—nunca hubiese imaginado que una de mis victimas guardaría un vínculo estrecho con usted. Su alma me será aún más útil que mil almas en su contra.
Con fuerza sobrehumana, el padre Anderson, poseído por Antágoras destrozó el confesionario. Desgarró su sotana, su apariencia cambiaba, su cuerpo se retorcía, le salían decenas de apéndices y su piel se tornó escamosa hasta convertirse en una horrenda bestia. Lentamente se acercó a Noa y le susurró;
—y que harás con un alma que vale por mil, ante las diez mil que tengo contenidas...
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Editado: 25.10.2018