En una ocasión, mientras realizaba labores policiacas, Robi fue herido de gravedad por lo que duró dos semanas en coma. Durante esas dos semanas Antágoras se le aparecía en sueños y le ofrecía poder y riquezas a cambio de servirle. El ultimo día de su coma, el demonio le dijo;
—Acepta mi trato ahora y al abrir los ojos te recibirá la mujer que te dará el placer y la lujuria que jamás hayas imaginado.
—Acepto, —respondió Robi, quien pensó que solo se trataba un sueño.
Minutos después abrió los ojos, y por primera vez vio el rostro de Ana.
— ¡ya despertó! —gritó Ana.
Luego entró Cesar su padre, a quien hacía mucho no veía. Por último entraron las enfermeras y sacaron a todos de la habitación.
Tras su recuperación, Robi descubrió sus nuevas habilidades. Con sus relaciones policiales como aliadas, pronto se convirtió en un asesino a sueldo, con lo que acumuló muchas riquezas al igual que muchas almas. Pero no tardó en conocer en persona a quien le debía lo que ahora tenía.
Luego de dos años, Antágoras envió a Robi a robar el anillo que ofrecería Noa a su novia. Gracias al mismo Noa, sabía justo el lugar y la hora donde se encontrarían. Pero tenía la orden de no matarlos. Así que para evitar que lo reconocieran, Robi envió a dos sujetos de su confianza. Una vez con el anillo en su poder, se le acercó Rafael, quien hacía décadas se ocultaba de Antágoras y buscaba un modo de librarse de su maldición. No le fue difícil convencer a Robi de que se aliara con él, pues el también deseaba ser libre.
Rafael no tardó en descubrir el poder del anillo. Resultó contener un fragmento de "El corazón del Volcán", una reliquia antigua y poderosa de la que pocos conocían.
Rafael quebró la piedra en dos mitades. Una la unió a su cuerpo y luego la materializó como un collar. La otra la unió al cuerpo de Robi quien la materializó como un cuchillo. Ahora tenían una herramienta que les permitiría absorber incluso el alma de antágoras. Pero para ello necesitaban primero apartar su alma del cuerpo que habitaba.
Con más de 300 años, Rafael había acumulado muchos conocimientos. Sabía que una fuerte emoción podría hacer que una persona poseída rechazase a su huésped. Así que decidieron investigar sobre el Padre Anderson y descubrieron su oscuro pasado.
* * *
Tras enterarse de todo, Noa añadió un nuevo capítulo a su venganza. Era el turno de asesinar a su viejo amigo, el Padre Anderson. Se dirigió hacia la iglesia y se acercó al confesionario;
—He pecado padre...
El padre Anderson advirtió una voz conocida. Aterrado examinó atreves del confesionario afianzando su temor. Apretó los ojos y respiró profundo hasta convencerse de que ya no podría apaciguar el latir de su corazón. Desató con cuidado el nudo en su garganta...
—no esperaba verte Noa. —anunció con voz trémula, —No después de lo que hablamos.
—He hallado a Robi —interrumpió Noa —Está muerto y aunque le parezca extraño yo no le he matado. De hecho yo estuviese muerto de no haber sido por este maldito pacto. Pero sospecho que eso ya lo sabes... Antágoras...
—no lo comprendes Noa; mi intención nunca ha sido hacerte daño.
—ya es tarde para eso.
Una infernal sonrisa se apoderó del Padre Anderson, y con una voz grave dijo:
—entonces muere y lárgate de una vez al infierno.
—Ante usted he confesado más de 30 asesinatos —prosiguió Noa quien parecía no inmutarse, —nunca hubiese imaginado que una de mis victimas guardaría un vínculo especial con usted. Su alma me será aun más útil que mil almas en su contra.
Con fuerza sobrehumana, el padre Anderson, poseído por Antágoras destrozó el confesionario. Desgarró su sotana, su apariencia cambiaba, su cuerpo se retorcía, le salían decenas de apéndices y su piel se tornó escamosa hasta convertirse en una horrenda bestia. Lentamente se acercó a Noa y le susurró;
—y que harás con un alma que vale por mil, ante las diez mil que tengo contenidas...
Noa sostuvo su amuleto y lo convirtió en una espada. Con gran furia envistió a la bestia, pero cada vez que podía asestar un golpe esta se desvanecía en una bola de fuego y reaparecía tras de él. En una embestida Antágoras sujetó su mano y le arrebató la espada, y con la otra mano sostuvo su cabeza, lo encendió en llamas y lo estrelló contra la pared. Noa se levantó y salto nuevamente hacia él. El demonio esquivó un puñetazo, pero en ese momento Noa hizo aparecer la espada en su mano y consiguió cortarlo en la cara.
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Editado: 25.10.2018