Almas Guardianas

Capítulo 4 – El alma recuerda antes que la mente

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Esa noche, después de que el silencio me enseñara a escuchar, me dejé caer en un sueño ligero. Pero antes de dormirme del todo, algo comenzó a suceder: una sensación familiar me envolvió, como si un recuerdo antiguo despertara en mí… uno que no pertenecía a esta vida.

No eran imágenes claras, ni escenas completas, sino fragmentos. Una melodía suave que creí haber escuchado en otro tiempo, el aroma de un lugar que nunca visité en esta existencia, la calidez de unas manos que parecían conocerme desde siempre. Mi mente trataba de entenderlo, pero pronto comprendí que no era ella quien debía hacerlo.

El alma, silenciosa pero firme, estaba mostrándome aquello que había guardado más allá de los años y los nombres. Antes que cualquier pensamiento, estaba la certeza. Antes que cualquier razonamiento, estaba la memoria del alma. Y esa memoria no se borraba: solo esperaba que yo estuviera lista para recordarla.

Vi un sendero bañado por una luz dorada, y al final, una figura que no podía distinguir del todo. No me habló con palabras, pero su presencia era una declaración: “Te he cuidado siempre”. Sentí que mi pecho se abría, que una energía conocida me abrazaba desde adentro. No era un reencuentro nuevo… era el regreso a algo que jamás me había dejado.

Cuando desperté, la mente intentó buscar explicaciones, pero el alma ya había respondido. No necesitaba entenderlo todo para saber que era real. Y, por primera vez, supe que los recuerdos más importantes no se piensan… se sienten.



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En el texto hay: real, espitual, mística para crecer

Editado: 07.10.2025

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