiempo. Tuve que esperar a que confiaras en mí para poder cobrarme lo que gastó en criarte. Ahora quédate quieta.

La tiró a la cama e iba a volver a violarla, pero antes que hiciera nada sintió un dolor en la espalda, que le llegó al pecho, la madre de su víctima lo había golpeado con un hacha.

— Isa, sal de aquí ahora, y llama a la policía.

La niña salió rauda a cumplir la orden de su madre, cuando volvió la encontró en la puerta del cuarto, cubierta de sangre.

— ¿Mamá estas bien? — pensó que el tío Roberto la había herido.

— Tranquila mi niña, estoy bien, de ahora en adelante todo estará bien para las dos.

Pero lamentablemente la mujer se equivocó, apenas llegaron los uniformados tomaron presa a la señora, y a la niña la llevaron a un hogar de menores, donde volvió a sufrir abuso físico y verbal. Nadie se preocupó de ella, era solo una del montón, Isabel lloraba todo el día porque se sentía responsable de todo lo que había ocurrido.

"Si me hubiera quedado callada como dijo ese hombre, seguiría con mi mamá, y ella estaría libre, de verdad soy una mala niña."

En el juicio se sentenció a la mujer a cadena perpetua, no sirvió de nada que explicará que él violaba a Isabel.

— Fue un impulso del momento, una madre que ve como abusan de su hija — alegó el abogado de la mujer.

— Si hubiera sido así ¿Cómo es que tenía el hacha con ella? — rebatió la fiscal — si fuera verdad lo que dice debió entregarlo a la justicia, y no tomar la justicia en sus manos ¿Incluso quiÉn nos asegura que él violó a la menor?

— Señoría, los peritos indican que efectivamente la hija de mi defendida ha sufrido abusos reiterados, incluida penetración.

— Juez, los exámenes no indican quien fue, no se encontró rastros de semen ¿Y si fue otra persona? Tal vez la madre la prostituía, y el fallecido la descubrió y antes que la denunciará, ella lo mató.

— Señoría, los informes psicológicos indican que el agresor era efectivamente don Roberto.

— Juez, el pasado de la señora aquí presente es de dudosa reputación, su esposo la dejó porqué ella era una prostituta. Seguramente ella le pidió a la menor que mintiera sobre su abusador para salvarse.

La mujer lloraba ahora que hurgaron en su pasado, efectivamente ella vendió su cuerpo, pero fue cuando la abandono su marido, fue para poder darle de comer y un techo a su hija.

— Señoría, eso no tiene que ver con el caso — reclamó el abogado defensor.

— Se solicita a la abogada acusadora que se abstenga a lo que concierne al caso. El pasado de la acusada no está en juicio.

— Señor Juez, solo me hago las siguientes preguntas ¿Y si la señora acá presente decidió tener una entrada extra, y le "enseñó" su antiguo oficio a su hija? ¿O ella obligó al fallecido a que estuviera con la pequeña para satisfacer su morbosidad, y cuando él no quiso seguir con tan deleznable situación ella lo mató?

Los padres de Roberto reían contentos, habían contratado a la mejor abogada del país para poder limpiar el nombre de su familiar.



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En el texto hay: miedo suspenso

Editado: 12.08.2022

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