La Orden de Los Templarios, una de las más poderosas órdenes militares creada durante la Guerra Santa. Su poder y fama creció tras cada Cruzada, lo que algunos aliados consideraron peligroso.
Antágoras Paganís era un aguerrido Caballero Templario que luchó ferozmente en la Novena Cruzada. Más tarde, en 1307 fue apresado junto a otros de sus compañeros y obligado a confesar bajo tortura sus pecados. Al final fueron quemados en la hoguera.
Antágoras juró que se vengaría en esta vida o en la otra y en su lecho de muerte vendió su alma a un demonio que le visitó. Se hacía llamar "Tropel, el Ladrón de Almas". Su voz era como un enjambre de demonios que le hablaba al mismo tiempo y le ofreció el poder de vencer todo un ejército y extirpar todas sus almas con el fin de que se las entregase.
Antágoras resurgió de las cenizas, y en una noche exterminó a más de 1000 soldados. Podía escupir fuego a voluntad y con sus manos destrozar el cráneo de un hombre. Con tan solo respirar absorbía cada alma y estas le hacían cada vez más fuerte. Su sed de venganza pronto fue reemplazada por una insaciable sed de poder. Durante dos semanas arrasó poblados. Asesinaba indiscriminadamente hombres, mujeres, niños y destrozaba todo a su paso. Al conseguir más de diez mil almas se sentía invencible.
El demonio Tropel apareció ante él para reclamar su botín, pero Antágoras se negó. Todo ese poder lo consumía y le nublaba la razón, así que decidió enfrentar a Tropel.
Por mucho que lo intentaba no podía tan siquiera tocar aquel demonio. Como castigo Tropel le arrebató todas las almas y confinó la suya dentro de un cerdo salvaje y cada vez que este moría reencarnaba en el cuerpo de otro animal.
Luego de casi 200 años la suerte lo faboreció. Poseída por el alma de Antágoras, una cabra de campo fue utilizada en el ritual de un brujo, quien intentaba devolver la vida a su hijo muerto. El brujo consiguió reanimar su cuerpo, pero su alma no era la del niño, sino la de Antágoras.
Aquel brujo no tardó en percatarse de su error e intentó matar a su propio hijo, pero sus sentimientos lo traicionaron. Entonces Antágoras aprovechó para asesinarlo. En ese momento supo que aun podía absorber las almas de sus víctimas. Pero fue poco después, cuando lo enviaron a la horca por matar a su padre que comprendió que había dejado de ser inmortal, y que para postergar su encuentro con Tropel, debía ocupar otro cuerpo justo antes de morir.
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Editado: 25.10.2018