Almas Guardianas

Capítulo 9 – Almas guardianas

-

El puente me dejó en un lugar que no reconocía, pero que me resultaba tan familiar como un recuerdo olvidado. El aire era tibio, y una neblina dorada envolvía todo, como si cada partícula brillara con vida propia. Entonces las vi.

No eran como las imaginaba en los libros ni como las describen las historias. Mis almas guardianas no llevaban alas ni armaduras. Algunas parecían personas comunes, con miradas profundas que transmitían un amor que no se puede fingir. Otras eran pura luz, sin forma definida, pero con una presencia tan poderosa que mi corazón se apaciguó al instante.

Me di cuenta de que siempre habían estado ahí. En cada coincidencia que me salvó, en cada corazonada que me evitó un dolor, en cada abrazo que llegó justo cuando lo necesitaba. Eran la voz que me empujaba a seguir cuando creía que no podía más, y la calma que llegaba cuando el miedo amenazaba con quedarse.

—Siempre supiste que existíamos —dijo una de ellas, sin mover los labios—. No viniste aquí a encontrarnos, sino a recordarnos.

Sus palabras resonaron como si hubieran sido sembradas en mi alma mucho antes de este momento. Comprendí que mi vida entera había sido un diálogo silencioso con ellas, aunque yo no supiera escucharlo.

Me mostraron escenas de mi pasado: yo de niña mirando al cielo sin motivo aparente, esa vez que soñé con un accidente y al día siguiente lo evité sin entender por qué, o las noches en las que despertaba llorando sin recordar la razón, y sin embargo me sentía protegida.

—No siempre podremos evitarte el dolor —me dijeron—, porque algunas heridas son llaves que abren puertas que de otro modo no verías. Pero nunca estarás sola en el camino.

La neblina comenzó a moverse como una marea, y me di cuenta de que detrás de ellas había un sendero. No era un puente como el anterior, sino un camino firme, iluminado por constelaciones que parecían dibujar símbolos conocidos. Sentí que me invitaban a avanzar, pero que cada paso exigiría una entrega total.

Antes de cruzar, una de mis guardianas me tomó de las manos. Sentí un calor que no era físico, sino una certeza profunda: el siguiente viaje no sería solo para descubrirlas a ellas, sino para descubrirme a mí misma.

Y así, con su luz guiando mis pasos, me adentré en el sendero… sin saber que ese viaje marcaría el verdadero inicio de mi misión.



#172 en Paranormal
#61 en Mística
#2140 en Otros
#78 en No ficción

En el texto hay: real, espitual, mística para crecer

Editado: 04.09.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.