Almas Grises

Capítulo 3

Caminaba por los pasillos revisando las listas pegadas sobre la puerta de cada salón. El día anterior había pasado demasiado rápido, y ahora era tiempo de iniciar las clases comunes y conocer a los que serían sus compañeros definitivos de clase, al igual que a sus maestros. Había salido de su dormitorio 40 minutos antes de comenzar las clases para asegurarse de no tener que entrar al salón cuando todos ya estuvieran dentro. Revisaba una lista, luego otra, y otra, hasta que logró encontrar su nombre en uno de los salones del fondo. Buscó en esa misma lista alguna chica con el nombre de "Fer", pero en ésta no se encontraba nada parecido.

Suspiró, tenía tan mala suerte que ni siquiera le había tocado con su única amiga en la academia. Entró al aula y como era de esperarse fue el primero en llegar. Se sentó al fondo y acomodó sus libros sobre un casillero vacío. No le agradaba demasiado llamar la atención, prefería pasar desapercibida ante sus compañeros. No buscaba ser la chica popular, o al menos alguien a quien todos conocieran su nombre.

Algunas personas comenzaron a llegar, y éstas parecían que ni siquiera la habían notado. Keyla tomó el libro de texto que tendría que usar para esa clase y comenzó a hojearlo sin mucho interés. Realmente no podían creer que estuviera sentado en ese salón de clases, cuando apenas unos días antes se había jurado a sí misma que no pasaría por eso, que no entraría en ese colegio, y que no soportaría las humillaciones de cualquiera de sus compañeros. Su mente se concentró en el libro, y pronto perdió la consciencia sobre el tiempo al sentirse verdaderamente interesada por lo que leía.

—¡Keyla, Hola! —Escuchó y al instante elevó la mirada para descubrir de quién se trataba. Fer entraba al salón con una mochila a punto de explotar por los libros—. Qué gusto verte aquí, es bueno tener amigos en el salón. —Llegó hasta Keyla y se sentó en el escritorio junto a ella.

—¿Qué haces aquí? —Mencionó con una sonrisa. Le daba alegría saber que no estaría sola.

—He revisado la lista del salón y no había ninguna chica con un nombre parecido al tuyo.


Acomodaba sus libros sobre la parrilla bajo la silla. —Resulta que Fernanda es mi segundo nombre, y aquí en Leeds sólo utilizan el primero, que es Luisa. —Terminó y volvió su mirada hacia Keyla.

—Pero odio ese nombre, nadie me dice así, sólo las personas que no me agradan. Así que limítate a decirme Fer.

Keyla lanzó una carcajada. —¿Por qué no puedo decirte Luisa? Es un gran nombre. —Decía divertida con el mero propósito de molestar a la chica.

—Porque no me agrada, me hace sentir como una... —Calló de repente en el momento en el que desvió la mirada hacia la puerta y notó a uno de sus compañeros. Parecía totalmente sorprendida, y al momento de reaccionar escondió su rostro entre sus brazos mirando hacia el escritorio.

—¿Fer? ¿Pasa algo? —Buscó hacia donde la chica había mirado por última vez y miró a varios chicos que recién entraban al salón. Todos estos lucían demasiado bien, fuera chica o fuera chico—. ¿Los conoces?

—Maldita sea... ¿Por qué en este mismo salón? —Susurró muy bajo aún sin elevar el rostro.

—¿Quiénes son? ¿Por qué no te agradan? —Keyla continuaba mirando hacia esos chicos. Un moreno con rasgos árabes era quien más resaltaba de todos. Parecía un chico malo, utilizaba cadenas colgando al cinturón del uniforme, y llevaba la barba sin afeitar de varios días. Junto a él se encontraba otro chico, rubio y con rostro más ingenuo al del moreno. Y como era de esperarse, varias chicas los rodeaban con actitud coqueta.

—¿Ves al chico de ahí? El de barba y cadenas. —Había elevado levemente su mirada, pero aun intentando enconder su rostro. Keyla asintió—. Lo odio, es una de las personas a quienes más detesto en este mundo.

Keyla comenzó a reír tras la exageración de la chica. —¿Le tienes miedo o lo detestas? Porque ahora estás actuando como si le temieras.

Fer reaccionó y por orgullo levantó la mirada al instante. —Tienes razón. —Dijo segura—. No hay ningún problema con que ese chico esté aquí. Sólo fingiré no conocerlo.

Ella sonrió y volvió a desviar su mirada para continuar mirando a las personas que integraban su grupo. En cierta manera esperaba que el rizado de la mañana anterior estuviera entre ellos, y con suerte, pudieran al menos hablar de vez en cuando. —Mira quién está ahí. —Dijo tomando el brazo de Fer para que ella volteara.

—¿Quién?

—El chico de ayer, el que me miraba. —El mismo chico castaño se encontraba sentado en uno de los escritorios de enfrente junto con otras personas, él constantemente miraba a Keyla, hasta que se dio cuenta que ellos lo observaban e intentó ser discreto.

—¿Sabes? Ese chico me asusta un poco. Es demasiado lindo para ser tan tímido y callado. Dijo la chica sin dejar de observarlo.

—Normalmente uno espera que los chicos así tengan demasiado autoestima.

—No lo conocemos, Fer. No sabemos nada sobre él.

—Le gustas y no se ha atrevido a hablarte, es obvio que es tímido. —Rodó los ojos.

—No, no sabemos si me observa porque le gusto o porque le parezco rara —Ambos dejaron salir una leve risita.

—Pues deberíamos preguntarle. —Antes de que Keyla pudiera reaccionar a las palabras de la chica, ella ya estaba cometiendo un gran error que seguramente lo haría pasar un ridiculo.

¡Hey, tú! —Gritó mirando al castaño. El chico los miró confundido—. Sí, tú. ¿Puedes venir un momento?

Keyla desvió la mirada al tornarse completamente colorada. Su corazón se había acelerado, no sabía cómo mierda había terminado siendo amiga de alguien tan impulsiva.

El chico se levantó de su asiento y caminó hacia ellos con una sonrisa nerviosa, pero intentando parecer tranquilo. —¿Sí? ¿Necesitan algo? —Había sonado ligeramente nervioso. De cerca era realmente muy hermoso, con un cabello café y unos ojos color miel. Lucía como un chico demasiado bueno, amable y caballeroso.




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