—Quítense la ropa—fue lo primero que dijo Leo al entrar a "el campo"—Y pónganse estos uniformes.
Yo estaba asustada, mi hermano pequeño se encontraba allí, por suerte Jean se ofreció a cubrirme mientras me cambiaba, siempre fue una muchacha muy dulce.
Yo la cubrí a ella, habíamos hablado un poco durante el almuerzo, allí aprovechamos a conocernos un poco más, ella era un año mayor que mi hermano, pero no logro recordar si en esas fechas mi hermano ya había cumplido once o todavía tenía diez.
Los chicos con poco pudor se descambiaron rápidamente, mi hermano entre ellos, no podía dejar de mirar a un chico con el que mi hermano se la había pasado hablando, era aquel rubio, Levi. En un momento, Jean me preguntó si me parecía atractivo, yo respondí que no, sonrojada.
Todo sería más fácil de digerir, si aquel chico no hubiera sido mi primer amor. Habían llegado a gustarme otros chicos, pero lo que pasó con Levi un tiempo después fue más que especial.
No me adelantó más y sigo contando, una vez todos cambiados Leo nos llevó a una gran máquina parecida a una atracción de circo. Supuestamente nos medirían el aguante, pero hoy en día estoy segura que querían medir nuestra alma. En aquel campo se nos enseñó un concepto de alma diferente al de ustedes, algo más poderosos.
Subí a la máquina, junto a mi hermano en el lado derecho y Jean en el izquierdo, Fran tenía miedo de subir, por lo tanto toque su cabeza con gentileza y le dije que todo estaría bien, en este momento me diría que soy una mentirosa.
Ese recuerdo es muy doloroso y bello para mí, sobretodo por lo que pasó a continuación.
Fran subió junto a mí y Jean, los tres al mismo tiempo. La máquina comenzó a girar a altas velocidades, en un momento logré escuchar el silbido del viento de manera tan aguda que lastima a mis oídos. No podía soportarlo y grité, Miki que se encontraba junto a nosotros se lamió los labios diciéndole a Leo, "Súbele a la velocidad"
El sonido del viento era tan fuerte que mis oídos comenzaron a sangrar, allí fue cuando note que ese sonido provenía de mi hermano, que se encontraba inconsciente a mi lado. Miki pareció también notarlo, dado que ordenó a Leo detener la máquina.
Al detenerse, ráfagas violentas de aire comenzaron a desprenderse del cuerpo dormido de Fran. Yo intenté desabrocharme el cinturón pero Jean fue más rápida y lo hizo por mí. Su cara presentaba mucha preocupación, la mía debía también hacerlo cuando, de repente, el viento cesó. Por un momento intenté llorar, pero algo me lo negaba. Fran volvía a respirar y el viento parecía haberse ido.
—Eso—dijo Leo—Es el Alma. Una muy buen alma.
—Llévatelo—agregó Miki.
Allí fue cuando estalle, esas últimas palabras me hicieron gritar, de mi boca comenzó a salir muchísimo aire, casi generando una tormenta en la habitación. Estaba furiosa, pase 2 días allí y ya querían quitarme a mi hermano, no podía permitirlo.