Almas, La Venganza de Noa (ilustrado)

Capítulo 4 - La Muerte de Robi

Guiado por los gritos de una mujer, Robi subía unos escalones. Cada peldaño parecía ser más alto que el anterior, de tal modo que tuvo que subir el último con ayuda de sus brazos. Al final se encontró con una puerta cerrada la cual abrió de una patada. Dentro estaba su padre golpeando a Ana. En lugar de sangre cada puñetazo salpicaba las paredes con una espesa tinta, luego ella volteó su rostro hacia él y repetía;

—me abandonaste Robi, me abandonaste, me abandonaste...

Su padre giró el rostro hacia él y una fuerte briza cerró la puerta, fue entonces cuando despertó de su pesadilla.

Se levantó sudando de la cama. Había dormido toda la tarde y ya estaba oscureciendo. Poco después sonó el teléfono y siguió sonando hasta que respondió la contestadora:

— ¡Robi, contesta!, soy Bob, Ana está... fue asesinada y tu padre ha intentado suicidarse, todos te están buscando, no le he dicho a nadie sobre tu ubicación pero sería bueno que aparecieras.

Robi levantó el teléfono, pero ya habían colgado. Pensativo caminó hasta el baño, se echó agua en la cara y contempló un buen rato el espejo; luego se tumbó en una esquina y empezó a llorar en silencio.

Alguien tocaba la puerta, así que se levantó y lavó nuevamente su cara, esperó unos segundos pero el sonido de la puerta no cesaba. Se puso unos pantalones y sacó de una gaveta un cuchillo. Entreabrió la puerta y no vio nada, la abrió completamente y no había rastros de nadie. La cerró y al voltear había un anciano. Su cuerpo era flácido, y en su rostro parecía conservar tantos años como podía aguantar un hombre antes de podrirse. Robi le empujó hacia la pared. Con el antebrazo izquierdo lo sujetaba y con su mano derecha presionaba su cuchillo sobre la piel arrugada de su rostro.

—Era tu responsabilidad y dejaste que la asesinaran, te has aliado con él, me has traicionado maldito viejo.

El anciano tomó por los puños a Robi sin evitar herir su mano con el cuchillo, despacio lo alejo un poco y le propinó una fuerte patada que lo saco volando. De la herida en su mano salía una sangre tan espesa que la podía blandirla como un látigo y con ella atrapo a Robi por el cuello, justo antes de que se estrellara contra la pared y lo impulso hacia él hasta sujetarlo con su mano.

—¿yo Traicionarte?, —dijo el anciano, —si yo he sufrido más de 300 años por su culpa... con Ana muerta de que me sirves, que razones tengo para no matarte y...

Lentamente soltó el cuello de Robi, absorbió toda la sangre y luego cerró sus heridas. Abrió la puerta y se marchó.

Robi apretaba los dientes de la rabia, y golpeaba la pared hasta casi destrozar sus puños. La puerta sonó nuevamente.

— ¡Que quieres ahora maldito viejo! —gritó Robi.

La puerta salió volando, esta vez se trataba de Noa. A pesar de sus cicatrices y su ropa harapienta Robi lo reconoció de inmediato. Hacía más de 6 meses, Robi y otros dos sujetos provocaron que su novia enloqueciera y le robaron algo que le importaba mucho.

Los otros dos sujetos murieron violentamente en manos de Noa, ahora con la muerte de Robi se completaría su venganza.

Mirándolo fijamente a los ojos, Noa revivió los horrores de aquella noche. Se quedó varios segundos pensativo. Tanto tiempo añorando este momento y ahora no sabía cómo proceder, pensaba y pensaba sin encontrar el modo más doloroso y cruel para acabar con su vida. Resolvió improvisar y de dos largos pasos se le acercó. Con gran destreza Robi tomó su cuchillo y se defendía de los ataques de Noa. Robi era todo un experto con los cuchillos, pronto tomó el control de la pelea y tras varias estocadas comprendió que no podría herirlo.

Noa consiguió sujetarlo por la cabeza y volviendo de tinta su brazo lo estrelló contra la piso. Lentamente lo asfixiaba dejándole tomar aire de vez en cuando para prolongar más tiempo su muerte.

Robi extendió su mano y empuñó su cuchillo nuevamente; este desprendió un vapor verde que luego fue absorbido por su cuerpo, revitalizándolo para luego asestar un puñetazo en el rostro de Noa, quien salió disparado.

Como de costumbre, Noa no sintió dolor alguno, pero por primera vez en más de seis meses un golpe había perpetrado la autodefensa que le proporcionaba la naturaleza de su cuerpo maldito.

Cada herida en el cuerpo de Robi cicatrizó de inmediato, le rodeaba un aura verde, se tronó un par de huesos y con rosto inexpresivo dijo;

—No te creerás único y especial...

Noa no comprendía muy bien lo que sucedía. Todo este tiempo estuvo tan inmerso en su venganza que nunca se detuvo a analizar lo que le estaba sucediendo. Era la primera vez que se encontraba con alguien similar a él.



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En el texto hay: demonios, ocultismo, terror

Editado: 25.10.2018

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