Almas Guardianas

Capítulo 10 – Susurros del cielo

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El sendero se estrechaba a medida que avanzaba, y el silencio se volvió tan profundo que podía escuchar el latido de mi corazón. No era un silencio vacío, sino uno cargado de algo… como si el aire mismo estuviera esperando que yo escuchara.

Entonces lo oí.

Al principio pensé que era el murmullo del viento entre las hojas, pero pronto entendí que no era viento: eran voces. No como las humanas, sino suaves y etéreas, formadas por vibraciones que mi mente traducía en palabras.

—Confía en lo que sientes. No estás perdida… estás recordando —susurró una.

Cada paso que daba, los susurros se volvían más claros. No eran órdenes ni advertencias, sino mensajes envueltos en ternura, como si el cielo hablara sin necesidad de mostrarse. Eran frases que parecían venir de muy lejos y, al mismo tiempo, de lo más profundo de mí.

"Vuelve a mirar las estrellas."
"Lo que buscas también te está buscando."
"Algunos caminos se abren solo para quienes se atreven a sentir."

Me detuve. Reconocía esas frases. Eran las mismas que había sentido en sueños de niña, las mismas que a veces me llegaban en medio de una conversación y que me hacían dudar de si eran pensamientos propios.

El cielo, cubierto de una inmensa bóveda de constelaciones vivas, comenzó a brillar más intensamente. Las estrellas parecían parpadear en un lenguaje secreto, y sin saber cómo, lo entendía. No era un idioma de palabras, sino de sensaciones: amor, fe, propósito.

—Escucha siempre más allá del ruido del mundo —dijeron los susurros al unísono—. Nosotros te hablaremos en el viento, en el reflejo del agua, en la mirada de quienes te cruzan. El cielo no está arriba… el cielo vive en ti.

Una lágrima me recorrió la mejilla. Sentí que esos susurros no solo me hablaban a mí, sino a todas las almas que alguna vez sintieron que su vida estaba conectada a algo más grande.

Y ahí entendí: no estaba escuchando algo nuevo, sino recordando lo que siempre había estado conmigo.

El sendero terminó frente a un umbral de luz, y supe que al cruzarlo, los susurros se volverían guía constante. Pero también supe que, a partir de ese instante, ya no podría ignorarlos.

Respiré hondo, y di el paso.



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En el texto hay: real, espitual, mística para crecer

Editado: 04.09.2025

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